Lo nuevo normal climático – el fin de la especie y la salvación cristiana: respuesta a un desafío

                  Leonardo Boff/Pedro de Oliveira

Un entrañable amigo, reconocido sociólogo, Pedro Ribeiro de Oliveira de Juiz de Fora-MG, tal vez el único que lee todo lo que escribo,me critica y mejora mis ideas, se dejó impactar (helás!) con mi reciente artículoLo nuevo normal climático es amenazador” que trata del cambio irreversible del régimen climático de la Tierra que podrá poner en peligro el futuro de la vida humana. Como es un cristiano crítico y serio me escribió esta provocación que supongo será la de muchos lectores y lectoras. Me permito transcribir su email en su forma coloquial y después mi respuesta también coloquial.

Pregunta de Pedro Ribeiro de Oliveira:

Leonardo, mi hermano,

Acabo de leer tu texto “Lo nuevo normal es amenazador” soltando los perros sobre la inevitable catástrofe climático-ambiental que se está abatiendo sobre la Tierra y quiero sugerirte/pedirte una reflexión teológica sobre la Salvación. ¿Es que ni Jesús puede salvar a la humanidad? ¿Es que su Evangelio del Reino se quedó en nada? ¿Que Él sólo consigue salvar almas? ¿Será que el Hijo del Hombre, después de resucitado por el Espíritu, acabó muriendo por nada?

No sé… Si toda la especie humana, y un montón de otras que van con ella, está condenada a desaparecer, la promesa del Reinado de Dios fue solo una Esperanza que ayudó a una parte (pequeña) de la humanidad a vivir momentos felices anticipándolo en la historia. ¿Dónde está la salvación que Jesús prometió y las Iglesias cristianas han anunciado durante siglos? 

Sólo nos queda el consuelo de que, no habiendo Reinado de Dios en la historia y estando nuestros cuerpos condenados a morir, tendremos una vida eterna y etérea para nuestras almas. Pero si es así, mucha gente hizo el tonto, incluso el mismo Jesús de Nazaret: podía haber enseñado la salvación de las almas sin enfrentarse al Imperio, el Templo y la Cruz.

Como teólogo, te propongo hacer una reflexión sobre la Salvación teniendo como tema de fondo la catástrofe de la vida humana en la Tierra.

Un afectuoso abrazo

Pedro

Pedro Ribeiro de Oliveira, sociólogo, autor de varios libros y articulador nacional del Movimiento Fe y Política.

Respuesta de Leonardo Boff

Pedro, amigo-hermano,

Yo creo que Jesús no vino a cambiar el curso de la evolución. 

Si te cuento la historia de la vida te darás cuenta de que al formarse los continentes (a partir del único gran continente, Pangea) hace 230 millones de años, entre el 75-95% de todas las especies de seres vivos desaparecieron. Pero la Tierra guardó semillas (los quintillones y quintillones de micoroorganismo escondidos en el suelo y a salvo de cualquier amenaza). La Tierra se demoró 10 millones de años para rehacer la biodiversidad. La rehizo y enfrentó otras grandes extinciones posteriores, como aquella de hace 67 millones de años que hizo desaparecer todos los dinosaurios después de haber vivido más de 130 millones de años sobre la Tierra, y tantas otras. Pero la vida, como una especie de plaga siempre sobrevivió. 

Nada impide que nuestra especie, que apareció la última en el proceso de la evolución, violenta y asesina desde el principio del mundo, llegue a su clímax y desaparezca. Pero no desaparece el Principio creador de Dios-Trinidad, de comunión y de amor. De las ruinas hará un nuevo cielo y una nueva tierra,como lo promete el Apocalipsis. 

Recuerda el Viernes santo. Todos los apóstoles huyeron y abandonaron a Jesús. Sólo las mujeres, las generadoras de vida, no le abandonaron y se quedaron al pie de la cruz. El Viviente murió entre gritos de desesperación hasta entregarse, confiado, diciendo: “Padre, en tus manos entrego mi espíritu”(Lc 23,46:mi principio de vida). La resurrección, testemoniada por primero por una mujer,Maria Magdalena, fue una insurrección contra aquella justicia y aquel mundo de muerte que lo condenó. Pero es mucho más:la  resurrección anticipó el fin bueno de la historia humana y del universo. Surgió el “novísimus Adán” (1Cor 15,45).

