Maradona, una metáfora de la trágica condición humana

Leonardo Boff*

¿Qué es el ser humano? Por más que las ciencias traten de definir al ser humano, este continúa siendo siempre una cuestión abierta. San Agustín (354-430) que se preocupó desesperadamente durante toda su vida por encontrar una respuesta a qué es el ser humano, terminó diciendo solo: “factus sum quaestio magna”: “me he vuelto un gran problema para mi mismo”. Y se calló.

A veces no son las ciencias ni las religiones quienes nos proporcionan la mejor imagen (en vez de una definición), sino los literatos. La mejor fórmula para mí la encontré en Antoine de Saint Exupéry, el autor del Principito, en su novela La Ciudadela. En ella entiende al ser humano como “un noeud de relations” “un nudo de relaciones dirigido hacia todas las direcciones”. Va más allá de la sexta tesis de Marx sobre Feuerbach al definir: “esencia humana es el conjunto de sus relaciones sociales”. Esa visión es reduccionista. El ser humano es el conjunto de sus relaciones totales y en todas las direcciones, no sólo sociales. Tiene también sentido decir que él “es un proyecto infinito siempre en busca de su objeto adecuado, nunca encontrable en el ámbito en que vive”, lo que le lleva a trascender este mundo.

Aparte de esta búsqueda sin fin, cabe seguramente decir que es un ser complejo, la conjunción de dos dimensiones que en él siempre se dan conjuntamente: lo positivo y lo negativo, lo luminoso y oscuro, lo inteligente (sapiens) y lo demente (demens), afortunado y trágico,la pulsión de vida (eros) y la pulsión de muerte (thánatos), lo utópico y lo histórico, la realización y la frustración, la derrota y la victoria, la gentileza y la grosería, la cordialidad y la rudeza, lo poético y lo prosaico, lo dia-bólico (que divide) y lo sim-bólico (que une), el equilibrio y el exceso, el caos y el cosmo, el águila y la gallina. Esta dualidad no es un defecto de creación. Es la condición humana real. Esta misma estructura se encuentra en el cosmos (orden y desorden) y en cada ser vivo e inerte (autónomo e integrado). Se trata de una constante universal.

El reto para cada ser humano no es negar una de las partes, lo que sería imposible y ella volvería furiosa, sino cómo integrar esta dualidad, encontrar un justo equilibrio dinámico, siempre por hacer, de forma que pueda construir su identidad, su proyecto de vida y buscar la felicidad posible a los hijos e hijas de Adán y Eva.

Ocurre sin embargo que en la vida humana existe lo trágico, tan plásticamente representado por los teatros griegos. El exceso, lo demencial y lo diá-bólico (lo que escinde) puede apoderarse de la persona, inundarle la conciencia y hacerla esclava de la dimensión de lo oscuro. Es lo tragico.

El arquetipo del héroe/heroína puede ayudarnos a entender ese drama. No me refiero al héroe/heroína de las sagas de guerra y de las novelas, sino en el sentido del psicoanálisis moderno. Cada persona puede ser héroe/heroína según como trabaje esta dualidad, consiga integrarla y realizar su proceso de individuación. Hay varios tipos de héroes/heroínas: el resistente, el peregrino, el luchador, el mártir y otros.

Escribo todo esto a propósito de la figura del genial jugador argentino de fútbol Diego Maradona. Verlo en el campo era un espectáculo por si sólo. Driblaba con una inteligencia sumamente creativa y un sentido único de la oportunidad. Pequeño, 1,65 de altura, robusto y con una velocidad increíble. Toda comparación es odiosa, pues cada uno es único e irrepetible, pero Maradona sobresale sobre cualquier jugador todavía en activo. Será una referencia mundial imperecedera.

