Por qué no paramos de hacer guerras

Leonardo Boff*

En estos momentos estamos viviendo tiempos dramáticos con guerras de gran letalidad en Ucrania, en Congo, terribles en la Franja de Gaza con un genocidio a cielo abierto, ante la indiferencia de aquellas naciones que nos legaron los derechos del humanos, la idea de democracia y el ser humano como fin y nunca como medio. Particularmente trágica es la guerra entre Israel e Irán que, si no es contenida, podría generalizarse en una guerra total, con el riesgo de poner fin a la biosfera y a nuestra existencia en este planeta.

La pregunta que quiero plantear es inquietante y muy realista: ¿qué paz es posible dentro de la condición humana tal como se presenta hoy día? ¿Podemos soñar con un reino de paz? Según estamos estructurados como personas, como comunidades, como sociedades, ¿qué tipo de paz? Rechazamos la afirmación: si quieres la paz, prepara la guerra.

Traigo aquí algunas reflexiones que exigen realismo y desafían nuestra voluntad política de construir la paz. Porque la paz no viene dada, la paz es resultado de un proceso de todos los que buscan el camino de la justicia, que protestan contra un tipo de mundo que no deja a los seres humanos ser humanos unos para otros, un israelí con un palestino.

Empiezo recordando algunos datos de las ciencias de la vida y de la Tierra, pues ellas nos ayudan a pensar. ¿Qué nos dicen? Que todos nosotros, el universo entero, venimos de una gran explosión ocurrida hace 13.700 millones de años. Hay  instrumentos que pueden captar el eco de esa inmensa explosión en forma de una minúscula onda electromagnética. Aquella produjo un caos enorme. Nosotros venimos del caos, de la confusión inicial, pero el universo –impregnado de interrelaciones– empezó a expandirse y mostró que el caos no es solo caótico sino que puede ser también creativo. El caos genera dentro de sí órdenes. El proceso cosmogénico crea armonía y, al expandirse creando espacio y tiempo, creó el cosmos. Cosmos, de donde viene la palabra cosmético que todos conocen, es belleza y orden. Pero el caos nos acompaña como una sombra. Por eso el orden es siempre creado contra el desorden y a partir del desorden. Pero ambos, orden y desorden, caos y cosmos siempre van juntos, coexisten juntos.

Y, llegando al nivel humano, ¿cómo aparecen? Aparecen bajo dos dimensiones de sapiencia y de demencia. Nosotros somos homo sapiens sapiens, seres de inteligencia y, simultáneamente, somos homo demens demens, seres de demencia, de negación de la justa medida. En primer lugar somos seres de inteligencia, de sapiencia, es decir, somos portadores de consciencia. Somos seres societarios, cooperativos. Seres que hablan, seres que cuidan, seres que pueden crear arte, hacer poesía y entrar en éxtasis.

Ocupamos ya el 83% de nuestro planeta, ya hemos ido a la luna y a través de una nave espacial hemos ido más allá del sistema solar. Si algún ser inteligente abordara esta nave –que ha salido del sistema solar y va a circular durante tres mil millones de años por el centro de nuestra galaxia– podrá ver mensajes de paz escritos en ella, en más de cien lenguas, como también el llanto de un niño, el sonido de un beso de dos enamorados y fórmulas científicas. La palabra paz está escrita en más de cien lenguas, como mir, peace, shalom, pax, mensaje que nosotros queremos hacer llegar al universo.

Somos seres de paz, y simultáneamente somos seres de violencia. Dentro de nosotros existe crueldad, exclusión, odios ancestrales, cosa que estamos presenciando en nuestro país y principalmente en la guerra contra los palestinos de la Franja de Gaza y en la guerra entre Israel e Irán. Hemos demostrado que podemos ser homicidas, matamos a personas. Podemos ser etnocidas, matamos etnias, pueblos, como los 61 millones de pobladores indígenas de América Latina; es nuestro holocausto, raramente mencionado. Podemos ser biocidas, podemos matar ecosistemas, como gran parte de la Floresta Atlántica, parte de la Amazonia y las grandes selvas del Congo. Y hoy podemos ser geocidas, podemos devastar salvajemente nuestro planeta vivo, la Tierra.

Todo eso podemos ser, el Satán de la Tierra. Y aquí surge la angustiada pregunta: ¿Cómo construir la paz, si somos la unidad de esa contradicción, del caos y del cosmos, del orden y del desorden, de la sapiencia y la demencia? ¿Qué equilibrio podemos buscar, y debemos buscar, en ese movimiento contradictorio para que podamos vivir en paz? La propia evolución nos ha ayudado, ella es sabia y nos ha dado una señal. Ella nos dice que aquello que hace al ser humano ser humano –diferente de otras especies– es nuestra capacidad de ser cooperativos, seres sociales, seres de lenguaje, de diálogo y de reciprocidad.

Cuando nuestros antepasados salían a cazar, no hacían como los chimpacés. Estos, los chimpancés, son nuestros parientes más cercanos, con un 98% de carga biológica en común.

¿Y cómo se dio el salto del mundo animal al mundo humano? Cuando nuestros antepasados salían a cazar no comían privadamente su caza –como hacen los otros animales–, la llevaban a sitios comunes y dividían fraternalmente entre ellos todo lo que recogían como alimento. El salto se dio por la comensalidad, por nuestra capacidad de ser cooperativos y sociales. Y por el hecho de ser cooperativos y sociales surgió el lenguaje, que es una de las definiciones del ser humano. Sólo nosotros hablamos. Por eso, la esencia del ser humano es ser un ser hablante, solidario, cuidadoso y cooperativo.

¿Cuál es la perversidad del sistema bajo el cual todos nosotros sufrimos? Un sistema mundialmente integrado bajo el dominio de la economía de mercado y del capital especulativo. Es un sistema solo competitivo y nada cooperativo. Es un sistema que no ha dado todavía el salto a la humanidad, vive la política del chimpancé, donde cada uno acumula privadamente y no pone en común para otros semejantes suyos.

Pero ya que tenemos las dos dimensiones dentro, de demencia e inteligencia, competitividad y cooperación, es propio del ser humano imponer límites a la competitividad. Es reforzar todas las energías que van en dirección a la cooperación, a la solidaridad, a cuidarnos unos a otros. Haciendo así, reforzamos lo auténticamente humano en nosotros y creamos las bases para una paz posible y sostenible.

