El rescate de las brujas

Los estudios de los últimos decenios han rescatado muchos conceptos, considerados como peyorativos por el sentido común. Así la categoría en filosofía y exégesis bíblica del mito, de las divinidades paganas, ya no se ven como entidades subsistentes en sí mismas sino como energías poderosas presentes en el ser humano y en el universo, la categoría del chamán, cuya energía creadora y curadora está presente de alguna forma en todos pero concentrada en algunas personas especiales.

Así ocurrió con la categoría de la bruja, considerada una entidad maléfica y fea al lado del hada mimosa y bella. Hubo épocas siniestras entre 1450-1750 caracterizadas por la caza de brujas. La Iglesia y el estado actuaron juntos, especialmente la Iglesia Católica (pero también otras Iglesias históricas no católicas), que instituyó la Inquisición en 1233 bajo el Papa Gregorio II.

Mujeres conocedoras de saberes curativos, manipuladoras de yerbas y practicantes de bendiciones eran tenidas como portadoras de un poder venido del diablo. En casi toda Europa, especialmente en España y en Alemania eran acusadas, juzgadas, castigadas y la mayoría condenadas a la hoguera. Se calcula que murieron en la hoguera unas 50-60 mil. 

Incluso en el Brasil colonial y esclavócrata entre 1749-1770 varias mujeres de poder, todas negras, fueron juzgadas y condenadas a muerte. La última víctima fue en 1782 en Suiza. Actualmente, en Estados unidos y Europa en general, pero también entre nosotros en Brasil las feministas están rescatando con fuerza la categoría positiva de la bruja. 

¿Por qué eran condenadas? Por ser portadoras de un saber especial, no dominadas por los padres y otros varones doctos de la sociedad. Una forma de reafirmación del patriarcado era eliminar esa amenaza: de ahí que las condenasen a la hoguera durante cinco siglos. 

Hoy la mujer o escritora que se anuncia bruja se propone contraponerse al machismo, rebelarse contra el patriarcalismo y resistir a todas las formas de discriminación de la mujer en la sociedad todavía predominantemente machista. No es raro encontrar en las solapas de un libro de una autora académica, todos sus títulos, sus libros y terminar con el epíteto de bruja. En nombre de esta resistencia feminista publicamos el presente texto de una feminista y eco-educadora de Curitiba, Iris Boff. Lboff

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Cargadas de sabiduría, las viejas brujas están vivas dentro de la mujer moderna de este nuevo mileno que avanza más y más. 

Enterradas en el fondo de las catedrales patriarcales, lugar de fuentes de agua en el que se adoraba a las diosas, ellas resurgen. Del mismo modo resurgen de lo más hondo del templo de nuestros cuerpos cuando la madre, la hija, la abuela, la amiga o la amante les prestan la voz en el sonido de los cantos y encantos de nuestras danzas, charlas, gestos y rituales.

Ellas caminan con nosotros, nos dan aliento e inspiración en la búsqueda insana y a tientas de nuestra naciente identidad femenina. Somos lo que el hombre quiso que fuéramos, como lo demostró Simone de Beauvoir.

De aquí en adelante, las viejas brujas, como diosas eternas en cuerpos jóvenes, viejos o niños, hombres o mujeres venidos de los sueños más ancestrales, nos inspiran a ser lo que nuestro deseo más genuino y honesto quiere: ser plenamente nosotras mismas, como mujeres.

A duras penas asumiendo las equivocaciones y responsables de nuestros propios errores, no toleraremos más que alguien tenga que vigilar, dirigir, escoger o dictar nuestras vidas como mujeres. Tomaremos nuestra historia en nuestras manos: la magia negra, los hechizos del mal, los malos augurios, la figura fea y tenebrosa de los cuentos de hadas, escritos desde el patriarcado, tiene que desaparecer con él. En nombre de estas figuras, miles de mujeres, consideradas brujas, fueron muertas o quemadas por la Inquisición. 

La bruja de nuestro imaginario infantil, inventado por la cultura machista, es una gran falacia. Fue un instrumento de dominación patriarcal sobre la mujer. El hombre no tenía el acceso, el control y el conocimiento del poder de crear y recrear la propia vida, el manejo de las yerbas, el don de cura, de bendición, con que la mujer de sabiduría, la esencia de ser bruja, era investida. 