Pero de pronto irrumpió la tragedia: fue enganchado por la dependencia química de la cual nunca se liberó totalmente. Era tan humano que no escondía su dependencia.“Vete a saber qué jugador hubiese sido si no hubiese usado drogas” se preguntaba con humor. “Tengo 53 años, pero es como si tuviese 78. Mi vida no fue normal, digamos. ¿53 años? Yo viví 80.” Murió a los 60 años. Fue un héroe resistente (del aguante) tragado por el lado de lo trágico y del exceso.

Vale la pena recordar: jugaba con pies agilísimos y con una cabeza que marcaba goles notables. Pero su cabeza también pensaba y definía en qué lado se colocaba en el espectro social: en el lado de los oprimidos, simbolizados por Fidel Castro y por Lula. Y lo anunciaba públicamente.

El pueblo argentino, tan sufrido por problemas políticos internos, lo elevó al punto más alto de exaltación, hasta el espacio de lo Numinoso y llamarlo “dios”. Le faltaban palabras para admirar a su “Pibe”, “el divino infante”. Hay que entender correctamente tal exaltación que ocurre siempre que el entusiasmo supera todos los límites y encuentra en las palabras de lo Numinoso y de lo Religioso o Sagrado su mejor expresión.

Me uno al entusiasmo por su arte y me solidarizo con tanto pueblo argentino en lágrimas, que con Maradona ganaba la fuerza para superar dificultades y mantener la alegría de vivir. Unió en sí lo humano y lo inhumano, como nos recuerda Nietzsche, pues ambos, lo humano y lo excesivamente humano pertenecen a lo humano: luminoso y oscuro, genial y trágico,heroe apesar de vencido.

*Leonardo Boff es teólogo, filósofo y escritor y ha escrito “El águila y la gallina:una metafora de la condición humana, Vozes,Petrópólis,45.ediciones.

Traducción de Mª José Gavito Milano

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La vida como centro: la biocivilización en la postpandemia

Leonardo Boff*

Según la comprensión de los grandes cosmólogos que estudian el proceso de la cosmogénesis y de la biogénesis, la culminación de ese proceso no se realiza en el ser humano. La gran emergencia es la vida en su inmensa diversidad y aquello que le pertenece esencialmente, que es el cuidado. Sin el cuidado necesario ninguna forma de vida subsistirá (cf. Boff, L., El cuidado necesario, 2012). 

Es imperioso enfatizar: la culminación del proceso cosmogénico no se da en el antropocentrismo, como si el ser humano fuese el centro de todo; los demás seres sólo tendrían significado cuando estuvieran ordenados a él o a su uso y disfrute. El mayor evento de la evolución es la irrupción de la vida en todas sus formas, también en la forma humana consciente y libre.

El conocido cosmólogo californiano Brian Swimme, junto con el antropólogo de culturas y teólogo Thomas Berry, afirma en su libro The Universe Story (1999): «Somos incapaces de liberarnos de la convicción de que, como seres humanos, somos la gloria y la corona de la comunidad terrestre y de darnos cuenta de que somos el componente más destructivo y peligroso de esa comunidad». Este hallazgo apunta a la actual crisis ecológica generalizada que afecta a todo el planeta, la Tierra.

Los biólogos (Maturana, Wilson, de Duve, Capra, Prigogine) describen las condiciones en las que surgió la vida, a partir de un alto grado de complejidad y cuando esta complejidad se encontraba fuera de su equilibrio, en situación de caos. Pero el caos no es sólo caótico. También es generativo. Oculta dentro de sí mismo nuevos órdenes en gestación y varias otras complejidades, entre ellas la vida humana.

Los científicos evitan definir lo que es la vida. Constatan que representa la emergencia más sorprendente y misteriosa de todo el proceso cosmogénico. Tratar de definir la vida, reconoció Max Plank, es tratar de definirnos a nosotros mismos, una realidad que en último término no sabemos definitivamente qué es ni quién somos.

Lo que sí podemos afirmar es que la vida humana es un subcapítulo del capítulo de la vida. Vale la pena enfatizar que la centralidad pertenece a la vida. A ella se ordena la infraestructura físico-química y ecológica de la evolución que ha permitido la inmensa diversidad de vidas y dentro de ellas, la vida humana, consciente, hablante y cuidadora.