Yo creo que el misterio pascual (vida-muerte-resurrección), especialmente el viernes santo, no sólo inspiró a Hegel para para la creación de la dialéctica (que él llama“viernes santo teórico”) sino que también nos puede inspirar a nosotros.

Podemos pasar por el viernes santo general y terrenal con todas sus agonías como las de Jesús. Pero no es el fin. Irrumpirá, luego después, lo nuevo que es la resurrección. No como reanimación de un cadáver como el de Lázaro, sino como realización de todas las potencialidades escondidas en Jesús y en nosotros y como la irrupción realmente de aquello que el Apocalipsis atestigua: un nuevo cielo y una nueva tierra. Ellas vendrán de lo alto, es decir, de otra fuente de vida y de otra naturaleza. 

Bien dice Ernst Bloch: el verdadero génesis no está al comienzo, sino al final. Solo entonces Dios, “mirando todo lo que habia hecho y halló que todo estaba muy bueno”(Gn 1,31). Ahora no es todo muy bueno, pues hay tanta maldad y desastres incomprensibles, como el de São Sebastião-SP y la bajada del nivel de agua de los canales de Venecia que están practicamente secos. Pero el fin será bueno.

Como dice el mayor poeta portugués Fernando Pessoa: “soñamos con un mundo que aún no experimentamos”. Ahora al final del nuevo régimen climático, el terrible piroceno (del fuego), vamos a explosionar e implosionar hacia dentro de Dios como le gustaba imaginar a Pierre Teilhard de Chardin. Experimentaremos un mundo nunca vivido antes.

Esta nuestra esperanza vale para la situación calamitosa actual. Reside en la resurrección de Jesús que solo comenzó pero no acabó todavía porque sus hermanos y hermanas que somos todos nosotros, no hemos llegado a la situación de él. La resurrección de Jesús es un proceso no terminado porque sus hermanos y hermanas aún no han resucitado como él. Como lo dice San Paulo:”es en la esperanza que somos salvos”(Rom 8,24).

Me gusta el evangelio original de San Marcos. Termina diciendo Jesús: “id a Galilea, ahí me veréis”(Mc 16,7). Así acaba el texto. Los milagros agregados, es consenso entre los exegetas que son un añadido posterior. 

Por lo tanto, estamos todos  en el camino a Galilea cuando entonces veremos el Resucitado; el Nuevo Ser se manifestará y hará de nosotros también nuevos seres, hombres y mujeres resucitados.

Esta es mi esperanza frente a las turbulencias mortales de la historia, sobre todo de la historia reciente. Lo nuevo, Cristo resucitado, acabará de resucitar y entonces se mostrará como el Cristo cósmico que llena todos los espacios de la Tierra y del Universo. Y nosostros participaremos de esta novedad.

Un grande y fraterno abrazo

Leonardo

Escribi un libro La resurrección de Cristo y la nuestra en la muerte, Trotta,Madrid.

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Rússia/EUA/Ucrânia:o que está em jogo:Jeffrey Sachs

 Publicamos esta entrevista de Jeffrey Sachs,famoso economista, especialista em desigualdade social a nível mundial e como poucos articula a economia com a ecologia. Ele criticamente esclarece a posições dos EUA e também da Rússia no contexto do conflito na Ucrânia. O que se esconde atrás dessa terrível tragédia que está destruindo todo um país como a Ucrânia? É importante conhecermos os dois lados para não sermos dependentes só das leituras feitas entre nós, quase sempre, da versão norte-americana e europeia. L.Boff

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Jefrey Sachs é diretor do Instituto da Terra da Universidade de Columbia, nomeado em 2021 pelo Papa Francisco para a Pontifícia Academia de Ciências Sociais, responde com esta entrevista à matéria de 23 de abril em que o Corriere se pergunta se os erros do Ocidente nas relações com a Rússia pós-soviética, que experimentou uma dramática crise econômica na década de 1990, contribuíram para pavimentar o caminho para o nacionalismo revanchista de Vladimir Putin. Sachs foi conselheiro econômico do Kremlin entre 1990 e 1993.

A entrevista é de Federico Fubini, publicada por Corriere della Sera, 01-05-2022 e no Brasil pela IHU de 03/05/2022. 

Eis a entrevista.

A imposição de sanções cada vez mais duras à Rússia é a linha correta?

