Techo-Tierra-Trabajo:mantra de los movimientos populares

Leonardo Boff*

El Papa Francisco está recibiendo la furiosa crítica de algunos grupos católicos conservadores, incapaces de salir de su burbuja tradicional. La razón es la forma como cuida de la Iglesia. No lo hace al estilo tradicional, diría, estilo principesco y faraónico heredado de los primeros emperadores cristianos que pasaron a los sacerdotes, a los obispos y al Papa todos los privilegios, estilos de vida, modos de vestir de los emperadores, de los senadores y de las élites ricas imperiales. Esto viene desde el siglo tercero y, fundamentalmente, perdura hasta nuestros días. Al ver el desfile de los cardenales cuando se encuentran todos en Roma parece que estamos en el Sambódromo de Río o de São Paulo, tal es la pompa y el colorido del vestuario. Todo eso no tiene nada que ver con Jesús de Nazaret pobre.

Pero no es de eso de lo que quiero tratar. Quiero referirme a una innovación sorprendente que el Papa Francisco ha introducido. Sólo podría venir de él, fuera de la galaxia católica centroeuropea, de alguien que “viene del fin del mundo” como lo ha expresado con frecuencia. Venir del fin del mundo significa que viene de la experiencia de una Iglesia que ya no es espejo de la europea, sino que es fuente propia, que hunde sus raíces en los medios populares, que hace una opción preferencial por los empobrecidos e injustamente colocados al margen del proceso social vigente, controlado por las clases dominantes y organizado para  favorecer sus privilegios. Un tipo de Iglesia que no tiene nada de imperial o faraónico, sino que asume los dolores y el destino trágico de los descartados por el sistema actual.

Ejemplo de eso son los muchos encuentros que ha tenido con los Movimientos Sociales Populares, venidos de todo el mundo. Eso nunca se había visto en la historia. La eclesiología dominante, es decir, la doctrina sobre la Iglesia concentra todavía hoy todo el poder de decisión en manos de la jerarquía. El Concilio Vaticano II (1962-1965) introdujo el concepto de Iglesia como Pueblo de Dios que presupone la igualdad entre todos, pero prevaleció el concepto de Iglesia como comunión. Aunque después vació el concepto al decir que es una comunión jerárquica, que equivale a decir que es como una escalera en la cual hay gente que está escalones arriba y gente que está  escalones abajo. Si es comunión debe haber igualdad entre todos, no son tolerables las jerarquías, de gente arriba y gente abajo. Si estas existen deben ser solo funcionales porque nadie puede hacer todo y asumir todas las tareas sino que se distribuyen entre los distintos participantes. San Pablo lo formuló muy bien en sus epístolas, usando la metáfora del cuerpo humano: “el ojo no puede decir a la mano, no te necesito, ni la cabeza a los pies, no necesito de vosotros” (1Cor 12,21). Todos los miembros son igualmente importantes. Y ni digamos de las mujeres totalmente apartadas del poder decisorio, aunque sean ellas las que realizan la mayoría de los servicios eclesiales.

Este septiembre tendrá lugar en Roma el décimo aniversario del primer encuentro de los Movimientos Sociales Mundiales, celebrado en 2014. Allí estará nuestro João Pedro Stédile entre los que hablarán a la multitud. En ese encuentro se retomará el mantra inaugurado en 2014: las famosas 3Tes, Techo-Tierra-Trabajo, detallados así: “Ninguna familia sin techo, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ninguna persona sin la dignidad que le confiere el trabajo”.

Para este encuentro de septiembre se ha definido este lema: “Plantar la bandera contra la deshumanización”. Si hay actualmente un fenómeno de los más perversos es el proceso acelerado de deshumanización. ¿Hay algo más inhumano que el hecho de que casi la mitad de la riqueza del mundo esté en manos del 1% de la población (Global Wealth Report 2023) junto a casi 800 millones de famélicos y mil millones con insuficiencia alimentaria? Son datos de la FAO. Si los 3 mil multimillonarios pagasen solamente el 2% de sus fortunas en impuestos se generarían 250 mil millones de dólares (1.32 billones de reales), como sugirieron Brasil y Francia en el G20 . Eso garantizaría la vida de todos los amenazados por el hambre y las enfermedades del hambre.