Además, sólo el 5% de la vida es visible, el 95% restante es invisible, constituyendo el universo de microorganismos (bacterias, hongos y virus) que operan en el suelo y el subsuelo, asegurando las condiciones de emergencia y mantenimiento de la fertilidad y la vitalidad de la Madre Tierra. 

Se intenta entender la vida como la autoorganización de la materia en un altísimo grado de interacción con el universo, con la inconmensurable red de relaciones de todos con todos y con todo lo demás que está surgiendo en cada parte del universo. 

Los cosmólogos y biólogos sostienen que la vida aparece como la expresión suprema de la “Fuente Original de todo ser” o “De aquel Ser que hace ser a todos los seres”, que para la teología representa tal vez la metáfora más apropiada de Dios. Dios es todo esto y mucho más. Es un misterio en su esencia y también es un misterio para nosotros. La vida no viene de afuera, sino del centro del proceso cosmogénico al alcanzar un altísimo grado de complejidad.

El Premio Nobel de Biología, Christian de Duve, llega a afirmar que en cualquier lugar del universo cuando se produce tal nivel de complejidad, la vida surge como un imperativo cósmico (Polvo vital: la vida como imperativo cósmico, 1997). En este sentido, el universo estaría lleno de vida no sólo en la Tierra.

La vida muestra una unidad sagrada en la diversidad de sus manifestaciones, ya que todos los seres vivos son portadores del mismo código genético de base que son los 20 aminoácidos y las cuatro bases nitrogenadas, lo que nos hace a todos parientes y hermanos unos de otros, como se afirma en la Carta de la Tierra y em la encíclica Laudato Si del Papa Francisco. Cada ser tiene un valor en sí mismo.

Cuidar la vida, hacer expandir la vida, entrar en comunión y sinergia con toda la cadena de vida, celebrar la vida y acoger, agradecidos, a la Fuente originaria de toda la vida es la misión singular y específica y el sentido del vivir de los seres humanos sobre la Tierra. No es el chimpanzé, nuestro primate más cercano, ni el caballo o el colibrí quienes cumplen esta misión consciente, sino el ser humano. Esto no le hace el centro de todo. Él es la expresión de la vida, dotada de conciencia, capaz de captar el todo, sin dejar de sentirse parte de él. Él sigue siendo Tierra (Laudato Si, n.2), no fuera o encima de los otros sino en medio de todos y junto con todos como hermano y hermana dentro de la gran comunidad de vida. Así prefiere llamar al “medio ambiente” la Carta de la Tierra. 

Esta, la Tierra, viene entendida como Gaia, superorganismo vivo que sistémicamente organiza todos los elementos y factores para seguir reproduciéndose como viva y generar la inmensa diversidad de vidas. Los humanos emergimos como la porción de Gaia que en el momento más avanzado de su evolución/complejidad comenzó a sentir, pensar, amar, hablar y a adorar. Entonces, cuando el 99,99% estaba ya listo, irrumpió en el proceso evolutivo el ser humano, hombre y mujer. En otras palabras, la Tierra no necesitaba al ser humano para gestar la inmensa biodiversidad. Al contrario, fue ella quien lo generó como expresión mayor de sí misma.

La centralidad de la vida implica una biocivilización que, a su vez, implica concretamente asegurar los medios de vida para todos los organismos vivos y, en el caso de los seres humanos: alimentación, salud, trabajo, vivienda, seguridad, educación y ocio. Si estandardizarmos para toda la humanidad los avances de la tecnociencia ya alcanzados, tendríamos los medios para que todos disfrutasen de servicios de calidad a los que hoy en día sólo tienen acceso los sectores privilegiados y opulentos.

