Ante el futuro, desencanto o esperanzar

Estamos en pleno 2021, año que no ha acabado porque la Covid-19 ha anulado la cuenta del tiempo al continuar su obra letal. El 2022 no puede ser inaugurado todavía. El hecho es que el virus ha puesto de rodillas a todos los poderes, especialmente a los militaristas, pues su arsenal de muerte se ha hecho totalmente ineficaz.

No obstante, el genio del capitalismo, a propósito de la pandemia, hizo que la clase capitalista transnacional se reestructurase mediante el Great Reset (el Gran Reinicio), expandiendo la reciente economía digital mediante la integración de los gigantes: Microsoft, Facebook, Apple, Amazon, Google, Zoom y otros con el complejo militar-industrial-de seguridad. Tal evento representa la formación de un poder inmenso, nunca antes habido. Notemos que se trata de un poder económico de naturaleza capitalista y que por lo tanto realiza su propósito esencial de maximización de los lucros de forma ilimitada, explotando sin consideración a los seres humanos y a la naturaleza.

La consecuencia de esta radicalización del capitalismo confirma lo que un sociólogo de la universidad de California-Santa Bárbara, William I. Robinson bien ha observado en un artículo reciente (ALAI 20/12/2021): “A medida que el mundo se vaya librando de la pandemia, habrá más desigualdad, conflictos, militarismo y autoritarismo, y en esta misma medida aumentarán las convulsiones sociales y los conflictos civiles. Los grupos dominantes se empeñarán en expandir el estado policial global para contener a los descontentos en masa, venidos de abajo”. En efecto, se utilizará la inteligencia artificial con sus billones de algoritmos para controlar a cada persona y a la sociedad entera. ¿Ese poder brutal adónde llevará a la humanidad?

Sabiendo de la lógica inexorable del sistema capitalista, Max Weber, uno de los que mejor la analizaron críticamente, afirmó un poco antes de morir: “Lo que nos espera no es el florecimiento del otoño, nos espera una noche polar, gélida, sombría y ardua (Le Savant et le Politique, Paris 1990, p. 194). Acuñó la fuerte expresión que apunta al corazón del capitalismo: él es una “jaula de hierro”(Stahlartes Gehäuse) que no consigue romper y, por eso, nos puede llevar a una gran catástrofe (cf. el pertinente análisis de M.Löwy, La jaula de hierro: Max Weber y el marxismo weberiano, México 2017). Esta opinión es compartida por grandes nombres como Thomas Mann, Oswald Spengler, Ferdinand Tönnies, Eric Hobsbawn, entre otros. Varios modelos de sociedad-mundo están siendo discutidos para la pos-pandemia. Los más importantes, además del Great Reset de los multibillonarios, son: el capitalismo verde, el ecosocialismo, el bien vivir y convivir de los andinos, la biocivilización, de varios grupos y del Papa Francisco entre otros. No cabe aquí detallar tales proyectos, cosa que hice en el libro Covid-19: La Madre Tierra contraataca a la Humanidad ( Vozes 2020). Solamente diría: o cambiamos de paradigma de producción, de consumo, de convivencia y, especialmente, de relación con la naturaleza, con respeto y cuidado, sintiéndonos parte de ella y no sobre ella como dueños y señores, o se realizará el pronóstico de Max Weber: de 2030 hasta 2050 como máximo podremos conocer un armagedón ecológico-social extremadamente dañino para la vida y para la Tierra.

En este sentido, mi sentimiento del mundo me dice que quien irá a destruir el orden del capital, con su economía, política y cultura, no será ningún movimiento o escuela de pensamiento crítico. Será la propia Tierra, planeta limitado que ya no soporta un proyecto de crecimiento ilimitado. El visible cambio climático, objeto de discusión y de toma de decisiones (prácticamente ninguna) de las últimas COPs de la ONU, el agotamiento creciente de los bienes y servicios naturales fundamentales para la vida (The Earth Overshoot) y la amenaza de ruptura de los principales nueve límites planetarios, que no pueden ser rotos sino al precio del colapso de la civilización, son algunos indicadores de una tragedia inminente.

