Importanciade la compasión en la situación actual

Leonardo Boff*

En los días actuales estamos presenciando guerras en muchos países, especialmente en la Franja de Gaza donde se está produciendo uno de los mayores genocidios de la historia presente, en la guerra en Ucrania en la cual están muriendo especialmente muchos miles de jóvenes bajo el ataque imparable de Rusia, y así en otros lugares, en particular en África.

         Cómo no indignarse contra el genocidio de miles de niños inocentes que no tienen nada que ver con la guerra que Israel lleva a cabo contra Hamas, alcanzando indiscriminadamente a toda la población de la Franja de Gaza con el objetivo de exterminar especialmente a niños y jóvenes que en el futuro podrían estar en contra del Estado de Israel.

         La ética para ser plenamente humana necesita incorporar la compasión. Hay mucho sufrimiento en la historia, demasiada sangre en nuestros caminos y una soledad interminable de millones y millones de personas, que cargan solas en su corazón la cruz de la injusticia, de la incomprensión y de la amargura. El ethos que se compadece quiere incluir a todos ellos en el “ethos” planetario, es decir, en la Casa Común en la cual hay acogida y las lágrimas pueden ser lloradas sin vergüenza o enjugadas cariñosamente. La compasión es la ética natural de los trabajadores de la salud, especialmente de aquellos que asumen el servicio de los cuidados paliativos, que ahora se ha aprobado realizar a través del Sistema Único de Salud (SUS). El movimiento nacional Premier Cuidados Paliativos, promovido por el generoso Dr. Samir Salman de São Paulo superintendente del Instituto Premier, involucra a cientos de médicos, médicas y personal de enfermería que han asumido la práctica de los cuidados paliativos.

Para Tomás de Aquino “la compasión es la más elevada de todas las virtudes porque no solamente abre a una persona hacia otra, sino también porque la abre hacia la más débil y más necesitada de ayuda. En este sentido constituye una característica esencial de la Divinidad” (S.Theologica II.q.30 a.4 c).

         Pero primero conviene hacer una depuración del lenguaje pues en la comprensión común la compasión tiene connotaciones peyorativas. Tener compasión significa apiadarse del otro, porque se le considera desamparado, sin energía interior para erguirse. Supone la actitud de alguien que mira desde arriba hacia abajo, humillándolo.

En el cristianismo de los orígenes sin embargo, com-pasión era sinónimo de misericordia, esa actitud generosa que quiere  compartir el padecimiento del otro y no dejarlo solo en su dolor.  Eso no es hacer “caridad”, criticada por el poeta cantautor argentino Atahualpa Yupanqui: “desprecio la caridad por la vergüenza que encierra; soy como el león de la sierra, vivo y muero en soledad”. Por el contrario, los seres humanos por lo general suelen estar acompañados al final de sus vidas por personas queridas que los rodean de cuidados paliativos.

         En el budismo la compasión se considera la virtud personal de Buda. Por eso es central y se conecta con la pregunta que dio origen al budismo como camino espiritual: “¿cuál es el mejor medio para liberarnos del sufrimiento?” La respuesta de Buda fue: “por la com-pasión, por la com-pasión infinita”. 

 El Dalai Lama actualiza esa respuesta de esta forma: “ayuda los demás siempre que puedas y si no puedes no los perjudiques, y ten siempre compasión”.

         Dos virtudes realizan la compasión: el desapego y el cuidado. Por el desapego renunciamos a cualquier sentimiento de superioridad frente al otro y lo respetamos así como es. Por el  cuidado nos aproximamos de él y velamos por su bienestar socorriéndolo en el sufrimiento.

         La compasión tal vez sea la mayor contribución ética y espiritual que Oriente ha dado a la cultura mundial. Lo que hace que el sufrimiento sea penoso no es tanto el sufrimiento mismo sino el vivirlo en soledad. El budismo y también el cristianismo convocan a establecer una comunión en el sufrimiento para que nadie esté solo y desamparado en su dolor.

La gran vergüenza es constatar que los países europeos, de raíz cristiana, creadores de los derechos humanos y de la idea de democracia, apoyan la guerra genocida de Netanyahu contra Hamas y el pueblo palestino.