En la modernidad, el saber fue entendido como poder (Francis Bacon) al servicio de la dominación de todos los demás seres, incluidos los humanos, y de la acumulación de bienes materiales por individuos o grupos con exclusión de sus semejantes, gestionando así un mundo de desigualdades, injusto e inhumano. 

Postulamos un poder al servicio de la vida y de los cambios necesarios y exigidos por la vida. ¿Por qué no hacer una moratoria de investigación y de invención en favor de la democratización de los conocimientos e inventos ya acumulados por la civilización para beneficiar a todos los seres humanos, empezando por los millones y millones de destituídos de la humanidad? Son muchos los que sugieren esta medida para que sea asumida por todos. entre nosotros propuesta por el economista-ecologista Ladislau Dowbor de la PUC-SP.

Mientras esto no ocurra, viviremos en tiempos de gran barbarie y de sacrificio del sistema-vida, tanto en la naturaleza como en la sociedad humana mundial.

Este es el gran desafío para el siglo XXI, construir una civilización cuyo centro sea la vida. La economía y la política, al servicio de la vida en toda su diversidad. O bien optamos por este camino o podemos autodestruirnos, pues ya hemos construido los medios para hacerlo, o podemos empezar a tener sabiduría y por fin a crear una sociedad verdaderamente justa y fraternal junto con toda la comunidad de vida, conscientes de nuestro lugar en medio de los demás seres y de la misión singular de cuidar y guardar la herencia sagrada recibida del universo o de Dios (Gn 2,15).

ADENDA

El año cósmico, el universo, la Tierra y el ser humano

Intentemos imaginar que los 13,7 mil millones de años, edad del universo, sean un único año (según Carl Sagan). Veremos cómo a lo largo de los meses de ese año imaginario han ido surgiendo todos los seres hasta llegar a los últimos segundos del último minuto del último día del año. ¿Qué lugar ocupamos? 

El primero de enero sucedió la Gran Explosión.

El primero de marzo surgieron las estrellas rojas. 

El 8 de mayo, la Vía Láctea.

El 9 de septiembre, el Sol. 

El 1 de octubre, la Tierra.

El 29 de octubre, la vida.

El 21 de diciembre, los peces.

El 28 de diciembre a las 8.00 horas, los mamíferos.

El 28 de diciembre a las 18,00 horas, los pájaros.

El 31 de diciembre a las 17.00 horas nacieron los antepasados pre-humanos.

El 31 de diciembre a las 22.00 horas entra en escena el ser humano primitivo, antropoide.

El 31 de diciembre a las 23 horas, 58 minutos y 10 segundos surgió el homo sapiens sapiens.

El 31 de diciembre a las 23 horas, 59 minutos y 56 segundos nació Jesucristo.

El 31 de diciembre a las 23 horas, 59 minutos y 59 segundos Cabral llegó a Brasil.

El 31 de diciembre a las 23 horas, 59 minutos y 59,54 segundos, la Independencia de Brasil.

El 31 de diciembre a las 23 horas, 59 minutos y 59,59 segundos nacimos nosotros. 

Somos casi nada. Pero por ínfimos que seamos a través de nosotros, de nuestros ojos, oídos, inteligencia, la Tierra contempla la grandeur del universo, sus hermanos y hermanas cósmicos. Para eso durante todo el proceso de la evolución todos los elementos se articularon de tal forma que la vida pudiese surgir y nosotros pudiésemos estar aquí y hablar de todo esto. Si hubiese habido alguna pequeña modificación las estrellas no se habrían formado o, formadas, no habrían explotado y así no habría nacido el Sol, ni la Tierra ni los 20 aminoácidos ni las cuatro bases nitrogenadas, y nosotros no estaríamos aquí escribiendo sobre estas cosas. 

Por esta razón el conocido físico inglés Freeman Dyson afirma: «Cuanto más examino el universo y estudio los detalles de su arquitectura, tantas más evidencias encuentro de que el universo de alguna manera debía saber que estábamos en camino» (1979).