Un número significativo de especialistas en clima afirman que llegamos demasiado tarde. Con lo ya acumulado de gases de efecto invernadero no podremos contener la catástrofe, podremos solamente con ciencia y tecnología disminuir sus efectos desastrosos. Pero la gran crisis irreversible vendrá. Por eso se han vuelto escépticos y hasta tecnofatalistas.

¿Seremos pesimistas resignados o adeptos, en el sentido de Nietzsche, a la “resignación heroica”? Estimo, como decía un presocrático, que debemos esperar lo inesperado, pues si no lo esperamos cuando llegue no lo percibiremos. Lo inesperado puede ocurrir dentro de la perspectiva cuántica: el sufrimiento actual a causa de la crisis sistémica no será en vano; está acumulando energías beneficiosas que, al alcanzar cierto nivel de complejidad y de acumulación, darán un salto hacia otro orden más alto con un nuevo horizonte de esperanza para la vida y para el planeta vivo, Gaia, la Madre Tierra. Paulo Freire acuñó la expresión esperanzar: no quedarnos esperando que la situación mejore algún día sino crear las condiciones para que la esperanza no sea vana, sino que con nuestro empeño la hagamos efectiva.

Creo que, con nuestra participación, ese salto podrá ocurrir y estaría dentro de las posibilidades de la historia del universo y de la Tierra: del actual caos destructivo podemos pasar a un caos generativo de un nuevo modo de ser y de habitar el planeta Tierra.

En esto creo y espero, reforzado por la palabra de la Revelación que afirma: “Dios creó todas las cosas por amor porque es el apasionado amante de la vida” (Sabiduría 11,26). Él no permitirá que terminemos  trágicamente así. Todavía viviremos bajo la luz benevolente del sol.

*Leonardo Boff, ecoteólogo, filósofo y escritor, ha escrito El doloroso parto de la Madre Tierra: una sociedad de fraternidad sin fronteras y de amistad social, Vozes 2021; Habitar la Tierra:¿cuál es el camino para la fraternidad universal?, Vozes 2021.

Traducción de MªJosé Gavito Milano

Publicidade

The iron cage” of Capital will produce ” a polar, icy, dark and arduous night”?                                                                  

We are still in 2021, a year that did not end because Covid-19 cancelled the counting of time by continuing its lethal work. 2022 could not, for now, be inaugurated. The fact is that the virus has brought all powers, especially the militaristic ones, to their knees, as their arsenal of death has become totally ineffective.

However, the genius of capitalism, regarding the pandemic, has caused the transnationalized capitalist class to restructure itself through the Great Reset, expanding the new digital economy through the integration of the giants: Microsoft, Facebook, Apple, Amazon, Google, Zoom, and others with the military-industrial-security complex.

Such an event represents the formation of an immense power, the like of which has never been seen before. Let us note that this is an economic power of a capitalist nature, and that it therefore realizes its essential purpose, that of maximizing profits in an unlimited way, exploiting, without consideration, human beings and nature. Accumulation is not a means to a good life but an end in itself, that is to say, accumulation for accumulation’s sake, which is irrational.

The consequence of this radicalization of capitalism confirms what a sociologist from the University of California at Santa Barbara, William I. Robinson, in a recent article, has well observed (ALAI 20/12/2021): “As the world shakes off the pandemic, there will be more inequality, conflict, militarism, and authoritarianism, and as social upheaval and civil strife increase, the dominant groups will seek to expand the global police state to contain the mass discontent from below”. In effect, artificial intelligence with its billions upon billions of algorithms will be used to control each person and the entire society. Where will this brutal power take humanity?