Igual que el amor y el cuidado, la compasión tiene un campo de realización ilimitado. No se restringe solo a los seres humanos, sino a todos los seres vivos y al cosmos. El ideal budista y franciscano de compasión nos enseña cómo relacionarnos adecuadamente con la comunidad de vida: primero respetar a cada ser en su alteridad, después establecer un lazo de afecto con él, cuidarlo y especialmente regenerar a aquellos seres que sufren o están en peligro de extinción. Sólo entonces podemos beneficiarnos de sus dones, con justa medida y con responsabilidad, de acuerdo con lo que necesitamos para vivir de forma suficiente y decente.

Ante tantos padecimientos de la humanidad y agresiones sistemáticas a la Madre Tierra la compasión es un imperativo humanístico y ético.

*Leonardo Boff ha escrito con Werner Müller El principio de compasión y de cuidado, Vozes 2000; La justa medida: cómo equilibrar el planeta Tierra, Vozes 2023.

Traducción de MªJosé Gavito Milano

Die Relevanz des Mitgefühls in der gegenwärtigen Situation

Leonardo Boff

Wir erleben derzeit Kriege in vielen Ländern, vor allem im Gazastreifen, wo einer der größten Völkermorde der Geschichte stattfindet, im Krieg gegen die Ukraine, in dem Tausende, vor allem junge Menschen, unter den unerbittlichen Angriffen Russlands getötet werden, und anderswo, insbesondere in Afrika.

Wie kann man sich nicht über den Völkermord an Tausenden unschuldiger Kinder empören, die nichts mit dem Krieg zu tun haben, den Israel gegen die Hamas führt, der wahllos die gesamte Bevölkerung des Gazastreifens ins Visier nimmt und darauf abzielt, insbesondere Kinder und Jugendliche auszulöschen, die sich in Zukunft gegen den Staat Israel stellen könnten.

Um voll und ganz menschlich zu sein, muss die Ethik auch Mitgefühl beinhalten. Es gibt zu viel Leid in der Geschichte, zu viel Blut auf unseren Straßen und die unendliche Einsamkeit von Millionen und Abermillionen von Menschen, die das Kreuz der Ungerechtigkeit, des Unverständnisses und der Bitterkeit allein in ihrem Herzen tragen. Das Ethos der Barmherzigkeit möchte sie alle in das planetarische Ethos einbeziehen, mit anderen Worten, in das gemeinsame Haus, wo sie willkommen sind und wo man ohne Scham weinen oder einander die Tränen liebevoll abwischen kann. Mitgefühl ist die natürliche Ethik der Akteure im Gesundheitswesen, insbesondere derjenigen, die die Palliativpflege übernommen haben, die jetzt im Rahmen des SUS zugelassen ist. Die nationale Bewegung Premier Palliative Care, die von dem großzügigen Dr. Samir Salman aus São Paulo, dem Leiter des Premier-Instituts, gefördert wird, umfasst Hunderte von Ärzten und Pflegepersonal, die sich der Palliativmedizin verschrieben haben.

Für Thomas von Aquin ist „das Mitleid die höchste aller Tugenden, denn es öffnet den Menschen nicht nur für den anderen, sondern auch für den Schwächsten und Hilfsbedürftigsten; in diesem Sinne ist es ein wesentliches Merkmal der Göttlichkeit“ (S.Theologica II.q.30 a.4 c).

Aber zuerst müssen wir etwas Sprachtherapie betreiben, denn Mitleid hat im allgemeinen Verständnis einen abwertenden Beigeschmack. Mitleid bedeutet, die andere Person zu bemitleiden, weil man sie für hilflos hält, ohne die innere Kraft, sich zu wehren. Es impliziert die Haltung eines Menschen, der auf andere herabschaut und sie erniedrigt.

Im frühen Christentum war Mitleid jedoch gleichbedeutend mit Barmherzigkeit, jener großzügigen Haltung, die die Leidenschaft mit anderen teilen und sie in ihrem Schmerz nicht allein lassen will. Das ist nicht die „Nächstenliebe“, die der argentinische singende Dichter Atauhalpa Yupanqui kritisiert: „Ich verachte die “Nächstenliebe” wegen der Schande, die sie bringt. Ich bin wie der Berglöwe, der in Einsamkeit lebt und stirbt”. Der Mensch wird in der Regel in seinem letzten Lebensabschnitt von geliebten Menschen begleitet, die ihn mit palliativer Pflege umgeben haben.

Im Buddhismus gilt das Mitgefühl als die persönliche Tugend des Buddha. Deshalb ist es von zentraler Bedeutung und hat mit der Frage zu tun, die den Buddhismus als spirituellen Weg begründet hat: „Was ist der beste Weg, uns vom Leiden zu befreien“? Die Antwort des Buddha lautete: „durch Mit-Gefühl, durch unendliches Mit-Gefühl“.