Es propio de los seres humanos cuidar. Sin cuidado no se puede salvaguardar la vida, no se expande, fenece y muere. Entonces, la cooperación y el cuidado son los dos valores fundamentales que están en la base de cualquier proyecto productor de paz. No es cerrar la mano, es extender la mano en dirección a otra mano. Es entrelazar las manos creando la corriente de la vida, de cooperación y solidaridad, que son las condiciones que podrán generar la paz entre los humanos.

Cuando cuidamos unos de otros, no temos ya miedo; tenemos seguridad. Seguridad de vivienda, del medio ambiente, de la vida personal. Para exorcizar el miedo apliquemos cuidado. Por esta razón, ya Gandhi –ese gran político humanista– decía que la política es el cuidado de las cosas del pueblo. Es el gesto amoroso con las cosas que son comunes. Política no es gerenciar la economía, las monedas, es cuidar a las personas y al pueblo, es cuidar las grandes causas que hacen la vida del pueblo.

Y, gracias a Dios, en nuestro país, se inauguró una política que da centralidad al cuidado del hambre de nuestra población, que pone como fundamental la titulación de las tierras de los pueblos originarios y de los que viven en favelas.

Nuestro país, bien cuidado, puede ser la mesa puesta para el hambre de todos los brasileros y para el hambre de la humanidad, tal es la grandeza de nuestros suelos productivos. Entonces, debemos dejar resonar el discurso del presidente Lula en todos los foros:

“No necesitamos guerra, necesitamos paz. No necesitamos miles de millones de dólares para construir la máquina de muerte, podemos reordenar ese dinero para propiciar vida, expandir la vida, dar futuro a la vida. En lugar de la competición poner la cooperación. En lugar del miedo poner el cuidado. En lugar de la soledad de quien sufre, la compasión de quien se inclina sobre el caído, sufre con él, lo levanta y camina con él”.

En nuestra búsqueda de paz queremos borrar la palabra enemigo; hacer de todos los seres humanos, aliados; hacer de todos los que están lejos, próximos y a los próximos hacerlos hermanos y hermanas.

Cuando preguntaron al maestro Jesús “quién es mi prójimo”, él no respondió. Contó una historia que todos conocemos, la del buen samaritano. Ahí Jesús deja claro quién es el prójimo. “Prójimo es aquel de quien estoy próximo”. Depende de nosotros hacer a todos los humanos –hombres y mujeres de las distintas razas, procedencias, inscripciones ideológicas– hacerlos nuestros prójimos. No dejar que sean enemigos, sino aliados y compañeros.

Nos mostramos como seres humanos cuando compartimos el pan. Compartir el pan es ser com-pan-ñero, como el propio origen de la palabra sugiere: cum panis, aquel que comparte el pan para entrar en comunión con el otro. Nacemos como seres de com-pan-ñerismo. ¿Cuál es nuestro desafío? Asumir como proyecto personal, proyecto político aquello que nuestra naturaleza en su dinámica pide: construir una sociedad de cooperación, de cuidado de unos a otros. El Papa Francisco nos legó esta seria advertencia: “estamos todos en el mismo barco: o nos salvamos todos o no se salva nadie”.

La Carta de la Tierra a su vez también advirtió que debemos “formar una alianza global, para cuidar de la Tierra y cuidar unos de otros, en caso contrario nos arriesgamos a nuestra destrucción y a la de la diversidad de la vida”. Una alianza de cooperación con la naturaleza y no contra la naturaleza; un desarrollo que se hace con la naturaleza y no a costa de la naturaleza.

La paz puede ser construida. No una mera pacificación como propone el presidente Trump, sino la paz tan bien definida por la Carta de la Tierra “como la plenitud que resulta de la correcta relación consigo mismo, de la correcta relación con el otro, con la sociedad, con otras vidas, con otras culturas y con el Todo del cual somos parte”. En una palabra, la paz como un proceso de justicia, de cooperación, de cuidado y de amorización. Ese es el fundamento que nos da la percepción de que la paz es posible y que puede ser perpetua.

Importa no sólo oponernos a la guerra sino conseguir la paz. Entonces la paz exige compromiso; para él queremos invocar fuerzas, también aquellas que van más allá de nuestras fuerzas. El universo es una inconmensurable red de energías, todas ellas beben en la Fuente originaria de donde todo viene y proviene a la cual los cosmólogos llaman El abismo generador de todos los seres y los cristianos llamamos Creador. Queremos que la paz del Creador refuerce la búsqueda de la paz humana. Entonces lo que parece imposible se vuelve posible, una sonriente y feliz realidad.

*Leonardo Boff ha escrito Cuidar de la Casa Común: cómo retrasar el fin del mundo, Vozes 2024.

Traducción de MªJosé Gavito Milano

Por que não paramos de fazer as guerras

Leonardo Boff

Vivemos neste momento tempos dramáticos com guerras de alta letalidade, na Ucrânia, no Congo, terrivelmente na Faixa de Gaza com um genocídio a céu aberto,com a indiferença daquela nações que nos legaram os direitos do homem, a ideia de democracia e o ser humano como fim e jamais como meio.Particularmente trágica é  guerra entre Israel e o Irã que, se não for contida, poderá generalizar-se numa guerra total,com o risco de pôr fim à biosfera e a nossa existência neste planeta.

A pergunta que  quero colocar é inquietante e bem realista: qual é a paz possível dentro da condição humana assim como se apresenta hoje em dia? Podemos sonhar com o reino de paz? Assim como somos estruturados: como pessoas, como comunidades, como sociedades, que tipo de paz é sustentável? Recusamos a afirmação: se queres a paz, prepara a guerra.

Trago algumas reflexões que supõem realismo e desafiam a nossa vontade política para construir a paz. Porque a paz não é dada, a paz é resultado de um processo de todos aqueles que buscam o caminho da justiça, que protestam contra um tipo de mundo que não deixa os seres humanos serem humanos uns  para com os outros, por exemplo,um palestino com um israelense.

Começo lembrando alguns dados das ciências da vida e da Terra, pois elas nos ajudam a pensar. Que elas nos dizem? Que todos nós, o universo inteiro viemos de uma grande explosão acontecida há 13,7 bilhões de anos. Há instrumentos que podem captar o eco dessa imensa explosão em forma de uma minúscula onda magnética. E ela produziu um caos enorme. Nós viemos do caos, da confusão inicial; mas o universo – perpassado de inter-relações – começou a se expandir e mostrou que o caos não é apenas caótico mas pode ser criativo O caos gera dentro de si ordens. O processo cosmogênico cria harmonia e, ao expandir-se criando espaço e tempo, criou o cosmos; cosmos, de onde vem a palavra cosmético que todos conhecem. É beleza e ordem. Mas o caos nos acompanha como uma sombra. Por isso a ordem é sempre criada contra a desordem e a partir da desordem. Mas ambas, ordem e desordem, caos e cosmos sempre vão coexistindo juntas.