Con la ascensión del patriarcado, se negó todo el poder de la mujer. Le impuso una imagen distorsionada a su conveniencia. Por miedo y envidia de su poder, la bruja era vista como mala, repugnante, peligrosa que, teniendo un pacto con el demonio, necesitaba ser desterrada, castigada, negada, olvidada. 

Su rebeldía la hacía merecedora de ser execrada y quemada viva en una plaza pública, como le ocurrió a Juana de Arco, en 1431, quemada viva con sólo 19 años después de haber dirigido victoriosamente a parte del ejército francés contra la ocupación inglesa. Curiosamente en 1920 fue proclamada santa y declarada patrona de Francia. 

Lo que era bendición, se volvió maldición. Educadas en medida creciente por mujeres conscientes y liberadas, los niños y niñas de hoy empiezan a rescatar una conciencia diferente de esa figura en otro tiempo execrada.

Acunando la cuna o con los pechos fuera para amamantar a la nueva generación, la mujer del siglo XXI reinventa la vida, asume la cátedra, investiga y escribe, utiliza el teléfono, el whatsapp, las redes sociales y el ordenador para reescribir su historia, no para destruirla o negarla sino para rehacerla y completarla. 

Esta es una pequeña observación crítica: reproductora no sólo de la especie, por desgracia no pocas mujeres se han convertido también en reproductoras de falsos patrones de comportamiento dictados todavía por una cultura machista o por los valores de una religión misógina y por la supremacía de lo masculino sobre lo femenino.

Pero asumiendo nuestra condición de brujas buenas, montemos la escoba de nuestra conciencia, barramos y desterremos de una vez por todas este engaño por nuestro bien y el de nuestros hijos e hijas, también de la familia humana como un todo. 

Es bueno reescribir los cuentos infantiles, aprendiendo a tratar e integrar el mal en lugar de proyectarlo en otro ser, que sería la bruja, como chivo expiatorio.

La humanidad nació y creció en torno a la Femea y el poder matriarcal, la fase más primigenia de nuestra historia. Más tarde, por vías misteriosas, se reafirmó el Macho con su poder patriarcal y ofuscó la herencia ancestral de lo Femenino.

Ahora estamos viviendo un momento privilegiado. Por primera vez en la historia de la humanidad ambos, lo Femenino y lo Masculino, el hombre y la mujer como socios paritarios, se están reconciliando y creando una alianza bienaventurada. La mujer, Guardiana del Alma, está saliendo de la caverna a gran velocidad. Y el hombre cansado y desencantado quiere volver a casa, pero ella ya no es como antes.

Ambos, hombre y mujer, van a limpiar y a reorganizar su casa. Entenderán la nueva tarea, la de cuidar la Casa Común, habitada por la nueva familia humana, ni matriarcal ni patriarcal, sino Andrógina, para la salud y el bien de las relaciones humanizadoras y benéficas para todo el conjunto de la humanidad.

Iris Boff, escritora, feminista y ecopedagoga.

Traducción de MªJosé Gavito Milano

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Vittoria elettorale di Lula: festeggia, gioisci e sii orgoglioso

Le elezioni presidenziali di quest’anno 2022 sono state turbolente. Accanto al lato luminoso, allegro e gioviale dell’anima brasiliana, è esploso anche il suo lato odioso, oscuro e disumano, cosa che Sérgio Buarque de Holanda aveva già parlato, in una nota a piè di pagina nel suo Raízes do Brasil (1936), del brasiliano come di un “uomo cordiale”, poiché dal cuore (cor-diale) provengono tanto l’amore quanto l’odio. Questo odio, di forma sorprendente, ha conquistato la scena politica e avvelenato anche le più intime relazioni sociali. Per me si trattava addirittura di un problema metafisico: nei momenti cruciali in cui si decide il destino di un popolo, il male e l’inumano , fine finaliter non prevalgono. E non hanno prevalso, per quanti artifici siano stati praticati.

Chi ha votato per la democrazia, per la causa dei milioni di affamati e per il rispetto dell’ordine costituzionale, ha potuto tirare un sospiro di sollievo come chi scampa da un grave incidente. In questo contesto assumono particolare significato i versi di Os Lusíadas di Camões, all’inizio del Quarto Canto: “Dopo una burrascosa tempesta / oscurità notturna e vento sibilante / porta al mattino serena chiarezza / speranza di porto e soccorso”. Sì, abbiamo sperimentato un salvataggio da una tragedia nazionale dalle conseguenze irreparabili, nel caso l’avversario, il cui progetto si presentava retrogrado e ultraconservatore, avesse trionfato.