Der Dalai Lama aktualisiert diese uralte Antwort auf folgende Weise: „Hilf anderen, wann immer du kannst, und wenn du es nicht kannst, füge ihnen niemals Schaden zu und sei immer mitfühlend“.

            Zwei Tugenden erfüllen das Mitgefühl: Losgelöstheit und Fürsorge. Durch Losgelöstheit verzichten wir auf jedes Gefühl der Überlegenheit gegenüber anderen und respektieren sie so, wie sie sind. Durch Fürsorge nähern wir uns ihnen an und kümmern uns um ihr Wohlergehen, indem wir ihnen in ihrem Leiden helfen.

Mitgefühl ist vielleicht der größte ethische und spirituelle Beitrag, den der Osten zur Weltkultur geleistet hat. Was das Leiden schmerzhaft macht, ist nicht so sehr das Leiden selbst. Es ist die Einsamkeit des Leidens. Der Buddhismus und auch das Christentum fordern eine Gemeinschaft im Leiden, damit niemand in seinem Schmerz allein und hilflos gelassen wird.

Es ist eine große Schande zu sehen, dass europäische Länder mit christlichen Wurzeln, die die Menschenrechte und die Idee der Demokratie geschaffen haben, Netanjahus völkermörderischen Krieg gegen die Hamas und das palästinensische Volk unterstützt haben.

Wie Liebe und Fürsorge hat auch Mitgefühl einen unbegrenzten Anwendungsbereich. Es ist nicht auf den Menschen beschränkt, sondern gilt allen Lebewesen und dem Kosmos. Das buddhistische und franziskanische Ideal des Mitgefühls lehrt uns, wie wir uns angemessen auf die Gemeinschaft des Lebens beziehen: zunächst jedes Wesen in seiner Andersartigkeit respektieren, dann eine emotionale Bindung zu ihm aufbauen, für es sorgen und insbesondere jenen Lebewesen helfen, die leiden oder vom Aussterben bedroht sind. Nur dann können wir von seinen Gaben in angemessenem Maße und verantwortungsvoll profitieren, je nachdem, was wir für ein erfülltes und würdiges Leben brauchen.

Angesichts des großen menschlichen Leids und der systematischen Angriffe auf Mutter Erde ist Mitgefühl ein humanistisches und ethisches Gebot.

Leonardo Boff, Co-Autor mit Werner Müller, schrieb: Das Prinzip Mitgefühl, Herder Verlag 1999

Übersetzt von Bettina Gold-Hartnack

A relevância da compaixão na situação atual

Leonardo Boff

Estamos assistindo nos dias atuais a guerras em muitos países, especialmente na Faixa de Gaza onde ocorre um dos maiores genocídios da história presente, na guerra contra a Ucrânia na qual milhares, especialmente, jovens são mortos sob o ataque implacável da Rússia e assim em outros lugares, em particular, na África.

Como não se indignar contra o genocídio de milhares de crianças inocentes que nada têm a ver com a guerra que Israel move contra o Hamas, atingindo indiscriminadamente toda a população da Faixa de Gaza e visando exterminar especialmente crianças e jovens que no futuro poderiam ser contra o Estado de Israel.

A ética para ser plenamente humana, precisa incorporar a compaixão. Há muito sofrimento na história, sangue demasiado em nossos caminhos e interminável solidão de milhões e milhões de pessoas, carregando sozinhas, em seu coração, a cruz da injustiça, da incompreensão e da amargura. O ethos que se compadece quer incluir a todos esses  no “ethos” planetário, vale dizer, na Casa Comum na qual há acolhida e as lágrimas podem ser choradas sem vergonha ou enxugadas carinhosamente.

A compaixão é a ética natural dos operadores de saúde, especialmente daqueles que assumiram os serviços de cuidados paliativos, agora aprovados para serem feito através do SUS. O movimento nacional Premier Cuidados Paliativos promovido pelo generoso Dr.Samir Salman, de São Paulo, superintendente do Instituto Premier, envolve centenas de médicos, medicas e corpo de enfermagem que assumiram a prática dos cuidados paliativos.

Para Tomás de Aquino “a compaixão é a mais elevada de todas as virtudes porque não somente abre a pessoa para a outra, mas porque a abre também para a mais fraca e mais necessitada de ajuda; nesse sentido constitui uma característica essencial da Divindade” (S.Theologica II.q.30 a.4 c).