E, chegando ao nível humano, como aparecem? Aparecem sob duas dimensões, da sapiência e da demência. Nós somos homo sapiens sapiens, seres de inteligência e, simultaneamente, somos homo demens demens, seres de demência, de negação da justa medida. Mas, em primeiro lugar somos seres de inteligência, de sapiência, isto é, somos portadores de consciência. Somos seres societários, cooperativos. Seres que falam, seres que tem cuidado, seres que podem criar arte, elaborar poesia e entrar em êxtase.

Nós ocupamos já 83% do nosso planeta, já fomos à lua e através de uma nave espacial deixamos até o sistema solar. Se algum ser inteligente abordar esta nave – que saiu do sistema solar e vai circular por três bilhões de anos no centro da nossa galáxia – poderá ver mensagens de paz escritas lá dentro, em mais de cem línguas, como também um choro de criança, o som de um beijo de dois enamorados e fórmulas científicas.  A palavra paz vem escrita em mais de cem linguas, como mir, freedom, shalom, pax,→ mensagem que nós queremos legar para o universo.

Somos seres de paz, mas simultaneamente somos seres de violència. Existe dentro de nós crueldade, exclusão, ódios ancestrais coisa que estamos assistindo em nosso país e principalmente na guerra contra os palestinos da Faixa de Gaza e na guerra entre Israel e o Irã. Temos mostrado que podemos ser homicidas, matamos pessoas. Podemos ser etnocidas, matamos etnias, povos – como os 61 milhões povos indígenas da América Latina; é o nosso holocausto raramente referido. Podemos ser biocidas, podemos matar ecossistemas, como grande da Floresta Atlântica, parte da Amazônia e a grandes florestas do Congo. E, hoje, podemos ser geocidas, podemos devastar pesadamente o nosso planeta vivo, a Terra.

Tudo isso podemos ser o Satã da Terra.  E aqui surge a angustiada a pergunta: Como construir a paz, se nós somos a unidade dessa contradição, do caos e do cosmos, da ordem e da desordem, da sapiência e da demência? Que equilíbrio podemos buscar, e devemos buscar, nesse movimento contraditório, para que possamos viver em paz? Mas a própria evolução nos tem ajudado, ela é sábia e nos deu um aceno. Ela nos diz que aquilo que faz o ser humano ser humano – diferente de outras espécies – é a nossa capacidade de sermos cooperativos, seres sociais, seres de fala, de diálogo e de reciprocidade.

Quando nossos ancestrais saíam à caça, não faziam como chimpanzés.Estes,os chimpanzés, são nossos parentes mais próximos, com 98% da carga biológica em comum.

Mas como se deu o salto do mundo animal ao mundo humano? Quando nossos antepassados saíam à caça e não comiam privadamente a caça – como fazem os outros animais – , mas traziam-na para lugares comuns e dividiam fraternalmente entre eles tudo aquilo que recolhiam como alimento O salto se deu pela comensalidade, por nossa capacidade de sermos cooperativos e sociais. E do fato de sermos cooperativos e sociais surgiu a fala, que é uma das definições do ser humano. Só nós falamos. Por isso que a essência do ser humano é ele ser um ser falante,solidário, cuidadoso e cooperativo.

Qual é a perversidade do sistema sob o qual todos nós sofremos? Um sistema mundialmente integrado sob a égide da economia de mercado e do capital especulativo. Ele é só competitivo, e nada cooperativo. É um sistema que não deu ainda o salto para a humanidade, vive a política do chimpanzé, onde cada um acumula privadamente e não coloca em comum para outros seus semelhantes.

Mas já que temos as duas dimensões dentro, de demência e inteligência, competitividade  e cooperação,  próprio do ser humano  é impor limites à competitividade. É reforçar todas as energias que vão na direção da cooperação, da solidariedade, do cuidado uns para com os outros. Assim fazendo reforçamos o autenticamente humano em nós e criamos as bases para  uma paz possível e sustentável.

É próprio dos seres humanos cuidarem.  Sem o cuidado a vida não é salvaguardada,  não se expande, fenece e morre.  Então a cooperação e o cuidado são os dois valores fundamentais que estão na base de qualquer  projeto produtor de paz. Não é fechar a mão, é estender a mão na direção da outra mão. É entrelaçar as mãos criando a corrente da vida, de cooperação e solidariedade, que são as condições que poderão gerar a paz entre os humanos.

Quando  cuidamos uns dos outros, não temos mais medo; temos a segurança. Segurança da moradia, do meio ambiente, da vida pessoal.  Para exorcizar o medo coloquemos o cuidado. Por esta razão,  já Gandhi – esse grande político humanista –  dizia que a política é o cuidado com as coisas do povo. É o gesto amoroso para com as coisas que são comuns. Política não é gerenciar a economia, as moedas, é cuidar  das pessoas e do povo, cuidar das grandes causas que fazem a vida do povo.

E, graças a Deus, no nosso país, se inaugurou uma política que dá centralidade ao cuidado com a fome da nossa população; coloca como fundamental a titulação das terras dos povos originários e os que vivem em favelas.

O nosso país, se bem cuidado, pode  ser a mesa posta para a fome de todos os brasileiros e para a fome da humanidade, porque tal é a grandeza de nossos solos produtivos. Então, devemos deixar ressoar o discurso do Presidente Lula em todos os fóruns:

“Não precisamos de guerra, precisamos de paz. Não precisamos de bilhões de dólares para construir a máquina de morte, nós podemos reordenar esse dinheiro para propiciar  vida, expandir a vida, dar futuro à vida. No lugar da competição colocar a cooperação. No lugar do medo colocar o cuidado. No lugar da solidão de quem sofre colocar  a compaixão de quem se verga sobre o caído, sofre com ele, levanta-o do chão e anda com ele”.

Queremos na nossa busca da paz, borrar a palavra inimigo; fazer de todos os seres humanos aliados; fazer de todos os que estão longe próximos e dos próximos fazê-los irmãos e irmãs.