Ao lado das sanções, precisamos de uma via diplomática. É possível negociar a paz com base na independência da Ucrânia e excluindo que faça adesão à OTAN. O grande erro dos estadunidenses é acreditar que a OTAN derrotará a Rússia: típica arrogância e miopia estadunidense. É difícil entender o que significa ‘derrotar a Rússia’, já que Vladimir Putin controla milhares de ogivas nucleares. Os políticos estadunidenses têm um desejo de morte? Conheço bem o meu país. Os líderes estão prontos para lutar até o último ucraniano. Seria muito melhor acertar a paz do que destruir a Ucrânia em nome da ‘derrota’ de Putin.

Mas Putin não quer paz. Ele mostrou que não está interessado em negociar e segue com uma guerra total contra a Ucrânia, sem fazer distinção entre militares e civis. Como você acredita que as negociações funcionam em tal situação?

Minha hipótese é que os Estados Unidos sejam mais relutantes do que a Rússia para uma paz negociada. A Rússia quer uma Ucrânia neutra e o acesso aos seus mercados e recursos. Alguns desses objetivos são inaceitáveis, mas ainda assim são claros em vista de uma negociação. Os Estados Unidos e a Ucrânia, por outro lado, nunca declararam seus termos para negociar. Os Estados Unidos querem uma Ucrânia no campo euro-estadunidense, em termos militares, políticos e econômicos. Aqui reside a principal razão para esta guerra. Os Estados Unidos nunca mostraram um sinal de compromisso, nem antes do início da guerra, nem depois.

Você pode fornecer elementos concretos do que está dizendo?

Quando Zelensky lançou a ideia de neutralidade, o governo dos EUA manteve um silêncio de tumba. Ora, eles estão convencendo os ucranianos de que podem realmente derrotar Putin. Mas, justamente, até a simples ideia de derrotar um país com tantas armas nucleares é uma loucura. Todos os dias eu vasculho a mídia para encontrar pelo menos um caso de um representante dos EUA que aprove o objetivo de negociar um acordo. Eu não vi uma única declaração sobre isso.

 Os EUA e a Europa devem discutir com Putin para alcançar a paz ou deveriam esperar o fim de seu regime, porque ele é um criminoso de guerra?

Discutir, certamente. Se querem julgar Putin por crimes de guerra, então devem acrescentar à lista de réus George W. Bush e Richard Cheney pelo Iraque, Barack Obama pela Síria e Líbia, Joe Biden por confiscar as reservas cambiais de Cabul, alimentando assim a fome no Afeganistão. E a lista não termina aí. Não pretendo exonerar Putin. Quero enfatizar que a paz deve ser feita, admitindo que estamos em meio a uma guerra por procuração entre duas potências expansionistas: Rússia e Estados Unidos. Não à toa, fora dos Estados Unidos e da Europa, poucos países estão alinhados com o Ocidente quanto a isso. Apenas os aliados dos Estados Unidos, como Japão e Coréia do Sul. Os outros veem a dinâmica das grandes potências em ação.

 A Rússia, porém, aqui é a agressora, e nem sofreu provocações. Não concorda?

 A Rússia começou esta guerra, é claro, mas em grande parte porque viu os Estados Unidos entrarem irreversivelmente na Ucrânia. Em 2021, quando Putin pedia aos Estados Unidos que negociassem o alargamento da OTAN para a Ucrânia, Biden dobrou a aposta diplomática e militar. Não só se recusou a discutir o alargamento da OTAN com Moscou, como garantiu que o compromisso da OTAN a este respeito fosse renovado na cúpula de 2021 e, em seguida, assinou dois acordos com a Ucrânia sobre o tema. Os Estados Unidos também continuaram os exercícios militares e o envio de armas em grande escala. Além disso, é interessante ver como os Estados Unidos e a Austrália estão se arrancando os cabelos por um pacto de segurança entre a China e as pequenas Ilhas Salomão, a 3.000 quilômetros da Austrália. Este acordo é visto como uma terrível ameaça à segurança pelo Ocidente. Como então a Rússia deve se sentir sobre o alargamento da OTAN à Ucrânia?

Então o que você sugere?

Para salvar a Ucrânia, devemos acabar com a guerra e, para acabar com a guerra, precisamos de um compromisso no qual a Rússia se retira e a OTAN não se alarga. Não é difícil, mas os Estados Unidos nem sequer mencionam a ideia, porque são contra. Os Estados Unidos querem que a Ucrânia lute para proteger as prerrogativas da OTAN. Isso já é um desastre, mas, sem uma solução razoável e racional, riscos muito maiores nos aguardam.