Knowing the inexorable logic of the capitalist system, Max Weber, one of those who best analyzed it critically, shortly before his death, asserted: “What awaits us is not the blooming of autumn, but a polar, icy, dark and arduous night (Le Savant et le Politique, Paris 1990, p. 194). He coined a strong expression that strikes at the heart of capitalism: it is an “iron cage” (Stahlartes Gehäuse) that cannot be broken and, therefore, can lead us to a great catastrophe (cf. the pertinent analysis of M. Löwy, La jaula de hierro: Max Weber y el marxismo weberiana, México 2017). This opinion is shared by great names such as Thomas Man, Oswald Spengler, Ferdinand Tönnies, Eric Hobsbown, among others.

Various world-society models are being discussed for the post-pandemic. The most important ones, besides the Great Reset of the billionaires, are: green capitalism, ecosocialism, the Andean bien vivir and convivir, biocivilization, of various groups and Pope Francis, among others. It is not up to me here to detail such projects, which I have done in the book Cvid-19:A Mãe Terra contra-ataca a Humanidade (Vozes 2020). I would only say: either we change the paradigm of production, consumption, coexistence, and especially the relationship with nature, with respect and care, feeling part of it and not over it as owners and lords, or else Max Weber’s prognosis will come true: we may from 2030 to at most 2050, experience an ecological-social Armageddon extremely harmful to life and to the Earth.

In this sense, my feeling of the world tells me that the one who will destroy the order of capital, with its economy, politics, and culture, would not be any mill or school of critical thinking. It would be the Earth itself, a limited planet that can no longer support a project of unlimited growth. The visible climate change, object of discussion and decision making (practically none) of the last UN COPs, the increasing depletion of natural goods and services, fundamental for life (The Earth Overshoot) and the threat of breaking the main nine bounderies of development that cannot be broken at the price of the collapse of civilization, are some indicators of an imminent tragedy.

A significant number of climate experts say that we are too late. With the already accumulated greenhouse gases we will not be able to contain the catastrophe, only, with science and technology, to lessen its disastrous effects. But the great irreversible crisis will come. That is why they have become skeptics and even techno-fatalists.

Are we resigned pessimists or, in Nietzche’s sense, supporters of “heroic resignation”? I think, as a pre-Socratic said: we should expect the unexpected, because if we don’t expect it, when it comes, we will not perceive it. The unexpected may occur, within the quantum perspective assumed by the new cosmoloy: the current suffering due to the systemic crisis will not be in vain; it is accumulating benign energies that, upon reaching a certain level of complexity and accumulation, will make a leap to another, higher order with a new horizon of hope for life and for the living planet, Gaia, Mother Earth. Paulo Freire coined the expression to hope: not to keep hoping that one day the situation will improve, but to create the conditions for hope not to be empty, but to make it effective through our efforts.

I believe that this leap, with our participation, specily  the victims of the exploitetion of the capitalism, can occur and would be within the possibilities of the history of the universe and the Earth: from the current destructive chaos, we can move on to a generative chaos of a new way of being and inhabiting planet Earth.

This is what I believe and hope for, reinforced by the word of Revelation that states: “God created all things out of love because He is the passionate lover of life” (Wisdom 11,26). We will still live under the benevolent light of the sun.

Leonardo Boff, ecotheologist, philosopher, and writer, has written The painful birth of Mother Earth: a society of fraternity without borders and of social friendship, Vozes 2021; Inhabiting the Earth: what is the way to universal fraternity?  Vozes 2121.

Desencanto face ao futuro e o esperançar

 Estamos num pleno 2021, ano que não acabou porque o Covid-19 anulou a contagem  do tempo por continuar sua obra letal. O 2022 não pôde ainda ser inaugurado. O fato é que o vírus colocou de joelhos todos os poderes,especialmente, os militaristas, pois  seu arsenal de morte fez-se totalmente ineficaz.

No entanto, o gênio do capitalismo, a propósito da pandemia, fez com que a classe capitalista transnacioalizada se reestruturasse mediante o Great Reset (a Grande Reinicialização), expandindo a recente economia digital mediante a integração dos gigantes: Microsolft,  Facebook, Apple, Amazon, Google, Zoom e outros com o complexo militar-industrial-segurança. Tal evento representa a formação de um poder imenso, nunca havido antes. Notemos que se trata de um poder econômico de natureza capitalista  e que, portanto, realiza seu propósito essencial, o de de maximização  dos lucros de forma ilimitada, explorando, sem consideração, os seres humanos e a natureza.