         Mas precisamos, antes, fazer uma terapia da linguagem pois,a compaixão possui, na compreensão comum, conotações pejorativas. Ter compaixão significa apiedar-se do outro, porque o considera desamparado, sem energia interior para se erguer. Supõe a atitude de quem olha de cima para baixo, humilhando-o.

No cristianismo dos primórdios, no entanto, com-paixão era sinônimo de misericórdia, aquela atitude generosa que quer compartir a paixão com o outro e não deixá-lo sozinho em sua dor. Isso não é fazer “caridade”, criticada pelo poeta cantante argentino Atauhalpa Yupanqui: “eu desprezo a “caridade” pela vergonha que encerra. Sou como o leão da serra que vive e morre em solidão”. Diversamente os seres humanos são, em geral, acompanhados no tramontar de suas vidas, por pessoas queridas e que os cercaram com os cuidados paliativos.

         No budismo a compaixão é considerada a virtude pessoal de Buda. Por isso  é central e tem a ver com a questão que  fez nascer o budismo como caminho espiritual: “qual é o melhor meio para libertar-nos do sofrimento”? A resposta de Buda foi: “pela com-paixão, pela infinita com–paixão”. Dalai Lama atualiza essa ancestral resposta desta forma: “ajude os outros sempre que puder e se não puder, jamais os prejudique e tenha sempre compaixão”.

         Duas virtudes realizam a compaixão: o desapego e o cuidado. Pelo desapego renunciamos a qualquer sentimento de superioridade face ao outro e o respeitamos assim como ele é. Pelo cuidado nos aproximamos dele e zelamos pelo seu bem estar socorrendo-o no sofrimento.

         A compaixão talvez seja a contribuição ética e espiritual maior que o Oriente deu à cultura mundial. O que torna o sofrimento penoso não é tanto o próprio sofrimento. Mas a solidão no sofrimento. O budismo e também o cristianismo convocam a estabelecer uma comunhão no sofrimento para que ninguém fique só e desamparado em sua dor.

A grande vergonha é constatar que os países europeus, de raiz cristã, criadores dos direitos do homem e da ideia de democracia, apoiaram a guerra genocida de Netanhyau contra o Hamas e o povo palestino.

Como o amor e o cuidado, assim a compaixão tem um campo ilimitado de realização. Não se restringe apenas aos seres humanos. Mas a todos os seres vivos e ao cosmos.  O ideal budista e franciscano de compaixão nos ensina como nos relacionar adequadamente com a comunidade de vida: primeiro respeitar cada ser em sua alteridade, em seguida  estabelecer um laço afetivo para com ele, cuidar dele e especialmente regenerar aqueles seres que sofrem ou estão sob ameaça de extinção. Só então nos podemos beneficiar com seus dons,  na justa medida e com responsabilidade,  em função  daquilo que precisamos para viver de forma suficiente e decente.

Face a tantos padecimentos na humanidade e as agressões sistemáticas à Mãe Terra a compaixão é um imperativo humanístico e ético

Leonardo Boff junto com Werner Müller escreveu O princípio de compaixão e de cuidado, Vozes 2000; A justa medida: como equilibrar o planeta Terra, Vozes 2023.

Verteidigung der Demokratie und Gründung einer ökosozialen Demokratie

Leonardo Boff

Wie selten zuvor in der Geschichte wird die Demokratie als universeller Wert und gesellschaftliche Organisationsform derzeit angegriffen. Eine globale Koalition mächtiger und wohlhabender Gruppen leugnet sie im Namen regressiver, autoritärer, an Barbarei grenzender Vorschläge.

Die Demokratie stützt sich seit ihren griechischen Anfängen auf vier Säulen: Partizipation, Gleichheit, Interaktion und natürliche Spiritualität.

Die Idee der Demokratie setzt die Teilhabe aller Mitglieder der Gesellschaft voraus und fordert sie. Sie sind freie Bürger, nicht bloße Helfer oder Nutznießer. Gemeinsam schaffen sie das Gemeinwohl.

Je größer die Beteiligung, desto größer die Gleichheit aller. Gleichheit resultiert aus der Beteiligung aller. Ungleichheit, wie der Ausschluss armer Bürger, Schwarzer, indigener Völker, Menschen anderer sexueller Orientierung, Menschen anderer kultureller Herkunft und andere Ausgrenzungen, bedeutet, dass die Demokratie ihr Wesen noch nicht erkannt hat. Ihrem Wesen nach ist sie, in den Worten des portugiesischen Soziologen Boaventura de Souza Santos (zu Unrecht beschuldigt), eine endlose Demokratie: Sie muss in der Familie, in allen individuellen und sozialen Beziehungen, in Gemeinschaften, in Fabriken, in Bildungseinrichtungen (von der Grundschule bis zur Universität) gelebt werden – kurz gesagt, immer dort, wo Menschen sich begegnen und interagieren.