O argumento do alargamento da OTAN pode não ser convincente, professor. Antes da guerra, a Ucrânia nem sequer tinha um Plano de Ação para a filiação (um “roteiro”) para a adesão. E o chanceler alemão Olaf Scholz declarou ao Kremlin, na frente de Putin, que a Ucrânia não teria entrado na OTAN “enquanto nós dois estivermos no cargo” (ou seja, pelo menos até 2036). Não parece motivo suficiente para invadir…

Dizer que a Ucrânia não vai entrar parece um expediente estadunidense. Na realidade, os Estados Unidos já estavam trabalhando arduamente para alcançar a interoperabilidade militar da Ucrânia com a OTAN, de modo que, em algum momento, o alargamento se tornaria substancialmente um fato consumado. Como o próprio ministro das Relações Exteriores da Rússia, Sergei Lavrov, disse recentemente, o Ministério da Defesa da Ucrânia já estava repleto de conselheiros da Aliança Atlântica. A ideia de que o alargamento não teria ocorrido é mais uma operação de relações públicas do que uma verdade. É o caminho escolhido pelos Estados Unidos, como mostra em toda política de hoje. O ponto fundamental é que os Estados Unidos se recusam a discutir a questão. Isso já é uma pista.

As sanções devem ser indefinidas ou devem estar vinculadas a resultados tangíveis: talvez prevendo que algumas sejam retiradas se a Rússia aceitar um cessar-fogo ou se retirar da Ucrânia?

As sanções deveriam ser revogadas como parte de um acordo de paz. A guerra na Ucrânia é terrível, cruel e ilegal, mas não é a primeira guerra do tipo. Os Estados Unidos também se envolveram em inúmeras aventuras irresponsáveis: Vietnã, Laos, Camboja, Afeganistão, Irã (golpe e ditadura de 1953), Chile, Iraque, Síria, Líbia, Iêmen. Isso apenas para citar alguns, porque haveria muitos mais. No entanto, os Estados Unidos não foram permanentemente banidos da comunidade das nações. A Rússia também não deveria ser. Em vez disso, os Estados Unidos falam em isolar a Rússia permanentemente. Novamente, é a típica arrogância estadunidense.

 O que você acha das sanções sobre o petróleo e o gás russo em discussão na Europa, para paralisar financeiramente a máquina militar de Putin?

 A União Europeia deveria agir de forma muito mais decisiva para favorecer um acordo de paz. Um embargo total ao petróleo e ao gás provavelmente lançaria a Europa numa recessão. Eu não recomendo. Não mudaria o resultado da guerra de forma decisiva e não teria muita influência em um acordo de paz, mas prejudicaria seriamente a Europa.

 Você está preocupado que a inflação possa alimentar o populismo no Ocidente, já que os eleitores culpam as sanções e não a guerra desencadeada por Putin?

Sim, a guerra e as sanções já estão criando dificuldades políticas em muitos países e um aumento acentuado da fome nos países mais pobres, especialmente na África, que dependem maciçamente de cereais importados. Biden também pagará um preço político pelo aumento do custo de vida nas eleições de novembro. Observe que esses choques do lado da oferta estão ocorrendo após um longo período de expansão monetária, portanto, há amplo espaço para a inflação. Espera-nos um período difícil no plano macroeconômico.

Até que ponto os fracassos das reformas durante a era Boris Yeltsin abriram caminho para a ditadura de Putin? Foi um fracasso semelhante ao descrito por John Maynard Keynes em 1919 para a Alemanha?

Fui conselheiro econômico de Mikhail Gorbachev em 1991 e de Yeltsin em 1992-3. Meu principal objetivo era ajudar a União Soviética, depois a Rússia como país independente depois de dezembro de 1991, a superar uma grave crise financeira, de modo a garantir a estabilidade social e melhorar as perspectivas de paz e reforma a longo prazo. Não esqueçamos que a economia soviética havia desmoronado e entrado em uma violenta espiral negativa no final dos anos 1980.Naqueles anos, muitas vezes me referia a “As Consequências Econômicas da Paz“, o grande livro de John Maynard Keynes de 1919. Aquele texto foi provavelmente o mais importante para minha carreira, porque destaca um ponto essencial: para pôr fim a uma crise financeira intensa e desestabilizadora em um país, o resto do mundo deve intervir antes que a situação saia do controle. Isso foi verdade após a Primeira Guerra Mundial: em vez de impor o pagamento de duras reparações ao povo alemão, a Europa e os Estados Unidos deveriam ter se empenhado a cooperar para a recuperação de toda a Europa, o que teria contribuído a prevenir a ascensão do nazismo.