L’effetto della vittoria è stata un’allegria indescrivibile. Molti hanno pianto, altri hanno lanciato il primario grido di liberazione, come di chi si sente intrappolato in una caverna oscura. C’è stata festa in tutto il paese.

Il tema della festa è un fenomeno che ha sfidato grandi nomi come R. Caillois, J. Pieper, H. Cox, J. Motmann e lo stesso F. Nietzsche. È che la festa rivela ciò che di più prezioso abbiamo in noi in mezzo alla grigia quotidianità. La festa fa dimenticare la fatica della lotta e sospende per un attimo il tempo degli orologi. È come se, per un istante, avessimo rotto lo spazio-tempo, perché nella festa queste dimensioni non contano o sono totalmente dimenticate. Ecco perché le feste vanno avanti il ​​più a lungo possibile.

Curiosamente, nella festa che è festa, tutti si riuniscono insieme, conoscenti e sconosciuti si abbracciano, come se fossero vecchi amici, e sembra che tutte le cose si riconcilino.

Platone diceva con ragione: “gli dei hanno creato le feste affinché gli esseri umani potessero respirare un po'”. In effetti, se la lotta in campagna è stata costosa e piena di timori, quasi rubandoci la speranza, la festa è più di una boccata d’aria fresca. È riscattare l’allegria di un paese senza odio e bugie, come metodo di governo. La sensazione è che sia valsa la pena di tutto lo sforzo fatto.

La festa, dopo una vittoria negli ultimi minuti di gioco, sembrava un dono che non dipendeva più da noi, ma da energie incontrollabili, direi miracolose. L’allegria semplicemente esplode e ci prende per intero.

Le urla, i salti, la musica e le danze fanno parte della festa. Da dove viene l’allegria della festa? Forse Nietzsche ha trovato la sua migliore formulazione: “per rallegrarsi di qualcosa, bisogna dire a tutte le cose: benvenute”. Quindi, per poter festeggiare veramente, bisognava affermare: “sia benvenuta questa vittoria”. Non è sufficiente, da sola, la vittoria duramente conquistata. Dobbiamo andare oltre e confermare il progetto e il sogno politico: “Se noi possiamo dire di sì a un unico momento” afferma Nietzsche “allora avremo detto di sì non solo a noi stessi ma alla totalità dell’esistenza, diremmo alla totalità della nostra leggenda vincente” (Der Wille zur Macht, libro IV: Zucht und Züchtigung n.102).

Questo sì è alla base del nostro impegno politico, del nostro coinvolgimento, dei nostri principi, del nostro lavoro di strada, del nostro sforzo di convincimento della nostra proposta. La festa è il tempo forte nel quale il significato segreto della nostra lotta rivela tutto il suo valore e tutta la sua forza. Dalla festa siamo usciti più forti per realizzare le promesse fatte a beneficio del Paese e delle classi umiliate e offese.

Facciamo un riferimento alla religione, poiché essa, come tutte, attribuisce grande centralità alle feste, ai riti e alle celebrazioni. In gran parte, la grandezza, ad esempio, della religione cristiana o di altre, risiede nella sua capacità di celebrare e festeggiare i suoi santi e sante, i suoi maestri spirituali, realizzare le sue processioni, costruire tempi sacri, alcuni dei quali di straordinaria bellezza. Nella festa cessano gli interrogativi della ragione e le paure del cuore. Il praticante celebra la gioia della sua fede in compagnia di fratelli e sorelle con i quali condivide le stesse convinzioni, ascolta le stesse Sacre Scritture e si sente vicino a Dio.

Se questo è vero e, di fatto, lo è, ci rendiamo conto di quanto sia sbagliato il discorso che clamorosamente annuncia la morte di Dio. È un tragico sintomo di una società che ha perso la capacità di festeggiare perché satura di piaceri materiali. Assistiamo, lentamente, non alla morte di Dio, ma alla morte dell’essere umano che ha perso la sensibilità per il sofferente al suo fianco, incapace di piangere per il tragico destino dei rifugiati provenienti dall’Africa verso l’Europa, o degli immigrati latinoamericani che cercano di entrare negli Stati Uniti.