A consequência desta radicalização do capitalismo  confirma o que  um sociólogo da universidade da Califórnia em Santa Bárbara, William I.Robinson, num artigo recente, bem observou (ALAI 20/12/2021):”À medida em que o mundo vai lse ivrando da pandemia, haverá mais desigualdade, conflitos, militarismo e autoritarismo e nesta mesma medida aumentarão as convulsões sociais e os conflitos civis; os grupos dominantes se empenharão por expandir o estado policial global para conter os descontentes em massa, vindos de baixo”. Com efeito, utilizar-se-á a inteligência artificial com seus bilhões e bilhões de algoritmos para controlar cada pessoa e a sociedade inteira. Esse brutal poder levará a humanidade para onde?

Sabendo da lógica inexorável do sistema capitalista, Max Weber, um dos que melhor criticamente a analisou, um pouco antes de morrer asseverou:”O que nos aguarda não é o florescimento do outono, nos aguarda uma noite polar, gélida, sombria e árdua (Le Savant et le Politique, Paris 1990, p. 194). Ele cunhou a expressão forte que atinge o coração do capitalismo: ele é uma”jaula de ferro”(Stahlartes Gehäuse) que não consegue romper e, por isso, nos pode levar a uma grande catástrofe (cf.a pertinente análise de M.Löwy, La jaula de hierro: Max Weber y el marxismo weberiana, México 2017). Essa opinião é compartida por grandes nomes como Thomas Man, Oswald Spengler,Ferdinand Tönnies, Eric Hobsbown, entre outros.Vários modelos de sociedade-mundo estão sendo discutidos para o pós-pandemia. Os mais importantes além do Great Reset dos bilhardários, são: o capitalismo verde, o ecosocialismo, o bien vivir e convivir dos andinos, a biocivilização, de vários grupos e  do Papa Francisco entre outros. Não cabe aqui detalhar tais projetos,coisa que fiz no livro Cvid-19:A Mãe Terra contra-ataca a Humanidade ( Vozes 2020). Apenas diria: ou mudamos de paradigma de produção, de consumo, de convivência e,especialmente, de relação para com a natureza, com respeito e cuidado ,sentindo-nos parte dela e não  sobre ela como donos e senhores, ou então realizar-se-á o prognóstico de Max Weber: poderemos de 2030 até no máximo 2050, conhecer um armagedon ecológico-social extremamente danoso para a vida e para a Terra.

Neste sentido, meu sentimento do mundo me diz que quem irá destruir a ordem do capital, com sua economia, política e cultura, não seria nenhum moimento ou escola de pensamento crítico. Seria a própria Terra, planeta limitado que não suporta mais um projeto de crescimento ilimitado. A visível mudança climática, objeto de discussão e de tomada de decisão (praticamente nenhuma) das últimas COPs da ONU, o esgotamento crescente dos bens e serviços naturais, fundamentais para a vida (The Earth Overshoot) e a ameaça de  rompimento das principais das nove barreiras do desenvolvimento que não podem ser rompidas a preço do colapso da civilização, são alguns indicadores de uma iminente tragédia.

Um número significativo de especialistas em clima  afirmam que chegamos tarde demais. Com o já acumulado de gases de efeito estufa não poderemos conter a catástrofe, apenas, com ciência e tecnologia, minorar seus efeitos desastrosos. Mas a grande crise irreversível  virá. Por isso se fizeram céticos e  até tecnofatalistas.

Seremos pessimistas resignados ou, no sentido de Nietzche, adeptos da “resignação heróica”? Estimo, como dizia um pré-socrático: devemos esperar o inesperado, pois, se não o esperarmos, quando ele vier, não o perceberemos. O inesperado pode ocorrer, dentro da perspectiva quântica: o sofrimento atual por causa da crise sistêmica não será em vão; ele está acumulando  energias benfazejas que, ao atingir certo nível de complexidade e de acumulação, darão um salto para uma outra ordem mais alta com um novo horizonte de esperança para a vida e para o planeta vivo, Gaia, a Mãe Terra. Paulo Freire cunhou a expressão esperançar:  não ficar esperando que um dia a situação irá melhorar mas criar as condições para que a esperança não seja vã, senão que, com nosso empenho, a façamos efetiva.