El genocidio perpetrado por el Estado de Israel en la Franja de Gaza que ha producido 12.300 niños víctimas, lo ha hecho con el apoyo de un Presidente norteamericano católico y de la Comunidad Europea, olvidada de su tradición que fundó los derechos de los ciudadanos y las distintas formas de democracia. Esto se hace a cielo abierto, convirtiendo en cómplices a los que le apoyan, además de negar comida, agua y energía a toda la población, un crimen manifiesto contra la humanidad.

Además de la guerra Rusia-Ucrania en la cual una venerable civilización hermana, Ucrania, está siendo destruida, existen 18 lugares de conflictos severos con gran pérdida de vidas.

En cuanto a esto, el Papa en un evento interreligioso en Indonesia, la mayor nación musulmana del mundo, proclamaba: “que todos nosotros, juntos, cada uno cultivando su espiritualidad y practicando su religión, podamos caminar a la búsqueda de Dios y contribuir a la construcción de sociedades abiertas, fundadas en el respeto mutuo y en el amor recíproco”. Desafiaba a los cristianos con estas palabras: “no se cansen de zarpar hacia alta mar, lancen las redes, no se cansen de soñar y de construir una civilización de paz”.

Son palabras de esperanza casi desesperada frente a la deshumanización reinante, con la conciencia de aquello que dijo en la encíclica Fratelli tutti: “estamos en el  mismo barco, o nos salvamos todos o no se salva nadie” (n.137). Pero todos juntos y concientizados podemos dar un rumbo nuevo a nuestra historia común, apuntando a una biocivilización y a una Tierra de la Buena Esperanza.

*Leonardo Boff ha escrito Cuidando de la Casa Común, Vozes 2023; en imprenta Sostenibilidad y cuidado: cómo asegurar el futuro de la vida, 2024.

Traducción de  MªJosé Gavito Milano

Casa-Terra-Lavoro: mantra dei movimenti sociali popolari

Leonardo Boff

Papa Francesco è oggetto di una critica furiosa da parte di alcuni gruppi cattolici conservatori, incapaci di uscire dalla loro bolla tradizionalista. Il motivo risiede nella forma con cui si prende cura della Chiesa. Non lo fa nello stile tradizionale, direi, principesco e faraonico, ereditato dai primi imperatori cristiani che hanno trasmesso ai sacerdoti, ai vescovi e al Papa tutti i privilegi, stili di vita, modi di vestire degli imperatori, dei senatori e delle ricche élite imperiali.

Ciò risale dal terzo secolo e, fondamentalmente, continua fino ai giorni d’oggi. A vedere la sfilata dei cardinali quando s’incontrano tutti a Roma, sembra di essere al Sambódromo  di Rio o di San Paolo, tanto è lo sfarzo e il colore degli abiti. Tutto questo non ha nulla a che vedere con il povero Gesù di Nazaret.

Ma non è di questo che voglio trattare. Voglio riferirmi a una innovazione sorprendente che Papa Francesco ha introdotto. Poteva solo venire da lui, fuori dalla galassia cattolica mitteleuropea, ma da qualcuno che “viene dalla fine del mondo” come frequentemente lui stesso si è definito. Provenire dalla fine del mondo, significa venire dall’esperienza di una Chiesa che non è più specchio di quella europea, ma fonte propria, che affonda le sue radici negli ambienti popolari, che fa un’opzione preferenziale per i poveri ingiustamente posti ai margini del processo sociale attuale, controllato dalle classi dominanti organizzate in favore dei loro privilegi. Un tipo di Chiesa che non ha nulla di imperiale o faraonico, ma che assume il dolore e il destino tragico degli scartati dal sistema attuale.