Torniamo ancora una volta a Nietzsche, che intuì che il Dio vivo e vero è sepolto sotto tanti elementi  invecchiati della nostra cultura religiosa e sotto la rigidità dell’ortodossia delle chiese. Di qui la morte di Dio, che per lui implicava la perdita della giovialità, cioè della presenza divina nelle cose quotidiane (giovialità viene da Jupter, Jovis). La conseguenza disastrosa è sentirsi soli e smarriti in questo mondo (cfr Fröhliche Wissenschaft III, aforisma 343 e 125).

Poiché abbiamo perso la nostra giovialità, gran parte della nostra cultura non sa festeggiare. Conosce, sì, le feste organizzate a fini commerciali, le frivolezze, gli eccessi del mangiare e del bere, le espressioni maleducate. In esse ci può essere tutto, meno che allegria di cuore e giovialità di spirito.

È stata, quindi, indescrivibile l’allegria quando il presidente eletto è apparso, il 16 novembre, alla COP27 in Egitto, che ha affrontato il tema della crisi climatica sulla Terra. Ha mostrato la gravità della nuova situazione del pianeta e le sue conseguenze per i più vulnerabili in termini di danni e di fame. Ha sfidato i potenti a mantenere ciò che avevano promesso: aiutare con un miliardo di dollari all’anno i Paesi più fragili e colpiti dalla mutata situazione sulla Terra. Quale capo di stato al mondo avrebbe il coraggio di dire le verità, che il presidente brasiliano eletto ha detto in quello spazio di udienza mondiale? Ci sentiamo orgogliosi perché lui ha assunto impegni con responsabilità e ha riportato il Brasile sulla scena mondiale. In larga misura, il futuro della vita su questo pianeta dipende da come tratteremo il bioma amazzonico, che copre nove paesi. Coordinati, potremo aiutare l’umanità a incontrare una via d’uscita dalla sua crisi sistemica e garantire un destino positivo alla vita e a tutti gli abitanti di questo piccolo pianeta.

Leonardo Boff ha scritto ‘A busca da justa medida: o pescador ambicioso e o peixe encantado’, Vozes 2022 e in attesa di pubblicazione ‘A justa medida, fator de equilíbrio da Terra’,  Vozes 2023.

(traduzione dal portoghese di Gianni Alioti)

             O resgate das bruxas

 Os estudos dos últimos decênio,s resgaram muitos conceitos, tidos como pejorativos pelo senso comum. Assim a categoria em filosofia e exegese bíblica,  do mito, das divindades pagãs, não mais tidas como entidades subsistentes em si mesmas mas como energias poderosas presentes no ser humano e no universo, a categoria do xamã, cuja energia criadora e curadora, de alguma forma, está presente em todos mas concentrada em algumas pessoas especiais. Assim ocorreu com a categoria da bruxa. Era tida como uma entidade maléfica e feia,ao lado da fada mimosa e bela. Houve épocas sinistras entre 1450-1750 que se caracterizou como a caça às bruxas. Igreja e Estado agiram juntas, especialmente a Igreja Católica (mas também outras Igrejas históricas não católica)s, que instituiu a Inquisição em 1233 sob o Papa Gregório II. Mulheres conhecedoras de saberes curativos, manipuladoras de ervas e praticuladoras de bênçãos, eram tidas como portadores de um poder, vindo do diabo.Em quase toda a Europa, especialmente na Espanha e na Alemanha eram acusadas, julgadas, castigadas e a maioria condenadas à fogueira. Calcula-se que foram cerca de  50-60 mil delas.Mesmo no Brasil colonial e escravocrata entre 1749-1770 várias mulheres de poder, todas negras, foram julgadas e condenadas à morte. A última vítima ocorreu em 1782 na Suiça. Atualmente, as feministas, fortemente nos USA e na Europa em geral, mas também entre nós no Brasil, está se resgatando a categoria positiva da bruxa. Por que eram condenadas? Pelo fato de serem portadores de um saber especial, não dominado pelos padres e outros doutos da socieade. Uma forma de reafirmação o patriarcado era eliminar essa ameaça: daí sua condenação à fogueira durante cinco séculos. Hoje uma mulher ou escritora  ao anunciar-se bruxa ,se propõe contrapor-se ao machismo, rebelar-se contra o patriarcalismo e resistir a todas as formas de discriminação da mulher na sociedade ainda predominantemente machista. Não é raro encontrar nas orelhas de um livro de uma autora acadêmica, apresentar todos os seus títulos, seus livros e terminar como o epítelo de bruxa. Em nome desta resistência feminista publicamos o presente texto de uma feminista e eco-educadora de Curitiba, Iris Boff:    LBoff                                  

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Carregadas de sabedoria, as velhas bruxas, estão vivas dentro da mulher moderna,  desse novo milênio que avança mais e mais.