Durch die gleichberechtigte Teilhabe aller entsteht die Möglichkeit der Interaktion, des Austauschs und der freien Kommunikation, auch in Form von Gemeinschaft, die dem Menschen mit seiner Subjektivität, Identität, Intelligenz und seinem Herzen innewohnt. So entsteht Demokratie als ein Beziehungsgeflecht, das mehr als nur die Bürger als Ganzes umfasst. Menschen erfahren ihre Natur als „Beziehungsknoten“ am besten in einem Regime, in dem Demokratie gedeiht. Sie erweist sich als ein mächtiger Faktor der Humanisierung, d. h. der Entwicklung aktiver und kreativer Menschen.

Schließlich stärkt die Demokratie die natürliche Spiritualität und schafft den Raum für ihren Ausdruck. Wir verstehen Spiritualität, wie sie heute von der New Science, den Neurowissenschaften und der Kosmogenese verstanden wird, als Teil der menschlichen Natur. Sie ist nicht mit Religiosität zu verwechseln oder von ihr abgeleitet, obwohl letztere sie verstärken kann. Sie hat das gleiche Recht auf Anerkennung wie Intelligenz, Wille und Affektivität. Sie ist dem Menschen angeboren. Wie Steven Rockefeller, Professor für Ethik und Religionsphilosophie am Middlebury College in New York, in seinem Buch „Spirituality Democracy and Our Schools“ (2022) schrieb: „Spiritualität ist eine angeborene menschliche Fähigkeit, die, wenn sie gefördert und entwickelt wird, eine Lebensweise hervorbringt, die aus Beziehungen zu sich selbst und zur Welt besteht, persönliche Freiheit, Wohlbefinden und das Gedeihen des Gemeinwohls fördert“ (S. 10). Sie drückt sich in Empathie, Solidarität, Mitgefühl und Ehrfurcht aus – grundlegenden Werten für das menschliche Zusammenleben und damit für die aktive Erfahrung von Demokratie.

Diese vier Säulen machen im gegenwärtigen Kontext des Anthropozäns (und seiner Ableitungen im Nekrozän und Pyrozän), in dem der Mensch als bedrohlicher Meteor des Lebens in seiner großen Vielfalt erscheint und die gemeinsame Zukunft der Erde und der Menschheit gefährdet, die endlose, integrale und natürliche Demokratie zu ihrem stärksten Gegenmittel. Ich teile die Meinung vieler Analysten menschlicher Aktivitäten mit planetarischen Auswirkungen (die Überschreitung von sieben der neun planetaren Grenzen), dass wir ohne ein neues Paradigma, das sich von dem unseren unterscheidet und keine natürliche Spiritualität, keinen wohlwollenden Umgang mit der Natur und keine Sorge um unser gemeinsames Zuhause beinhaltet, einer ökologisch-sozialen Tragödie, die große Risiken für unseren Lebensunterhalt auf diesem Planeten birgt, kaum entgehen werden.

Daher ist es so wichtig, die nationale und internationale rechtsextreme Bewegung, die die Demokratie leugnet und sie zerstören will, frontal zu bekämpfen. Es ist dringend notwendig, die Demokratie in all ihren Formen zu verteidigen, auch in den weniger ausgeprägten (wie der brasilianischen), sonst werden wir untergehen.

Celso Furtados kluge Warnung in seinem Buch „Brasil: A construção intervalo“ (1993) ist bemerkenswert: „Die Herausforderung an der Schwelle zum 21. Jahrhundert besteht darin, den Kurs der Zivilisation zu ändern und ihre Achse von der Logik der Mittel im Dienste kurzfristiger Akkumulation hin zu einer Logik der Ziele im Dienste des sozialen Wohlergehens, der Ausübung von Freiheit und der Zusammenarbeit zwischen den Völkern zu verlagern“ (S. 70). Diese Wende erfordert die Gründung einer ökosozialen Demokratie, die uns retten kann.

Autor von:  Brasil: concluir a refundação ou prolongar a dependência,  Vozes 2018.

Artikel übersetzt von Bettina Gold-Hartnack