*Leonardo Boff es ecoteólogo, filósofo y escritor y ha escrito Covid-19: la Madre Tierra contraataca a la humanidad, Vozes 2020.

Traducción de Mª José Gavito Milano

Maradona, uma metáfora da condição humana

                                        Leonardo Boff

Que é o ser humano? Por mais que todas as ciências tentem definir o ser humano, este continua sendo sempre uma questão aberta. Santo Agostinho (354-430) que durante a vida inteira se preocupava desesperadamente por encontrar uma resposta sobre que é o ser humano, terminou dizendo apenas:”factus sum quaestio magna”: “tornei-me para mim mesmo uma grande questão”. E se calou.

Às vezes não são as ciências nem   as religiões que nos fornecem a melhor imagem (ao invés de uma definição), mas os literatos. A melhor fórmula para mim  encontrei-a em Antoine de Saint Exupéry, o autor do Pequeno Príncipe, em seu romance A Cidadela. Aí ele entende o ser humano como “um noeud de relations” “um nó de relações voltado em todas as direções” Vai além da sexta tese de Marx sobre Feuerbach ao definir “essência humana é o conjunto de suas relações sociais”. Essa visão é redutivista. O ser humano é o conjunto de suas relações totais e em todas as direções e não só sociais. Faz sentido também ainda dizer que ele “é um projeto infinito sempre em busca de seu objeto adequado,nunca encontrável no âmbito em que vive”, o que o leva a transcender este mundo.

À parte desta busca sem fim, cabe seguramente dizer que ele é um ser complexo e a conjunção de duas dimensões que sempre ocorrem nele conjuntamente: o positivo e o negativo, o luminoso e obscuro, o inteligente (sapiens) e o demente (demens), a pulsão de vida (eros) e a pulsão de morte (thánatos), o utópico e o histórico, a realização e a frustração, a derrota e a vitória, a gentileza e a boçalidade, a cordialidade a rudeza, o poético e o prosaico, o dia-bolico (que divide) e o sim-bólico (que une), o equilíbrio e o excesso, o caos e o cosmos Esta dualidade não é um defeito de criação. É a condição humana real. Esta mesma estrutura se encontra no cosmos (ordem e desordem) e em cada ser vivo e inerte (autônomo e integrado).Temos a ver com uma constante universal.

Desafio para cada ser humano não é negar uma das partes, o que seria impossível e ela voltaria furiosa, mas como integrar esta dualidade, encontrar um justo equilíbrio dinâmico, sempre por fazer, de forma que possa construir sua identidade, seu projeto de vida e buscar a felicidade possível aos filhos e filhas de Adão e de Eva.

Ocorre, entretanto, que existe o trágico na vida humana, tão plasticamente  representado pelos teatros gregos. O excesso,o demencial e o dia-bólico (o que cinde ) pode tomar conta da pessoa, inundar-lhe consciência e faze-la escrava da dimensão do obscuro.

O arquétipo do herói/heroína nos pode ajudar a entender esse drama. Não o herói/heroína convencional das sagas de guerra e das novelas. Mas no sentido da moderna psicanálise. Cada pessoa pode ser herói/heroína na forma como trabalha esta dualidade, consegue integrá-la e realizar seu processo de individuação.Há vários tipos de heróis/heroínas: o resistente,o peregrino,o lutador, o mártir e outros.

Escrevo tudo isso a propósito da figura do genial jogador argentino de futebol Diego Maradona. Vê-lo em campo era um espetáculo por si só. Driblava com uma inteligência sumamente criativa; um sentido único de oportunidade. Pequeno, 1,65 de altura, robusto e com uma velocidade inacreditável.Toda comparação é odiosa, pois cada um é um e irrepetível. Mas Maradona excele  sobre qualquer jogador ainda em atividade. Será uma referência mundial imarcessível.