Quando perguntaram ao mestre Jesus “quem é meu próximo?”, ele não respondeu. Contou uma história que todos conhecem, a do bom samaritano. Ai Jesus deixa claro quem é o próximo.  “Próximo é aquele de quem você se aproxima”. Depende nós fazermos todos os humanos – homens e mulheres das várias raças, procedências, inscrições ideológicas – fazê-los nossos próximos. Não deixar que sejam inimigos,  mas aliados e companheiros.

Nós comparecemos como seres humanos quando repartimos o pão. Repartir o pão é ser com-pan-heiro, como a própria origem da palavra o sugere: cum panis,  aquele que reparte o pão para entrar em comunhão com o outro. Nascemos como seres de com-pan-heirismo. Qual é o nosso desafio? Assumir como projeto pessoal, projeto político aquilo que a nossa natureza em sua dinâmica pede: construirmos  uma sociedade de cooperação, de cuidado uns para com os outros. O Papa Francisco nos legou esta severa advertência:”estamos todos no mesmo barco; ou nos salvamos todos ou ninguém se salva”.

A Carta da Terra, por sua vez também advertiu:que devemos “formar uma aliança global, para cuidar da Terra, cuidar uns dos outros, caso contrário arriscamos a nossa destruição e da diversidade da vida”; Uma aliança de cooperação com a natureza e não contra a natureza; um desenvolvimento que se faz junto com a natureza e não à custa da natureza.

A paz é possível de ser construída. Não uma mera pacificação como propõe o Presidente Donald Trump, mas uma paz tão bem definida pela Carta da Terra:“como a plenitude que resulta da correta relação para comigo mesmo; da correta relação para com o outro, com a sociedade, com outras vidas, com outras culturas e com o Todo do qual nós somos parte”. Numa palavra,  a paz como um processo de justiça, de cooperação, de cuidado e  de amorização, Esse é o fundamento, que  nos dá  a percepção de que a paz é possível e que pode ser perpétua.

Importa  não só nos opormos à guerra mas importa ganharmos a paz. Então a paz exige compromisso  nele queremos invocar forças, também aquelas que vão além das nossas forças. O universo é uma incomensurável rede de energias, todas elas bebem naquela Fonte originária de onde tudo vem e provem  que os cosmólogos chamam “O abismo gerador de todos os seres e que os cristãos chamam de Criador. Nós queremos que a paz do Criador reforce a busca da paz humana. Então o que parece impossível e torna possível, uma ridente e feliz realidade.

Leonardo Boff escreveu Cuidar da Casa Comum:como protelar o fim do mundo, Vozes 2024.


















































































@font-face
{font-family:”Cambria Math”;
panose-1:2 4 5 3 5 4 6 3 2 4;
mso-font-charset:0;
mso-generic-font-family:roman;
mso-font-pitch:variable;
mso-font-signature:-536870145 1107305727 0 0 415 0;}@font-face
{font-family:Calibri;
panose-1:2 15 5 2 2 2 4 3 2 4;
mso-font-charset:0;
mso-generic-font-family:swiss;
mso-font-pitch:variable;
mso-font-signature:-536859905 -1073732485 9 0 511 0;}@font-face
{font-family:”Times New Roman \(Body CS\)”;
panose-1:2 11 6 4 2 2 2 2 2 4;
mso-font-alt:”Times New Roman”;
mso-font-charset:0;
mso-generic-font-family:roman;
mso-font-pitch:auto;
mso-font-signature:0 0 0 0 0 0;}p.MsoNormal, li.MsoNormal, div.MsoNormal
{mso-style-unhide:no;
mso-style-qformat:yes;
mso-style-parent:””;
margin:0cm;
margin-bottom:.0001pt;
mso-pagination:widow-orphan;
font-size:12.0pt;
font-family:”Times New Roman”,serif;
mso-fareast-font-family:Calibri;
mso-bidi-font-family:”Times New Roman \(Body CS\)”;}.MsoChpDefault
{mso-style-type:export-only;
mso-default-props:yes;
font-size:10.0pt;
mso-ansi-font-size:10.0pt;
mso-bidi-font-size:10.0pt;
mso-fareast-font-family:Calibri;
mso-bidi-font-family:”Times New Roman \(Body CS\)”;}div.WordSection1
{page:WordSection1;}