Ne sono un esempio i numerosi incontri che ha tenuto con i Movimenti Sociali Popolari, provenienti da tutto il mondo. Questo mai si è mai visto nella storia. L’ecclesiologia dominante, cioè la dottrina sulla Chiesa, concentra ancora oggi tutto il potere decisionale nelle mani della gerarchia. Il Concilio Vaticano II (1962-1965) ha introdotto il concetto di Chiesa come Popolo di Dio che presuppone l’uguaglianza tra tutti. Ma ha prevalso il concetto di Chiesa come comunione. Ma ha presto svuotato il concetto dicendo che è una comunione gerarchica, il che equivale a dire che è come una scala, al suo interno ci sono persone che stanno nei gradini in alto e persone che stanno nei gradini in basso. Se è comunione, c’è uguaglianza tra tutti, non sono tollerate gerarchie, di persone in alto e persone in basso. Se esistono, sono solo funzionali perché nessuno fa tutto e si assume tutti i compiti, ma li distribuisce ai vari partecipanti. San Paolo lo ha formulato molto bene nelle sue epistole, utilizzando la metafora del corpo umano: «l’occhio non può dire alla mano, non ho bisogno di te, né la testa ai piedi, non ho bisogno di voi» (Cor 12,21 ). Tutti i membri sono ugualmente importanti. Né pensiamo alle donne che sono completamente private di ogni potere decisionale, anche se sono loro che svolgono la maggior parte dei servizi ecclesiastici.

A settembre si realizzeranno a Roma i dieci anni dal primo incontro del 2014 dei Movimenti Sociali Mondiali. Tra coloro che parleranno al pubblico ci sarà il nostro João Pedro Stédile del Movimento de gli senza Terra (MST) In questo incontro si riprenderà il mantra inaugurato nel 2014: le famose 3T: Teto-Terra-Trabalho così dettagliate: “Nessuna famiglia senza tetto, nessun contadino senza terra, nessun lavoratore senza diritti, nessuna persona senza la dignità che il lavoro (trabalho) conferisce”.

Per l’incontro di settembre già è stato definito lo slogan: “Piantare la bandiera contro la disumanizzazione”. Se attualmente esiste uno dei fenomeni più perversi, è proprio il processo accelerato di disumanizzazione. C’è qualcosa di più disumano nel fatto che quasi la metà della ricchezza mondiale è nelle mani dell’1% della popolazione (Global Wealth Report 2023) al lato di circa, secondo la FAO, 800 milioni di persone che soffrono la fame e un miliardo di persone con insufficienza alimentare? Se i 3mila miliardari pagassero solo il 2% delle loro fortune in tasse, si genererebbero 250 miliardi di dollari, come suggerito nel G20 da Brasile e Francia. Ciò garantirebbe la vita di tutti coloro che sono minacciati dalla fame e dalle malattie legate alla fame.

Il genocidio perpetrato dallo Stato di Israele nella Striscia di Gaza, uccidendo circa 12.300 bambini, con il sostegno di un presidente nordamericano cattolico e della Comunità Europea, dimentica la sua tradizione che fondava i diritti dei cittadini e le diverse forme di democrazia. Ciò è fatto a cielo aperto, rendendo complici i suoi sostenitori oltre a negare cibo, acqua ed energia a un’intera popolazione, un evidente crimine contro l’umanità.

Oltre alla guerra russo-ucraina in cui viene distrutta una venerabile civiltà sorella, l’Ucraina, ci sono 18 luoghi di gravi conflitti con un alto tasso di mortalità.

Nel frattempo, il Papa in Indonesia, nella più grande nazione musulmana del mondo, in un evento inter-religioso ha proclamato: “che tutti noi, insieme, coltivando ciascuno la sua propria spiritualità e praticando la sua propria religione, si possa camminare alla ricerca di Dio e contribuire alla costruzione di società aperte, basate sul rispetto mutuo e sull’amore reciproco”. Ha sfidato i cristiani con queste parole: «non stancatevi di salpare in alto mare, gettate le reti, non stancatevi di sognare e di costruire una civiltà di pace”.

Sono parole di speranza quasi disperata di fronte alla disumanizzazione imperante, con la coscienza di quanto affermato nell’enciclica Fratelli tutti: «siamo sulla stessa barca, o ci salviamo tutti o non si salva nessuno» (n. 32).