Mas eis que irrompeu a tragédia: foi tomado pela dependência química da qual nunca se libertou totalmente. Era tão humano que não escondia sua dependência.“Sabe que jogador eu teria sido se não tivesse usado drogas?” se perguntava com humor. “Tenho 53 anos, mas é como se tivesse 78. Minha vida não foi normal, digamos. 53 anos? Eu vivi 80.” Morreu aos 60 anos. Ele foi um herói resistente (del aguante) tragado pelo lado do obscuro e do excesso.

Vale recordar: jogava com os pés agilíssimos e com a cabeça que marcava gols notáveis. Mas sua cabeça também pensava e definia em que lado se colocava no espectro social: do lado dos oprimidos, simbolizados por Fidel Castro e por Lula. E o anunciava publicamente.

O povo argentino, tão sofrido por problemas internos políticos, o elevou ao mais alto ponto da exaltação a ponto de penetrar no  espaço do Numinoso e chama-lo de “deus”. Faltavam-lhe palavras para admirar o seu “Pibe” “o  divino infante”. Há que se entender corretamente tal exaltação que ocorre sempre quando o entusiasmo supera todos os limites e encontra nas palavras do Numinoso sua melhor expressão.

Uno-me ao encantamento de sua arte e solidarizo-me a tantos do povo argentino em lágrimas, que com Maradona ganhavam a força de superar dificuldades e manter a alegria de viver. Uniu em si o humano e o inhumano, como nos recorda Nietzsche, pois ambos, o humano e o excessivamente humano, pertencem ao humano: luminoso e obscuro, heroico mesmo vencido.

Leonardo Boff é teólogo, filósofo e escritor e escreveu “Tempo de Transcendência:o ser humano como projeto infinito” Animus/Anima, Petrópolis.

A vida como centro: a biocivilização na pós–pandemia

                                    Leonardo Boff

Na compreensão dos grandes cosmólogos que estudam o processo da cosmogênese e da biogênese, a culminância desse processo não se realiza no ser humano. A grande emergência é a vida em sua imensa diversidade e àquilo que lhe pertence essencialmente que é o cuidado. Sem o cuidado necessário nenhuma forma de vida subsistirá (cf. Boff, L., O cuidado necessário, Vozes, Petrópolis 2012).

É imperioso enfatizar: a culminância do processo cosmogênico não se dá no antropocentrismo, como se o ser humano fosse o centro de tudo e os demais seres só ganhariam singificado quando ordenados a ele e ao seu uso e desfrute. O maior evento da evolução é a irrupção da vida em todas as suas formas, também na forma humana consciente e livre.

O conhecido cosmólogo da Califórnia Brian Swimme junto com o antropólogo das culturas e teólogo Thomas Berry afirma em seu livro The Universe Story (1999): Somos incapazes de nos libertar da convicção de que, como humanos, nós somos a glória e a coroa da comunidade terrestre e perceber que somos, isso sim, o componente mais destrutivo e perigoso dessa comunidade”. Esta constatação aponta para a atual crise ecológica generalizada afetando o inteiro planeta, a Terra.

Biólogos (Maturana, Wilson, de Duve, Capra, Prigogine) descrevem as condições dentro das quais a vida surgiu, a partir de um alto grau de complexidade e quando esta complexidade se encontrava fora de seu equilíbrio, em situação de  caos. Mas o caos não é apenas caótico. É também generativo. Esconde dentro de si novas ordens em gestação e várias outras complexidades, entre elas a vida humana.

Os cientistas evitam definir o que seja a vida. Constatam que representa a emergência mais surpreendente e misteriosa de todo o processo cosmogênico. Tentar definir a vida, reconhecia Max Plank, é tentar definir a nós mesmos, realidade que, em último termo, não sabemos definitivamente o que e quem somos. 

O que podemos afirmar seguramente é que a vida humana é um sub-capítulo do capítulo da vida. Vale enfatizar: a centralidade cabe à vida. A ela se ordena a infra-estrutura físico-química e ecológica da evolução que permitiu a imensa diversidade de vidas e  dentro delas, a vida humana, consciente, falante e cuidante.