Leonardo BoffVivemos neste momento tempos
dramáticos com guerras de alta letalidade, na Ucrânia, no Congo, terrivelmente
na Faixa de Gaza com um genocídio a céu aberto,com a indiferença daquela nações
que nos legaram os direitos do homem, a ideia de democracia e o ser humano como
fim e jamais como meio.Particularmente trágica é  guerra entre Israel e o Irã que, se não for
contida, poderá generalizar-se numa guerra total,com o risco de pôr fim à
biosfera e a nossa existência neste planeta. A pergunta que  quero colocar é inquietante e bem realista:
qual é a paz possível dentro da condição humana assim como se apresenta hoje em
dia? Podemos sonhar com o reino de paz? Assim como somos estruturados: como
pessoas, como comunidades, como sociedades, que tipo de paz é sustentável? Recusamos
a afirmação: se queres a paz, prepara a guerra.Trago algumas reflexões que supõem
realismo e desafiam a nossa vontade política para construir a paz. Porque a paz
não é dada, a paz é resultado de um
processo de todos aqueles que buscam o caminho da justiça, que protestam contra
um tipo de mundo que não deixa os seres humanos serem humanos uns  para com os outros, um palestino com um
israelense.Começo lembrando alguns dados das
ciências da vida e da Terra, pois elas nos ajudam a pensar. Que elas nos dizem?
Que todos nós, o universo inteiro viemos de uma grande explosão acontecida há 13,7
bilhões de anos. Há instrumentos que podem captar o eco dessa imensa explosão
em forma de uma minúscula onda magnética. E ela produziu um caos enorme. Nós
viemos do caos, da confusão inicial; mas o universo – perpassado de
interrelações – começou a se expandir e mostrou que o caos não é apenas caótico
mas pode ser criativo O caos gera dentro de si ordens. O processo cosmogênico cria
harmonia e, ao expandir-se criando espaço e tempo, criou o cosmos; cosmos, de
onde vem a palavra cosmético que todos conhecem. É beleza e ordem. Mas o caos
nos acompanha como uma sombra. Por isso a ordem é sempre criada contra a
desordem e a partir da desordem. Mas ambas, ordem e desordem, caos e cosmos sempre
vão coexistindo juntas.E, chegando ao nível humano, como
aparecem? Aparecem sob duas dimensões, da sapiência e da demência. Nós somos homo
sapiens sapiens
, seres de inteligência e, simultaneamente, somos homo
demens demens
, seres de demência, de negação da justa medida. Mas, em
primeiro lugar somos seres de inteligência, de sapiência, isto é, somos
portadores de consciência. Somos seres societários, cooperativos. Seres que
falam, seres que tem cuidado, seres que podem criar arte, elaborar poesia e
entrar em êxtase.Nós ocupamos já 83% do nosso
planeta, já fomos à lua e através de uma nave espacial deixamos até o sistema
solar. Se algum ser inteligente abordar esta nave – que saiu do sistema solar e
vai circular por três bilhões de anos no centro da nossa galáxia – poderá ver mensagens de paz escritas lá dentro, em
mais de cem línguas, como também um choro de criança, o som de um beijo de dois
enamorados e fórmulas científicas.  A
palavra paz vem escrita em mais de cem linguas, como mir, freedom, shalom,
pax,→ mensagem que nós queremos legar
para o universo.Somos seres de paz, mas
simultaneamente somos seres de violència. Existe dentro de nós crueldade,
exclusão, ódios ancestrais coisa que estamos assistindo em nosso país e
principalmenente na guerra contra os palestinos da Faixa de Gaza e na guerra
entre Israel e o Irã. Temos mostrado que podemos ser homicidas, matamos pessoas. Podemos ser etnocidas, matamos etnias, povos – como os 61 milhões povos
indígenas da América Latina; é o nosso holocausto raramente referido. Podemos
ser biocidas, podemos matar
ecossistemas, como grande da Floresta Atlântica, parte da Amazônia e a grandes
florestas do Congo. E, hoje, podemos ser geocidas, podemos devastar pesadamente
o nosso planeta vivo, a Terra.Tudo isso podemos ser o Satã da
Terra.  E aqui surge a angustiada a
pergunta: Como construir a paz, se nós somos a unidade dessa contradição, do
caos e do cosmos, da ordem e da desordem, da sapiência e da demência? Que
equilíbrio podemos buscar, e devemos buscar, nesse movimento contraditório,
para que possamos viver em paz? Mas a própria evolução nos tem ajudado, ela é
sábia e nos deu um aceno. Ela nos diz que aquilo que faz o ser humano ser
humano – diferente de outras espécies – é a nossa capacidade de sermos
cooperativos, seres sociais, seres de fala, de diálogo e de reciprocidade. Quando nossos ancestrais saíam à
caça, não faziam como chimpanzés.Estes,os chimpanzés, são nossos parentes mais
próximos, com 98% da carga biológica em comum. Mas como se deu o salto do mundo
animal ao mundo humano? Quando nossos antepassados saíam à caça e não comiam
privadamente a caça – como fazem os outros animais – , mas traziam-na para
lugares comuns e dividiam fraternalmente entre eles tudo aquilo que recolhiam
como alimento O salto se deu pela comensalidade, por nossa capacidade de sermos
cooperativos e sociais. E do fato de sermos cooperativos e sociais surgiu a
fala, que é uma das definições do ser humano. Só nós falamos. Por isso que a
essência do ser humano é ele ser um ser falante,solidário, cuidadoso e
cooperativo.Qual é a perversidade do sistema sob
o qual todos nós sofremos? Um sistema mundialmente integrado sob a égide da
economia de mercado e do capital especulativo. Ele é só competitivo, e nada
cooperativo. É um sistema que não deu ainda o salto para a humanidade, vive a
política do chimpanzé, onde cada um acumula privadamente e não coloca em comum
para outros seus semelhantes. Mas já que temos as duas dimensões
dentro, de demência e inteligência, competitividade  e cooperação, 
próprio do ser humano  é impor
limites à competitividade. É reforçar todas as energias que vão na direção da
cooperação, da solidariedade, do cuidado uns para com os outros. Assim fazendo
reforçamos o autenticamente humano em nós e criamos as bases para  uma paz possível e sustentável.É próprio dos seres humanos
cuidarem.  Sem o cuidado a vida não é
salvaguardada,  não se expande, fenece e
morre.  Então a cooperação e o cuidado são os dois valores fundamentais que estão
na base de qualquer  projeto produtor de
paz. Não é fechar a mão, é estender a mão na direção da outra mão. É entrelaçar
as mãos criando a corrente da vida, de cooperação e solidariedade, que são as
condições que poderão gerar a paz entre os humanos.Quando  cuidamos uns dos outros, não temos mais medo;
temos a segurança. Segurança da moradia, do meio-ambiente, da vida
pessoal.  Para exorcizar o medo
coloquemos o cuidado. Por esta razão, 
Gandhi – esse grande político humanista – 
dizia que a política é o cuidado com as coisas do povo. É o gesto
amoroso para com as coisas que são comuns. Política não é gerenciar a economia,
as moedas, é cuidar  das pessoas e do
povo, cuidar das grandes causas que fazem a vida do povo.E, graças a Deus, no nosso país, se
inaugurou uma política que dá centralidade ao cuidado com a fome da nossa
população; coloca como fundamental a titulação das terras dos povos originários
e os que vivem em favelas. O nosso país, se bem cuidado, pode  ser a mesa posta para a fome de todos os
brasileiros e para a fome da humanidade, porque tal é a grandeza de nossos
solos produtivos. Então, devemos deixar ressoar o discurso do Presidente Lula
em todos os foruns:”Não precisamos de guerra,
precisamos de paz. Não precisamos de bilhões de dólares para construir a
máquina de morte, nós podemos reordenar esse dinheiro para propiciar  vida, expandir a vida, dar futuro à vida. No
lugar da competição colocar a cooperação. No lugar do medo colocar o cuidado.
No lugar da solidão de quem sofre colocar 
a compaixão de quem se verga sobre o caido, sofre com ele, levanta-o do
chão e anda com ele”.Queremos na nossa busca da paz,
borrar a palavra inimigo; fazer de todos os seres humanos aliados; fazer de todos
os que estão longe próximos e dos próximos fazê-los irmãos e irmãs.Quando perguntaram ao mestre Jesus
“quem é meu próximo?”, ele não respondeu. Contou uma história que
todos conhecem, a do bom samaritano. Ai Jeus deixa claro quem é o próximo.  “Próximo é aquele de quem você se aproxima”.
Depende nós fazermos todos os humanos – homens e mulheres das várias raças,
procedências, inscrições ideológicas – fazê-los nossos próximos. Não deixar que
sejam inimigos,  mas aliados e
companheiros.Nós comparecemos como seres humanos
quando repartimos o pão. Repartir o pão é ser com-pan-heiro, como a própria origem da palavra o sugere: cum
panis
,  aquele que reparte o pão para
entrar em comunhão com o outro. Nascemos como seres de com-pan-heirismo. Qual é o nosso desafio? Assumir como projeto
pessoal, projeto político aquilo que a nossa natureza em sua dinâmica pede:
construirmos  uma sociedade de
cooperação, de cuidado uns para com os outros. O Papa Francisco nos legou esta
severa advertência:”estamos todos no mesmo barco; ou nos salvamos todos ou
ninguém se salva”.A Carta da Terra, por sua vez também
advertiu:que devemos “formar uma aliança global, para cuidar da Terra, cuidar
uns dos outros, caso contrário arriscamos a nossa destruição e da diversidade
da vida”; Uma aliança de cooperação com a natureza e não contra a natureza; um
desenvolvimento que se faz junto com a natureza e não à custa da natureza.A paz é possível de ser construída.
Não uma mera pacificação como propõe o Presidente Donald Trump, mas uma paz tão
bem definida pela Carta da Terra:“como a plenitude que resulta da correta
relação para comigo mesmo; da correta relação para com o outro, com a
sociedade, com outras vidas, com outras culturas e com o Todo do qual nós somos
parte”. Numa palavra,  a paz como um
processo de justiça, de cooperação, de cuidado e  de amorização, Esse é o fundamento, que  nos dá 
a percepção de que a paz é possível e que pode ser perpétua.Importa  não só nos opormos à guerra mas importa
ganharmos a paz. Então a paz exige compromisso  nele queremos invocar forças, também aquelas
que vão além das nossas forças. O universo é uma incomensurável rede de
energias, todas elas bebem naquela Fonte originária de onde tudo vem e provem  que os cosmólogos chamam “O abismo gerador de todos os seres e que
os cristãos chamam de Criador. Nós queremos que a paz do Criador reforce a
busca da paz humana. Então o que parece impossível e torna possível, uma
ridente e feliz realidade.
Leonardo Boff escreveu Cuidar da Casa Comum:como protelar o fim
do mundo, Vozes 2024.
    