Ma tutti insieme e consapevoli possiamo dare una nuova direzione alla nostra storia comune, puntando verso una bio-civiltà e verso una Terra di Buona Speranza.

Leonardo Boff ha scritto Cuidando da Casa Comum, Vozes 2023; in stampa Sustentabilidade e cuidado: como assegurar o futuro da vida, 2024.

traduzione dal portoghes di Gianni Alioti

Teto-Terra-Tabalho: mantra dos movimentos sociais populares

Leonardo Boff

O Papa Francisco está sujeito à crítica furiosa de alguns grupos católicos conservadores, incapazes de sair de sua bolha tradicional. A razão reside na forma como cuida da Igreja. Não o faz no estilo tradicional, diria, principesco e faraônico no seu estilo, herdado dos primeiros imperadores cristãos que passaram aos padres, aos bispos e ao Papa todos os privilégios, estilos de vida, modos de se vestir dos imperadores, dos senadores e das elites ricas imperiais. Isso vem desde o século terceiro e, fundamentalmente, perdura até os dias de hoje. Ao ver o desfile dos cardeais quando se encontram todos em Roma parece que estamos no Sambódromo do Rio ou de São Paulo, tal é a pompa e o colorido dos vestuários. Tudo isso não tem nada a ver com o pobre Jesus de Nazaré.

Mas não é disso que quero tratar. Quero me referir a uma inovação surpreendente que o Papa Francisco introduziu. Só poderia vir dele, fora da galáxia católica centro-europeia, mas de alguém que “vem do fim do mudo” como tem se expressado com frequência. Vir do fim do mundo, significa que vem da experiência de uma Igreja que não é mais espelho da europeia, mas fonte própria, que lança suas raízes nos meios populares, que faz uma opção preferencial pelos empobrecidos e injustamente colocados à margem do processo social vigente, controlado pelas classes dominantes e organizado em favor de seus privilégios. Um tipo de Igreja que não tem nada de imperial ou faraônico, mas  que assume as dores e o destino trágico dos descartados pelo sistema atual.

Exemplo disso são os muitos encontros que fez com os Movimentos Sociais Populares, vindos do mundo inteiro. Isso nunca se viu na história. A eclesiologia dominante, quer dizer, a doutrina sobre a Igreja concentra ainda hoje todo o poder de decisão nas mãos da hierarquia. O Concílio Vaticano II (1962-1965) introduziu o conceito de Igreja como Povo de Deus que pressupõe a igualdade entre todos. Mas prevaleceu o conceito de Igreja como comunhão. Mas logo esvaziou o conceito ao dizer que é uma comunhão hierárquica, que equivale dizer, que é como uma escada, dentro dela tem gente que está graus acima e gente que está graus abaixo. Se é comunhão vigora uma igualdade entre todos, não se toleram hierarquias, de gente em cima e de gente em baixo. Se estas existirem são apenas funcionais porque ninguém faz tudo e assume todas as tarefas mas as distribui aos vários participantes. São Paulo o formulou muito bem em suas epístolas,usando a metáfora do corpo humano:” o olho não pode dizer à mão, não preciso de ti, nem a cabeça aos pés, não preciso de vós” 1Cor 12,21). Todos os membros são igualmente importantes.Nem pensemos nas mulheres totalmente destituídas de qualquer poder decisório, embora sejam aquelas que fazem a maioria dos serviços eclesiais.

Em setembro realizar-se-á em Roma os dez anos depois do primeiro encontro feito em 2014 dos Movimentos Sociais Mundiais. Lá estará o nosso João Pedro Stédile entre aqueles que falarão para a multidão. Nesse encontro se retomará o mantra inaugurado em 2014: os famosos 3Ts:Teto-Terra-Trabalho assim detalhados: “Nenhuma família sem teto, nenhum camponês sem terra,nenhum trabalhador sem direitos, nenhuma pessoa sem a dignidade que o trabalho confere”.