Creio que esse salto, com a nossa participação, poderá ocorrer e estaria dentro das possibilidades da história do universo e da Terra: do atual caos destrutivo, podemos passar para um caos generativo de um novo modo de ser e de habitar o planeta Terra.

É nisso que creio e espero, reforçado pela palavra da Revelação que afirma: “Deus criou todas as coisas por amor porque é o apaixonado amante da vida”(Sabedoria 11,26).Ele não permitirá que terminemos assim tragicamente. Ainda viveremos sob a luz benevolente do sol.

Leonardo Boff, ecoteólogo, filósofo e escritor.Escreveu O doloroso parto da Mãe Terra: uma sociedade de fraternidade sem fronteira e de amizade social,Vozes 2021; Habitar a Terra:qual o caminho para a fraternidade universal?  Vozes 2121.

Schritte zur Bekämpfung des Faschismus und der Politik des Hasses

Dieser Artikel ist denjenigen gewidmet, die für die verwundete Demokratie und die Rettung des verwüsteten Landes kämpfen.   

Politische Kräfte, Feinde des Lebens, haben sich mit dem Coronavirus verbündet und begünstigen die Dezimierung von mehr als 600 Tausend Menschenleben. Ihr Ziel ist es, uns in die vormoderne Zeit zurückzuversetzen, unsere Kultur und Wissenschaft zu demontieren, Arbeits- und Sozialversicherungsrechte zu unterdrücken, Lügen und feigen Hass auf die Armen, die Indigenen, die Quilombolas, die Afro-Nachkommen, die Homoaffektiven und die LGBTI zu verbreiten.

Ideologisch sind diese Kräfte ultrakonservativ und eindeutig faschistisch. Sie haben die höchste Macht in der Republik erlangt. Der wichtigste Vertreter dieser Kräfte will mit allen Mitteln, auch gegen das Gesetz, wiedergewählt werden. Als Parlamentarier hat er Folterknechte verherrlicht und Diktaturen verteidigt. Als Staatschef war er nachsichtig mit der großflächigen Verbrennung des Amazonaswaldes, mit den Holzfällern und mit dem Eindringen des Bergbaus und der Goldgewinnung, auch auf indigenem Land. Er beging Verbrechen gegen die Menschlichkeit, indem er die Covid-19-Impfungen leugnete und sich unsensibel und ohne jegliches Einfühlungsvermögen für das Leid Tausender von Hinterbliebenen und Millionen von Arbeitslosen und Hungernden zeigte.

Leider haben wir die Schwäche, ja sogar das Fehlen unserer offiziellen oder rechtlichen Institutionen und die geringe Intensität unserer Demokratie gesehen, die, gemessen an der sozialen Gerechtigkeit und der Achtung der Rechte, eher wie eine große offizielle Farce wirkt. Es wurde nichts oder nur wenig getan, um diese unheimliche, autoritäre, faschistische Figur zu entfernen. Sie dürfen nicht ungerührt dem Verfall der Bevölkerung, der Kultur, der Politik und des Geistes in unserem Land zusehen.

Angesichts dieser historischen Tragödie müssen wir durch Wahlen dem Todestrieb der Exekutive und ihrer Helfer Einhalt gebieten. Es ist notwendig, dieser Person, die sich als geisteskrank, unwürdig, bösartig und unfähig erwiesen hat, das brasilianische Volk zu regieren, eine vernichtende Wahlniederlage zuzufügen. Er verdient es, auf legale Weise von der politischen Bühne entfernt zu werden und für seine Verbrechen zu bezahlen, damit wir endlich mit einem Minimum an gerechter und nachhaltiger Entwicklung, mit sozialem Frieden, mit offener Freude und mit kollektivem Glück leben können.