Die Verbindung von innerer und äußerer Ökologie:Der Sonnengesang des Franz von Assisi

Leonardo Boff

In seinem weit verbreiteten Artikel „Die historischen Wurzeln unserer ökologischen Krise“ aus dem Jahr 1967 beschuldigte der Historiker Lynn White Jr. das Judentum und das Christentum aufgrund seines tief verwurzelten Anthropozentrismus als Hauptursache der Krise, die heute so lautstark ausbricht. Darüber hinaus räumte er ein, dass dieses Christentum in der kosmischen Mystik des Heiligen Franz von Assisi ein Gegenmittel gefunden habe.

Um diese Idee zu bekräftigen, schlug er vor, ihn zum „Schutzpatron der Umweltschützer“ zu erklären, was Papst Johannes Paul II. am 29. November 1979 tat. Tatsächlich bezeugen alle seine Biographen, wie Thomas von Celano, der heilige Bonaventura, die Legende von Perugina (eine der ältesten Quellen) und andere zeitgenössische Quellen, „die freundschaftliche Verbindung, die Franziskus mit allen Geschöpfen schloss…“. Er gab allen Geschöpfen die süßen Namen „Brüder und Schwestern“, den Vögeln des Himmels, den Blumen auf den Feldern und sogar dem wilden Wolf von Gubbio.

Er schloss Bruderschaft mit den am stärksten Diskriminierten, wie etwa den Leprakranken, und mit allen Menschen, wie etwa dem muslimischen Sultan Melek el-Kamel in Ägypten, mit dem er lange Gespräche führte. Sie beteten gemeinsam. Der heilige Franziskus übernahm den höchsten Titel, den Muslime Allah verleihen: „Der Allerhöchste“. Der Sonnengesang beginnt mit „Der Allerhöchste“.

Im Mann von Assisi ist alles von Fürsorge, Mitgefühl und Zärtlichkeit umgeben. Der Philosoph Max Scheller, Martin Heideggers Lehrer, widmet Franz von Assisi in seiner bekannten Studie „Wesen und Formen der Sympathie“ (1926) brillante und tiefgründige Seiten. Er schreibt:

“Niemals in der Geschichte des Abendlandes ist eine Gestalt mit einer solchen Kraft universeller Sympathie und Ergriffenheit aufgetreten wie der heilige Franziskus. Nie wieder war es möglich, die Einheit und Integrität aller Elemente zu bewahren wie bei Franziskus, in den Bereichen der Religion, der Erotik, des sozialen Handelns, der Kunst und des Wissens” (1926, S. 110). Vielleicht hat Dante Alignieri ihn deshalb die „Sonne von Assisi“ genannt (Paradiso XI, 50).

Diese kosmische Erfahrung fand in seinem „Cantico di Frate Sole“ (dem „Gesang der Geschöpfe“) brillante Gestalt. Dort finden wir eine vollständige Synthese zwischen der inneren Ökologie (den Impulsen der Psyche) und der äußeren Ökologie, der freundschaftlichen und geschwisterlichen Beziehung zu allen Geschöpfen. Wir feiern den 800. Jahrestag des Sonnengesangs in einem so beklagenswerten Kontext wie dem heutigen. Auch wenn es seltsam erscheinen mag, ergibt es doch Sinn, denn inmitten unüberwindlichen körperlichen und seelischen Schmerzes hatte Franz von Assisi einen Moment der Erleuchtung und schuf und sang mit seinen Brüdern diesen Hymnus, der erfüllt ist von dem, was wir am meisten brauchen: der Vereinigung von Himmel und Erde, der sakramentalen Bedeutung von Sonne, Mond, Wasser, Feuer, Luft, Wind und Mutter Erde als Zeichen des Schöpfers und schließlich dem Frieden und der Freude am Leben und Zusammenleben inmitten der Drangsale, die er erlebte und von denen auch wir heimgesucht werden.

Betrachten wir zunächst den Kontext, in dem der Hymnus entstand. Die Perusina Legende enthält einen detaillierten Bericht. Zwei Jahre nach der Stigmatisierung auf dem Berg Alverna ergriff Franziskus eine große Liebe, die in der Sprache Bonaventuras einen Tod ohne Tod bedeutete. Franziskus war fast blind. Er konnte diese Sonne nicht sehen. Innere und äußere Leiden plagten ihn immer wieder. Der von ihm gegründete Orden wurde zu einer Institution und nicht mehr zu einer Bewegung, die sich streng an das Evangelium hielt. Dies verursachte ihm großes Leid.