No encontro em setembro já se definiu o lema: “Plantar a bandeira contra a desumanização”. Se há um fenômeno atualmente dos mais perversos é um processo acelerado de desumanização. Há algo de mais desumano o fato de que quase metade da riqueza no mundo está na mão de 1% da população (Global Wealth Report 2023) ao lado de cerca, segundo a FAO,  800 milhões de famélicos e um bilhão com insuficiência alimentar? Se os 3 mil bilionários pagassem somente 2% de suas fortunas em imposto geraria US 250 bilhões (RS 1.32 trilhão), como no G20 Brasil e França sugeriram. Isso garantiria a vida de todos os ameaçados pela fome e doenças da fome.

O genocídio perpetrado pelo Estado de Israel na Faixa de Gaza vitimando cerca de 12.300 crianças com o apoio de um Presidente norte-americano católico e pela Comunidade Europeia, esquecida de sua tradição que fundou os direitos dos cidadãos e as  várias formas de democracia. Isso é feito ao céu aberto, tornando cúmplices seus apoiadores além de negar comida, água e energia a uma inteira população, um manifesto crime contra a humanidade.

Além da guerra Rússia-Ucrânia na qual uma venerável civilização irmã está sendo destruída, a Ucrânia, existem 18 lugares de conflitos severos com alta letalidade de vidas.

Enquanto isso,o papa na Indonésia, na maior nação muçulmana do mundo,  num evento inter-religioso proclamava: “que todos nós, juntos, cada um cultivando a sua espiritualidade e praticando a sua religião, possamos caminhar à procura de Deus e contribuir para a construção de sociedades abertas, fundadas no respeito mútuo e no amor recíproco”. Desafiava os cristãos com estas palavras: “não se cansem de zarpar para o mar alto, lancem as redes, não se cansem de sonhar e de construir uma civilização de paz”.

São palavras de esperança quase desesperada face à desumanização reinante, com a consciência daquilo que disse na encíclica Fratelli tutti:”estamos no  mesmo barco, ou nos salvamos todos ou ninguém se salva”(n.32). Mas todos juntos e conscientizados podemos dar um rumo novo à nossa história comum, apontando para uma biocivilização e para uma Terra da Boa Esperança.

Leonardo Boff escreveu Cuidando da Casa Comum, Vozes 2023; no prelo Sustentabilidade e cuidado: como assegurar o  futuro da vida,2024.

Attraversamenti necessari per una società bio-centrica

   Leonardo Boff

Esiste la percezione più o meno diffusa che la vita umana sul pianeta Terra, così come si presenta, non possa continuare. In verità, essa si trova a un bivio: o cambia o corre il rischio di andare incontro a una incommensurabile tragedia ecologico-sociale. Ci sono indicatori innegabili. Il più sensibile è il riscaldamento globale accelerato. Solo nel 2023 sono state immesse nell’atmosfera quasi 40 milioni di tonnellate di CO2, che rimarranno nell’atmosfera per circa cento anni. Il riscaldamento fino a +1,5°C previsto per il 2030 è stato anticipato.

Delle nove frontiere planetarie (Planetary Boundieries: dai cambiamenti climatici alle micro-plastiche), sei sono già state superate. Gli scienziati sostengono che se rompiamo la settima e l’ottava, potrebbe verificarsi un disastro sistemico, capace di minacciare la civiltà. La disputa per il dominio geopolitico del mondo tra USA, Russia e Cina potrebbe culminare in un’ecatombe nucleare, lasciando il cielo bianco di particelle atomiche, introducendo una nuova era glaciale, estinguendo gran parte dell’umanità e della biosfera, rendendo miserabile la vita dei sopravvissuti. E altre ancora, come la grave carenza di acqua potabile.

Se vogliamo sopravvivere sul pianeta Terra dobbiamo compiere diversi attraversamenti inevitabili.