Enterradas no fundo das catedrais patriarcais, lugar de fontes de água em que se adoravam as deusas, elas ressurgem.

Do mesmo modo, como ressurgem, do fundo do  templo de nossos corpos, quando a mãe, a filha  a irmã, a avó, a amiga ou a amante se reúnem e lhes emprestam a voz  no  som dos cantos e encantos de nossas danças, falas,  gestos e rituais.

Elas caminham conosco, nos dão alento e inspiração,  na  busca insana e tateante por nossa ainda naacente  identidade feminina . Fomos  aquilo que o homem quis, como o mostrou Simone de Beauvoir.

Daqui para frente,  as velhas bruxas, como deusas eternas, em corpos jovens, velhos ou crianças, homens ou mulheres, vindas dos nossos sonhos mais ancestrais  nos inspiram a sermos aquilo que o nosso desejo mais genuíno e honesto quer: ser plenamente nós mesmas como mulheres.

A duras penas assumindo os equívocos e responsáveis pelos próprios  erros, não toleraremos  mais que alguém no vai  vigiar, dirigir, escolher ou ditar nossas vidas como  mulheres. Nós tomaremos nossa história em nossas mãos.

A magia negra, os feitiços do ma , os maus agouros , a figura feia tenebrosa dos contos de fada, escritos a partir do patriarcado, hão de desaparecer junto com ele. Em nome destas figuras milhares de mulheres, tidas por bruxas, foram mortas ou queimadas pela Inquisição.

A bruxa do nosso imaginário infantil, inventado por nossa cultura machista, constitui uma grande falácia. Foi um instrumento de dominação patriarcal sobre a mulher.

O homem não  tinha o acesso, o controle e o conhecimento do poder de criar e recriar a própria vida, o manejo das ervas, o dom de cura, de bênção, o  cuidado e a proteção, que a mulher de sabedoria, a essência do ser bruxa, era investida.Com a ascensão do  patriarcado, esse negou todo o poder da mulher.  impingiu-lhe uma imagem distorcida e bem à sua conveniência  Por medo e inveja  do seu  poder, a bruxa era vista como má, asquerosa, perigosa, que, tendo pacto com o demônio, precisava ser banida, castigada, negada, esquecida. Sua  rebeldia merecia ser execrada e queimada  viva em praça  pública,como ocorreu com Joana d’Arc,  em 1431 ,queimada viva com apenas 19 anos depois de ter comandado, vitoriosamente, parte do exército francês contra a ocupação inglesa. Curiosamente em 1920 foi proclamada santa e feita padroeira da França.

O que era bênção, se tornou maldição.  Educadas mais por mulheres conscientes e liberadas, as crianças de hoje começam a resgatar uma outra consciência dessa figura outrora execrada.

Embalando o berço ou com os seios de fora, para amamentar essa nova geração, a mulher do século XX1, reinventa a vida, assume  a cátedra, pesquisa e escreve, se serve do telefone, do WhatsUpp, das mídias sociais e docomputador para  re-escrever  a sua história, não para destruí-la ou negá-la, mas para refaze-la e completá-la.

Aqui vai uma pequena observação crítica: reprodutora não só da espécie, lamentavelmente, não poucas mulheres se fizeram também as reprodutoras de falsos padrões de comportamento, ainda ditados por uma cultura machista ou por valores de uma religião misógina e pela  supremacia do Masculino sobre o Feminino.

Mas assumindo nossa condição ode bruxas benfazejas, vamos . montar na vassoura de nossa consciência, varrer e banir de uma vez por todas esse embuste para o nosso bem e de nossas crianças, finalmente também da família humana como um todo.

É bom re-escrever  os contos infantis, aprendendo lidar e integrar o mal em lugar de projetá-lo  num ser como bode expiatório que seria a bruxa.

         A  humanidade nasceu e cresceu ao redor da Fêmea e do poder matriarcal, a mais primordial fase de nossa história. Depois, por caminhos misteriosos,  reafirmou-se o Macho com seu poder patriarcal e obnubilou a herança ancestral do Feminino.