Es war im Frühjahr 1225. Der Ort war die kleine Kapelle San Damiano, in der Klara und ihre Schwestern lebten. Voller Trauer fand er keinen Frieden. Fünfzig Tage verbrachte er in einer dunklen Zelle, ohne das Licht des Tages oder das Feuer der Nacht zu sehen. Der Schmerz in seinen Augen hinderte ihn am Schlafen und Ausruhen. Fast verzweifelt betete er: „Herr, hilf mir in meiner Krankheit, dass ich sie geduldig ertragen kann.“ Er bat nicht darum, von ihr befreit zu werden, sondern nur darum, sie ertragen zu können.

Sein Biograph Thomas von Celano berichtet, dass Franziskus während des Gebets große Qualen erlitt. In dieser Situation hörte er eine Stimme in seinem Inneren: „Sei glücklich, Bruder, und glücklich inmitten deiner Leiden und Krankheiten. In Zukunft wirst du so sicher sein wie diejenigen, die in meinem Königreich leben.

Franziskus war von unglaublicher Freude erfüllt. Der Tag dämmerte in der dunklen Nacht. Er fühlte sich in das Reich Gottes versetzt, Symbol der grenzenlosen Versöhnung der gefallenen Schöpfung mit dem Plan des Schöpfers.

Dann stand Franziskus auf, murmelte ein paar Worte und sang den Hymnus für alle Dinge: „Altissimu, omnipotente, bon Signore.“ Er rief seine Brüder zusammen und sang mit ihnen den Hymnus, den er gerade komponiert hatte.

„Höchster, allmächtiger, guter Herr,
dein sind das Lob, die Herrlichkeit und Ehre und jeglicher Segen.
Dir allein, Höchster, gebühren sie,
und kein Mensch ist würdig, dich zu nennen.

Gelobt seist du, mein Herr,
mit allen deinen Geschöpfen,
zumal dem Herrn Bruder Sonne,
welcher der Tag ist und durch den du uns leuchtest.
Und schön ist er und strahlend mit großem Glanz:
Von dir, Höchster, ein Sinnbild.

Gelobt seist du, mein Herr,
durch Schwester Mond und die Sterne;
am Himmel hast du sie gebildet,
klar und kostbar und schön.

Gelobt seist du, mein Herr,
durch Bruder Wind und durch Luft und Wolken
und heiteres und jegliches Wetter,
durch das du deinen Geschöpfen Unterhalt gibst.

Gelobt seist du, mein Herr,
durch Schwester Wasser,
gar nützlich ist es und demütig und kostbar und keusch.

Gelobt seist du, mein Herr,
durch Bruder Feuer,
durch das du die Nacht erleuchtest;
und schön ist es und fröhlich und kraftvoll und stark.

Gelobt seist du, mein Herr,
durch unsere Schwester, Mutter Erde,
die uns erhält und lenkt
und vielfältige Früchte hervorbringt
und bunte Blumen und Kräuter.

Gelobt seist du, mein Herr,
durch jene, die verzeihen um deiner Liebe willen
und Krankheit ertragen und Drangsal.
Selig jene, die solches ertragen in Frieden,
denn von dir, Höchster, werden sie gekrönt.

Gelobt seist du, mein Herr,
durch unsere Schwester, den leiblichen Tod;
ihm kann kein Mensch lebend entrinnen.
Wehe jenen, die in tödlicher Sünde sterben.
Selig jene, die er findet in deinem heiligsten Willen,
denn der zweite Tod wird ihnen kein Leid antun.

Lobt und preist meinen Herrn
und dankt ihm und dient ihm mit großer Demut.“

Wie der Franziskaner Éloi Leclerc (1977), ein Überlebender der Nazi-Todeslager, gezeigt hat, waren für Franziskus die äußeren Elemente wie Sonne, Erde, Feuer, Wasser, Wind und andere nicht nur objektive Realitäten, sondern symbolische, emotionale Realitäten, wahre Archetypen, die die Psyche zu einer Synthese zwischen dem Äußeren und dem Inneren und einer Erfahrung der Einheit mit dem Ganzen anregen. Franziskus singt von der Sonne, dem Mond, den Sternen und anderen Wesen, die er nicht sehen konnte, weil er am Ende seines Lebens praktisch blind war. Er erwähnt in seiner Lobrede das Schwierigste, was zu integrieren ist: den Tod. In der Biographie von Celano wird der Tod zum Gast von Franziskus. Er sagt jovial: „Willkommen, meine Schwester Tod“.

Durch seine Zärtlichkeit und grenzenlose Geschwisterlichkeit wurde Franziskus zu einem universellen Menschen. Er verwirklichte das menschliche Projekt der Harmonie mit der gesamten Schöpfung und fühlte sich ihr wie ein Bruder zugehörig. Er gab uns die Hoffnung, dass wir in Frieden mit Mutter Erde zusammenleben können.

Leonardo Boff

11.06.2025

Autor von: Zärtlichkeit und Kraft, Franz von Assisi, mit den Augen der Armen gesehen, Patmos, 1983

Übersetzung von Bettina Goldhanack

A união da ecologia interior com a exterior: O  cântico ao Irmão Sol de Francisco de Assis.

Leonardo Boff

Em 1967, em seu amplamente divulgado artigo “As Raízes Históricas de Nossa Crise Ecológica“, o historiador Lynn White Jr. acusou o judeu-cristianismo, devido ao seu antropocentrismo visceral, de ser o principal fator na crise que agora se tornou um clamor. Além disso, ele reconheceu que esse mesmo cristianismo tinha um antídoto no misticismo cósmico de São Francisco de Assis.

Para reforçar essa ideia, sugeriu proclamá-lo “padroeiro dos ambientalistas”, o que o Papa João Paulo II fez em 29 de novembro de 1979. De fato, todos os seus biógrafos, como Tomás de Celano, São Boaventura, a Lenda de Perugina (uma das fontes mais antigas) e outras fontes contemporâneas, atestam “a união amigável que Francisco estabeleceu com todas as criaturas…”Deu os doces nomes de irmãos e irmãs a todas as criaturas, às aves do céu, às flores do campo e até mesmo ao lobo feroz de Gubbio.