  • Dalla Terra vista come mezzo di produzione e contenitore di risorse destinate al progetto di una crescita illimitata, alla Terra come un Super Organismo vivente, Gaia, Pacha Mama o Madre Terra, con beni e servizi limitati, molti dei quali non rinnovabili.
  • Dal paradigma del potere/dominio in vista della conquista del mondo al paradigma della cura della Terra vivente e della comunità di vita.
  • Da una società antropocentrica, separata dalla natura, a una società bio-centrica che si sente parte della natura e cerca di adattare il proprio comportamento alla logica della natura stessa e al processo cosmogenico che si caratterizzano per la sinergia, per l’interdipendenza di tutti con tutti, dalla cooperazione e per essere (fare) di più con meno.
  • Da una società industrialista, mercantilista e consumista che depreda i beni naturali e destruttura le relazioni sociali di ricchezza/povertà a una società che sostiene tutta la vita e garantisce i mezzi di vita a tutti gli esseri umani.
  • Dalla logica della competizione che si regge sul win-lose e che oppone le persone e le aziende, alla logica della cooperazione win-win che riunisce e rafforza la solidarietà tra tutti.
  • Dall’era tecnozóica che, nonostante i riconosciuti benefici che ci ha portato, ha devastato gran parte degli ecosistemi, all’era ecozóica per la quale tutti i saperi e le attività si ecologizzano e tutti cooperano per salvaguardare il futuro della vita.
  • Dall’antropocene che fa dell’essere umano la più grande minaccia alla biodiversità, all’ecocene in cui l’ecologia sarà al centro delle preoccupazioni e tutti gli esseri saranno riconosciuti come un valore in sé, portatori di diritti e dovranno essere rispettati.
  • Dai social network incentrati sulla disinformazione, divisioni sociali e minacce alle istituzioni democratiche alle reti come spazi di comunicazione sociale civilizzata e nuove conoscenze.
  • -Della IA autonoma,non più controllata per eseri umani, estremamente periculosa, a una IA al servizio della intelligenza umana e al bene comune.
  • Dal capitale materiale, sempre limitato ed esauribile, al capitale umano-spirituale illimitato, fatto di amore, di solidarietà, di rispetto, di compassione, di venerazione e di una confraternizzazione con tutti gli esseri della comunità di vita.
  • Dagli Stati-nazione alla Terra come unica Casa Comune che deve essere curata da una governance plurale per risolvere i problemi globali di tutta l’umanità e del sistema-vivente.
  • Dal progetto “un solo mondo e un solo impero”, mantra della politica estera statunitense, a “un solo mondo e un solo progetto collettivo di coesistenza e sopravvivenza”, assunto da tutti i popoli.

È questa la grande “conversione ecologica globale” richiesta da Papa Francesco nella sua enciclica Sulla cura della Casa Comune (Laudato Si, 2015, n.5). Altrove si dice: “siamo sulla stessa barca, o ci salviamo tutti o nessuno si salva”.

Per garantire il futuro dell’umanità e della stessa biosfera deve prevalere un minimo consenso di carattere etico: l’insieme di visioni, valori e principi che più uniscono le persone e che meglio proiettano un orizzonte di vita e di speranza per tutti.

Si tratterebbe della cosiddetta bio-civilizzazione o la Terra della Buona Speranza che corrisponde alla Noosfera sognata già nel 1933 nel deserto del Gobi in Cina da Pierre Teilhard de Chardin. Cioè, la nuova sfera nella quale menti e cuori convergono in una coscienza collettiva di specie, abitando l’unica Terra che abbiamo.

Questa bio-civilizzazione è praticabile ed è nelle possibilità umane costruirla nel rispetto dell’etica della Terra, fatta di cura, di responsabilità universale, di accettazione di tutte le differenze e del sentimento di abitare una Casa Comune insieme all’intera comunità terrena e la comunità di vita, sotto lo sguardo benevolo del Creatore “che ama tutto ciò che ha creato e che non odia nulla di ciò che ha fatto, perché è «il sovrano amante della vita» (Sapienza 11,24-26)”.

Leonardo Boff ha scritto Abitare la terra. Quale via per la fraternità universale?, Castelvecchi 2021; Como cuidar da Casa comumpistas para protelar o fim do mundo, Vozes 2024.

(traduzione dal portoghese di Gianni Alioti)