Agora estamos vivendo um momento privilegiado.Pela primeira vez na história da Humanidade ambos, o Feminino e o Masculino, o homem e a mulher como parceiros paritários, estão se reconciando e criando uma aliança bem-aventurada.

A mulher, Guardiã da Alma, a grande velocidade, está saindo da caverna. E o homem cansado e desencantado quer voltar para casa, mas ela não existe mais como antes. Ambos,homem e mulher, vão limpar e reorganizar a própria casa. Entenderão a nova tarefa, a de cuidra da Casa Comum, da Mãe Terra,  habitada pela nova família humana, nem matriarcal e nem patriarcal, mas Andrógina para a saúde e bem das relações humanizadoras e benéficas para a inteira humanidade.

Iris Boff, escritora, feminista e eco-pedagoga.                                                                       

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Vittoria elettorale di Lula: festeggia, gioisci e sii orgoglioso

Le elezioni presidenziali di quest’anno 2022 sono state turbolente. Accanto al lato luminoso, allegro e gioviale dell’anima brasiliana, è esploso anche il suo lato odioso, oscuro e disumano, cosa che Sérgio Buarque de Holanda aveva già parlato, in una nota a piè di pagina nel suo Raízes do Brasil (1936), del brasiliano come di un “uomo cordiale”, poiché dal cuore (cor-diale) provengono tanto l’amore quanto l’odio. Questo odio, di forma sorprendente, ha conquistato la scena politica e avvelenato anche le più intime relazioni sociali. Per me si trattava addirittura di un problema metafisico: nei momenti cruciali in cui si decide il destino di un popolo, il male e l’inumano , fine finaliter non prevalgono. E non hanno prevalso, per quanti artifici siano stati praticati.

Chi ha votato per la democrazia, per la causa dei milioni di affamati e per il rispetto dell’ordine costituzionale, ha potuto tirare un sospiro di sollievo come chi scampa da un grave incidente. In questo contesto assumono particolare significato i versi di Os Lusíadas di Camões, all’inizio del Quarto Canto: “Dopo una burrascosa tempesta / oscurità notturna e vento sibilante / porta al mattino serena chiarezza / speranza di porto e soccorso”. Sì, abbiamo sperimentato un salvataggio da una tragedia nazionale dalle conseguenze irreparabili, nel caso l’avversario, il cui progetto si presentava retrogrado e ultraconservatore, avesse trionfato.

L’effetto della vittoria è stata un’allegria indescrivibile. Molti hanno pianto, altri hanno lanciato il primario grido di liberazione, come di chi si sente intrappolato in una caverna oscura. C’è stata festa in tutto il paese.

Il tema della festa è un fenomeno che ha sfidato grandi nomi come R. Caillois, J. Pieper, H. Cox, J. Motmann e lo stesso F. Nietzsche. È che la festa rivela ciò che di più prezioso abbiamo in noi in mezzo alla grigia quotidianità. La festa fa dimenticare la fatica della lotta e sospende per un attimo il tempo degli orologi. È come se, per un istante, avessimo rotto lo spazio-tempo, perché nella festa queste dimensioni non contano o sono totalmente dimenticate. Ecco perché le feste vanno avanti il ​​più a lungo possibile.

Curiosamente, nella festa che è festa, tutti si riuniscono insieme, conoscenti e sconosciuti si abbracciano, come se fossero vecchi amici, e sembra che tutte le cose si riconcilino.

Platone diceva con ragione: “gli dei hanno creato le feste affinché gli esseri umani potessero respirare un po'”. In effetti, se la lotta in campagna è stata costosa e piena di timori, quasi rubandoci la speranza, la festa è più di una boccata d’aria fresca. È riscattare l’allegria di un paese senza odio e bugie, come metodo di governo. La sensazione è che sia valsa la pena di tutto lo sforzo fatto.

La festa, dopo una vittoria negli ultimi minuti di gioco, sembrava un dono che non dipendeva più da noi, ma da energie incontrollabili, direi miracolose. L’allegria semplicemente esplode e ci prende per intero.