Um diese politische und ethische Sorgfalt innerhalb der Grenzen der Verfassung und der demokratischen Rechtsordnung zu erreichen, ist es meiner Meinung nach wichtig, folgende Schritte zu unternehmen:

Erstens sollte möglichst schon in der ersten Runde jemand zum Präsidenten gewählt werden, der Charisma hat, das Vertrauen der großen Mehrheiten genießt und in der Lage ist, uns aus dem dunklen Brunnen zu ziehen, in den wir gestürzt wurden. Er hat bereits bewiesen, dass er in der Lage ist, diese Erlösung zu erreichen. Seinen Namen braucht er nicht zu nennen, denn er ist bereits als Sieger aus den Wahlen hervorgegangen.

Zweitens reicht es nicht aus, einen Präsidenten mit solchen Eigenschaften zu wählen. Es ist von grundlegender Bedeutung, ihm eine zahlreiche parlamentarische Basis zu garantieren, damit die Präsidentschaftskoalition nicht die Ideale und Ziele gefährdet, die in den Ursprüngen vorhanden und einlösbar sind, wie die Option für eine Sozialpolitik, die den großen verarmten und unterdrückten Mehrheiten dient, mit Transparenz, mit der Ethik der Solidarität, beginnend mit den Schwächsten, und mit einer aktiven und stolzen Souveränität. Bündnisse mit Parteien eingehen, die mit sozialen und volksnahen Zielen übereinstimmen. Die Bündnisse werden mit Parteien geschlossen, die ähnliche Ziele und eine ähnliche öffentliche Politik verfolgen. Ebenso wichtig ist es, die Wahl von Gouverneuren und zu gegebener Zeit von Bürgermeistern und Stadträten zu gewährleisten, die in den Regionen und an der Basis die Zentralregierung mit einem Sinn für soziale Gerechtigkeit und Sorge für das Leben der Menschen und der Natur unterstützen.

Drittens und am wichtigsten ist es, die Arbeit an der Basis zu verstärken und, wo nötig, wieder aufzunehmen, indem man Volkskomitees aller Art organisiert, damit sie sich an den bereits bestehenden Organisationen beteiligen und sich mit ihnen artikulieren können, z.B. in den Bereichen Gesundheit, Bildung, Gleichstellung der Geschlechter u. a., und so ein Bürgerbewusstsein schaffen. Es reicht nicht aus, die Eingliederung in das derzeitige perverse und volksfeindliche System zu garantieren, sondern ein verändertes Bewusstsein zu schaffen, das auf eine andere Art von Gesellschaft mit partizipativer, sozialer und ökologischer Demokratie hinweist.

Diese Arbeit an der Basis ist unabdingbar, wenn wir die Bedingungen für einen Wandel schaffen wollen, der von unten kommt, und fortschrittliche und freiheitliche Bewegungen schaffen wollen, die Träume in lebensfähige, alltägliche Praktiken umsetzen. Auf dieser Ebene, in der ersten Etage, wird das Neue geprobt und die notwendige Energie für die Neugründung eines neuen Brasiliens genährt, gegen die Verlängerung der historischen Abhängigkeit, gegen den “vira-latismo”, der in den Eliten der Rückständigkeit präsent ist, und gegen das Oligopol der Medien, den ideologischen Arm der herrschenden Klasse, Erbe der Casa Grande.

Wir sind davon überzeugt, dass dieses zerstörerische Chaos vorübergehen und in ein vielversprechendes, generatives Chaos einer neuen, höheren, gerechteren, geschwisterlichen und fürsorglicheren Ordnung für alles Leben übergehen wird: kurz gesagt, eines Brasiliens, in dem wir Freude am Leben und am Zusammenleben mit der Gerechtigkeit haben werden, wo es leichter sein wird, die Liebe und Heiterkeit zu haben, die die Besten von uns auszeichnen.

Leonardo Boff Ecotheooge und Schriftsteller.