Estabeleceu fraternidade com os mais discriminados, como os leprosos, e com todas as pessoas, como o sultão muçulmano Melek el-Kamel, no Egito, com quem manteve longos diálogos. Rezavam junto. São Francisco assumiu o título mais alto que os muçulmanos dão a Alá “Altíssimo”. O Cântico das criaturas começa com o “Altíssimo”.

No homem de Assis, tudo é cercado de cuidado, simpatia e ternura. O filósofo Max Scheller, professor de Martin Heidegger, em seu conhecido estudo “A Essência e as Formas da Simpatia” (1926) dedica páginas brilhantes e profundas a Francisco de Assis. Ele afirma: 

“Nunca na história do Ocidente surgiu uma figura com tamanha força de simpatia e emoção universal como a que encontramos em São Francisco”. Nunca mais foi possível preservar a unidade e a integridade de todos os elementos como em São Francisco, nas esferas da religião, do erotismo, da ação social, da arte e do conhecimento” (1926, p. 110). Talvez seja por isso que Dante Alignieri o chamou de “sol de Assis” (Paraíso XI, 50).

Essa experiência cósmica tomou forma brilhante em seu “Cantico di Frate Sole” ou “O Cântico das Criaturas”. Ali encontramos uma síntese completa entre ecologia interior(os impulsos da psiqué) e ecologia exterior, a relação amigável e fraterna com todas as criaturas. Estamos celebrando o 800º aniversário do Cântico do Irmão Sol em um contexto tão lamentável como o atual. Embora possa parecer estranho, faz sentido porque, em meio a uma dor física e espiritual insuperável, Francisco de Assis teve um momento de iluminação e criou e cantou com seus irmãos este hino, que está repleto do que mais precisamos: a união do céu com a Terra, o significado sacramental do Irmão Sol, da Lua, da água, do fogo, do ar, do vento e da Mãe Terra, vistos como sinais do Criador e, finalmente, a paz e a alegria de viver e coexistir em meio às tribulações que estava vivenciando e pelas quais também  nós estamos assolados.

Consideremos primeiro o contexto em que o hino surgiu. A Legenda Perusina contém um relato detalhado. Dois anos após a estigmatização no Monte Alverna, Francisco foi tomado por um grande amor, que, na linguagem de Boaventura, significava uma morte sem morte. Francisco estava quase cego. Ele não conseguia ver este sol. Sofrimentos internos e externos o afligiam repetidamente. A ordem fundada estava virando uma instituição e não mais um movimento de seguimento estrito do Evangelho. Isso o fazia sofrer muito.

Era a primavera de 1225. O local era a pequena capela de São Damião, onde Clara e suas irmãs viviam. Cheio de dor, ele não conseguia encontrar paz. Passou cinquenta dias em uma cela escura, sem conseguir ver a luz do dia ou o fogo da noite. A dor nos olhos o impedia de dormir ou descansar. Quase desesperadamente, ele orou: “Ajuda-me, Senhor, na minha doença, para que eu possa suportá-la pacientemente.”Não pedia para livrar-se dela, apenas para suportá-la.

Enquanto orava, seu biógrafo Tomás de Celano observa que Francisco entrou em agonia. Em meio a essa situação, ouviu uma voz dentro de si: “Feliz, irmão, e feliz em meio às suas aflições e doenças. No futuro, você poderá estar tão seguro como quem está no meu reino.

Francisco ficou repleto de uma alegria incrível. O dia amanheceu na noite escura. Sentiu-se transportado para o reino de Deus, símbolo da reconciliação ilimitada da criação decaída com o desígnio do Criador.

Então Francisco levantou-se, murmurou algumas palavras e cantou o hino a todas as coisas: “Altissimu, onnipotente, bon Signore”. Chama os teus irmãos e canta com eles o cântico que acabara de compor.

Altíssimo, Onipotente, Bom Senhor, Tu és o louvor, a glória, a honra e toda a bênção. A Ti somente, Altíssimo, pertence, e nenhum homem é digno de Te mencionar. Louvado sejas, meu Senhor, com todas as tuas criaturas, especialmente nosso Senhor Irmão Sol, que é dia e, portanto, nos dá luz. E é belo e radiante com grande esplendor, De Ti, Altíssimo,ele é um significado. Louvado sejas, meu Senhor, por tua irmã, a lua e as estrelas. Coisas brilhantes, preciosas e belas se formaram no céu. Louvado sejas, meu Senhor, pelo irmão Vento, e pelo ar, pelas nuvens, pela serenidade e por todo o tempo, através do qual sustentas as tuas criaturas. Louvado sejas, meu Senhor, pela irmã Água. Ela é muito útil, humilde, preciosa e casta. Louvado sejas, meu Senhor, pelo irmão fogo, iluminas a noite, e que é belo, alegre, robusto e forte. Louvado sejas, meu Senhor, por nossa irmã Mãe Terra, que nos sustenta e governa, e produz vários frutos com flores e árvores coloridas. Louvado sejas, meu Senhor, por aqueles que te perdoam por teu amor e suportam doenças e tribulações. Bem-aventurados os que as suportam em paz, pois por ti, Altíssimo, eles serão coroados. Louvado sejas, meu Senhor, por nossa irmã, a morte corporal, da qual nenhum ser vivo pode escapar…. Louvai e bendizei meu Senhor, dai-Lhe graças e servi-O com grande humildade”.

Como demonstrou  o franciscano Éloi Leclerc ( 1977), sobrevivente dos campos de extermínio nazistas, para Francisco elementos externos como o sol, a terra, o fogo, a água, o vento e outros não eram apenas realidades objetivas, mas realidades simbólicas, emocionais, verdadeiros arquétipos que energizam a psique no sentido de uma síntese entre o exterior e o interior e uma experiência de unidade com o Todo. Francisco canta o sol, a lua, as estrelas e outros seres, incapaz de vê-los porque, no fim da vida, era praticamente cego. Ele inclui em seu elogio o que há de mais difícil de integrar: a morte. Na biografia de Celano, a morte é feita hóspede de Francisco. Ele jovialmente diz: “Bem-vinda, minha irmã Morte”.

São Francisco por sua ternura e irmandade ilimitada se tornou um homem universal. Realiza plenamente o projeto humano de harmonia com toda a criação,sentindo-se parte dela como um irmão.Ele suscita e nós a esperança de que podemos conviver em paz com a Mãe Terra.

Leonardo Boff, escreveu Francisco de Assis: ternura e vigor,Vozes 1982.