Le urla, i salti, la musica e le danze fanno parte della festa. Da dove viene l’allegria della festa? Forse Nietzsche ha trovato la sua migliore formulazione: “per rallegrarsi di qualcosa, bisogna dire a tutte le cose: benvenute”. Quindi, per poter festeggiare veramente, bisognava affermare: “sia benvenuta questa vittoria”. Non è sufficiente, da sola, la vittoria duramente conquistata. Dobbiamo andare oltre e confermare il progetto e il sogno politico: “Se noi possiamo dire di sì a un unico momento” afferma Nietzsche “allora avremo detto di sì non solo a noi stessi ma alla totalità dell’esistenza, diremmo alla totalità della nostra leggenda vincente” (Der Wille zur Macht, libro IV: Zucht und Züchtigung n.102).

Questo sì è alla base del nostro impegno politico, del nostro coinvolgimento, dei nostri principi, del nostro lavoro di strada, del nostro sforzo di convincimento della nostra proposta. La festa è il tempo forte nel quale il significato segreto della nostra lotta rivela tutto il suo valore e tutta la sua forza. Dalla festa siamo usciti più forti per realizzare le promesse fatte a beneficio del Paese e delle classi umiliate e offese.

Facciamo un riferimento alla religione, poiché essa, come tutte, attribuisce grande centralità alle feste, ai riti e alle celebrazioni. In gran parte, la grandezza, ad esempio, della religione cristiana o di altre, risiede nella sua capacità di celebrare e festeggiare i suoi santi e sante, i suoi maestri spirituali, realizzare le sue processioni, costruire tempi sacri, alcuni dei quali di straordinaria bellezza. Nella festa cessano gli interrogativi della ragione e le paure del cuore. Il praticante celebra la gioia della sua fede in compagnia di fratelli e sorelle con i quali condivide le stesse convinzioni, ascolta le stesse Sacre Scritture e si sente vicino a Dio.

Se questo è vero e, di fatto, lo è, ci rendiamo conto di quanto sia sbagliato il discorso che clamorosamente annuncia la morte di Dio. È un tragico sintomo di una società che ha perso la capacità di festeggiare perché satura di piaceri materiali. Assistiamo, lentamente, non alla morte di Dio, ma alla morte dell’essere umano che ha perso la sensibilità per il sofferente al suo fianco, incapace di piangere per il tragico destino dei rifugiati provenienti dall’Africa verso l’Europa, o degli immigrati latinoamericani che cercano di entrare negli Stati Uniti.

Torniamo ancora una volta a Nietzsche, che intuì che il Dio vivo e vero è sepolto sotto tanti elementi  invecchiati della nostra cultura religiosa e sotto la rigidità dell’ortodossia delle chiese. Di qui la morte di Dio, che per lui implicava la perdita della giovialità, cioè della presenza divina nelle cose quotidiane (giovialità viene da Jupter, Jovis). La conseguenza disastrosa è sentirsi soli e smarriti in questo mondo (cfr Fröhliche Wissenschaft III, aforisma 343 e 125).

Poiché abbiamo perso la nostra giovialità, gran parte della nostra cultura non sa festeggiare. Conosce, sì, le feste organizzate a fini commerciali, le frivolezze, gli eccessi del mangiare e del bere, le espressioni maleducate. In esse ci può essere tutto, meno che allegria di cuore e giovialità di spirito.

È stata, quindi, indescrivibile l’allegria quando il presidente eletto è apparso, il 16 novembre, alla COP27 in Egitto, che ha affrontato il tema della crisi climatica sulla Terra. Ha mostrato la gravità della nuova situazione del pianeta e le sue conseguenze per i più vulnerabili in termini di danni e di fame. Ha sfidato i potenti a mantenere ciò che avevano promesso: aiutare con un miliardo di dollari all’anno i Paesi più fragili e colpiti dalla mutata situazione sulla Terra. Quale capo di stato al mondo avrebbe il coraggio di dire le verità, che il presidente brasiliano eletto ha detto in quello spazio di udienza mondiale? Ci sentiamo orgogliosi perché lui ha assunto impegni con responsabilità e ha riportato il Brasile sulla scena mondiale. In larga misura, il futuro della vita su questo pianeta dipende da come tratteremo il bioma amazzonico, che copre nove paesi. Coordinati, potremo aiutare l’umanità a incontrare una via d’uscita dalla sua crisi sistemica e garantire un destino positivo alla vita e a tutti gli abitanti di questo piccolo pianeta.

Leonardo Boff ha scritto ‘A busca da justa medida: o pescador ambicioso e o peixe encantado’, Vozes 2022 e in attesa di pubblicazione ‘A justa medida, fator de equilíbrio da Terra’,  Vozes 2023.

(traduzione dal portoghese di Gianni Alioti)