De mais a mais, somente 5% da vida é visível, os restantes 95% é invisível, compondo o universo dos micro-organismos (bactérias, fungos e virus) que operam no solo e no subsolo, garantindo as condições de emergência e manutenção da fertilidade e vitaldade da Mãe Terra.

Tenta-se entender a vida como auto-organização da matéria em altíssimo grau de interação com o universo, com a teia incomensurável de relações de todos com todos e com  tudo o mais que está emergindo em todas as partes do universo.  

Cosmólogos e biólogos sustentam: a vida comparece como a suprema expressão  da “Fonte Originária de todo o ser” ou “Daquele Ser que faz ser todos os seres”, o que  para a teologia representa a metáfora, talvez a mais adequada, para Deus. Deus é tudo isso e mundo mais. É Mistério em sua essência e também é mistério para nós. A vida  não vem de fora mas emerge do bojo do processo cosmogênico ao atingir um altíssimo grau de complexidade.

O prêmo Nobel de biologia, Christian de Duve, chega a afirmar que em qualquer lugar do universo quando ocorre tal nível de complexidade, a vida emerge como imperativo cósmico (Poiera vital:  a vida como imperativo cósmico,Rio de Janeiro 1997). Nesse sentido o universo estaria repleto de vida não somente na Terra.

A vida mostra uma unidade sagrada na diversidade de suas manifestações pois todos os seres vivos carregam o mesmo código genético de base que são os 20 aminoácidos e as quatro bases nitrogenadas, o que nos torna a todos parentes e irmãos e irmãs uns dos outros como o afirma a Carta da Terra e a Laudato Si do Papa Francisco. Cada ser possui um valor em si mesmo.

Cuidar da vida, fazer expandir a vida, entrar em comunhão e sinergia com toda a cadeia de vida,  celebrar a vida e acolher, agradecidos, a Fonte originária de toda a vida: eis  a missão singular e específica e o sentido do viver dos seres humanos sobre a Terra. Não é o chimpanzé, nosso primata mais próximo, nem o cavalo ou o colibri que cumprem esta missão consciente, mas é o ser humano. Isso não o faz o centro de tudo. Ele é a expressão da vida, dotada de consciência, capaz de captar o todo, sem deixar de sentir-se parte dele. Ele continua a ser Terra (Laudato Si,n.2), não fora e acima dos outros mas no meio dos outros e junto com os outros como irmão e irmã dentro da grande comunidade de vida. Assim prefere chamar o “meio ambiente” a Carta da Terra.

Esta, a Terra, vem entendida como  Gaia, super-organism0 vivo que sistemicamente organiza todos os elementos e fatores para continuar e se reproduzir como viva e gerar a imensa diversidade de vidas. Nós humanos emergimos  como a porção de Gaia que no momento mais avançado de sua evolução/complexificação começou a sentir, a pensar, a amar, a  falar  e a venerar. Então irrompeu no processo evolucionário quando 99,99% estava tudo pronto, o ser humano, homem e mulher. Em outras palavras, a Terra não precisou do ser humano para gestar a imensa biodiversidade. Ao contrário foi ela que o gerou como expressão maior de si mesma.

A centralidade da vida implica uma biocivilização que,por sua vez, comporta concretamente assegurar os meios de vida para todos os organismos vivos e, no caso dos seres humano: alimentação, saúde, trabalho,  moradia,  segurança, educação e lazer. Se estandartisássemos para  toda a humanidade os avanços da tecnociência já alcançados, teríamos os meios para  todos gozarem dos serviços com qualidade que hoje somente setores privilegiados e opulentos têm acesso.

Na modernidade, o saber foi entendido como poder (Francis Bacon) a serviço da dominação de todos os demais seres, inclusive dos humanos e da acumulação de bens materiais de indivíduos ou de grupos com a exclusão de seus semelhantes, gestando assim um mundo de desigualdades, injusto e desumano.

Postulamos um poder a serviço da vida e das mudanças necessárias e exigidas pela vida. Por que não fazer uma moratória de investigação e de invenção em favor da democratização do saber e das invenções já acumuladas pela civilização para beneficiar a todos os seres humanos, começando pelos milhões e milhões destituídos da humanidade? São muitos que sugerem esta medida, a ser assumida por todos e, entre nós, proposta palo economista-ecologista Ladislau Dowbor da PUC0-SP.

Enquanto isso não ocorrer, viveremos tempos de grande barbárie e de sacrificação do sistema-vida, seja na natureza seja na sociedade humana mundial.

Este constitui o grande desafio para o século XXI, construir uma civilização cujo centro seja a vida. A economia e a política a serviço da vida em toda a sua diversidade. Ou optamos por esta via ou podemos nos autodestruir, pois construímos já os meios para isso ou podemos também começar, finalmente, a criar uma sociedade verdadeiramente justa e fraternal junto com toda a comunidade de vida, conscientes de nosso lugar no meio dos demais seres e da missão singular de cuidar e de guardar a herança sagrada recebida do universo ou de Deus (Gn 2,15).

                                             ADENDO

O ano cósmico, o universo, a Terra e o ser humano

Tentemos imaginar que os 13.7 bilhões de anos,  idade do universo, sejam um único ano (apud Carl Sagan). Veremos como ao longo dos meses desse ano imaginário foram surgindo todos os seres até os últimos segundos do último minuto do último dia do ano.Qual é o lugar que nós ocupamos?

         A primeiro de janeiro ocorreu a Grande Explosão.

         A primeiro de março       surgiram  as estrelas      vermelhas

         A 8 de maio, a Via Láctea

         A 9 setembro, o Sol

         A 1 de outubro, a Terra

         A 29 de outubro, a vida

         A 21 de dezembro, os peixes

         A 28 de dezembro  às 8.00 horas, os mamíferos

         A 28 de dezembro às 18,00 horas, os pássaros

         A 31dezembro  às  17.00   horas   nasceram os                             antepassados pre-humanos

         A 31 de dezembro às 22.00 horas entra em cena            o ser                          humano primitivo, antropoide.

        A 31dezembro  às  23  horas,   58          minutos    e               10            segundos   surgiu   o  homem       sapiens            sapiens.

        A 31 de dezembro às 23.00 horas, 59 minutos e                   56                 segundos nasceu Jesus Cristo

        A 31 de dezembro às 23.00 horas 59 minutos e                                  59,segundos  Cabral chegou ao Brasil

       A 31 de dezembro às 23 horas, 59 minutos e     59,54                   segundos,  se fez a Independência   do Brasil.

      A 31 de dezembro às 23  minutos e     59.59   segundos  nós            nascemos.

Somos quase nada. Mas por ínfimos que sejamos é através de nós, de nossos olhos,ouvidos, inteligênci a Terra contempla  a grandeur do universo, seus irmãos e irmãs cósmicos. Para isso todos os elementos durante todo o processo da evolução  se articularam de tal forma que a vida pudesse surgir  e nós pudéssemos estar aqui e falar disso tudo. Se tivesse havido alguma pequena modificação as estrelas ou não se teriam formado ou, formadas, não teriam explodido e assim  não teria havido o Sol, a Terra nem os 20 aminoácidos e as quatro bases nitrogenadas e nós não estaríamos aqui escrevendo sobre estas coisas.

Por esta razão testemunha o conhecido físico da Grã-Bretanha Freeman Dyson:” Quanto mais examino o universo e estudo os detalhes de sua arquitetura, tanto mais evidências encontro de que o universo, de alguma maneira, devia ter sabido que estávamos a caminho” (1979).

Leonardo Boff é ecoteólogo, filósofo e escritor e escreveu Covid-19:a Mãe Terra contra-ataca a humanidade, Vozes, 2020.