 Você quer dizer que a forma como o Ocidente tratou da Rússia no início dos anos 1990 contribuiu para torná-la uma espécie de República de Weimar 2.0?

Quando propus uma assistência financeira internacional para a Polônia em 1989 – com um empréstimo de emergência, um fundo de estabilização da moeda e a redução da dívida – meus argumentos foram bem recebidos pela Casa Branca e pelos países europeus. Quando fiz as mesmas propostas para a União Soviética sob Gorbachev em 1991, e para a Rússia sob Yeltsin em 1992-3, a Casa Branca as rejeitou. O problema era geopolítico.

Os Estados Unidos viam a Polônia como uma aliada, enquanto erroneamente viam a União Soviética e a recém-independente Rússia como um inimigo. Foi um erro enorme. Quando se trata mal outro país ou é humilhado, cria-se uma realidade que se autorrealiza: aquele país se tornará realmente um inimigo. Obviamente, não há simples determinismo na história, e certamente não num período de trinta anos. O Tratado de Versalhes de 1919, com sua dureza, não causou sozinho a ascensão de Hitler em 1933. Hitler ou alguém como ele nunca teria chegado ao poder se não fosse pela Grande Depressão de 1929 e, mesmo então, sem os terríveis erros de cálculo de Hindenburg e von Papen em janeiro de 1933.

Da mesma forma, os erros financeiros dos Estados Unidos e da Europa em relação a Gorbachev e Yeltsin certamente não ditaram os eventos trinta anos depois. Até mesmo sugerir isso é absurdo. Mas a difícil situação financeira da União Soviética e da Rússia no início da década de 1990 deixou um sabor amargo. Contribuiu para a queda dos reformadores, para a propagação da corrupção e, finalmente, para a ascensão de Putin ao poder. Mas mesmo assim poderia ter se recuperado. No entanto, Putin poderia ter tido uma abordagem de colaboração com a Europa. Um grande problema foi criado pela arrogância dos Estados Unidos, que lançaram o alargamento da OTAN para o leste depois de prometer em 1990 que não o fariam.

Depois também pela ideia absolutamente perigosa e provocativa de George W. Bush de prometer que a OTAN se estenderia à Geórgia e à Ucrânia. Essa promessa, de 2008, deteriorou dramaticamente as relações EUA-Rússia. O apoio estadunidense à deposição do presidente pró-Rússia da Ucrânia Viktor Yanukovych em 2014 e o subsequente rearmamento em larga escala da Ucrânia pelos Estados Unidos também pioraram dramaticamente as relações entre a Rússia e os Estados Unidos.

 Você foi consultor do Kremlin em 1992-93, por meio de seu papel no Instituto de Desenvolvimento Internacional de Harvard. Durante a década de 1990, o “big bang” da liberalização do mercado prevaleceu sobre a construção das instituições e das estruturas da democracia. Foi um erro?

Essas reclamações são conversas acadêmicas, não têm nada a ver com o mundo real. Meu papel em 1990-1992 foi ajudar a Polônia, Estônia, Eslovênia e outros países a evitar uma catástrofe financeira. Esse também era meu objetivo para a União Soviética e a Rússia. Recomendei medidas que provaram ser um sucesso em muitos países: estabilização da moeda, suspensão dos vencimentos da dívida, diminuição do ônus da dívida a longo prazo, empréstimos de emergência, medidas de apoio social também de emergência.

Os Estados Unidos aceitaram esses argumentos para países como a Polônia, mas os rejeitaram em favor de Gorbachev e Yeltsin. A política e a geopolítica, não a boa política econômica, dominavam a Casa Branca. A construção de instituições e as reformas democráticas levariam anos, aliás, décadas. A Rússia nunca havia tido uma verdadeira democracia em um milênio de história. A sociedade civil havia sido destruída por Stalin. Mas, nesse meio tempo, havia uma forte crise financeira acontecendo. As pessoas precisavam comer, viver, sobreviver, ter abrigo sobre suas cabeças, ter assistência médica, enquanto as mudanças de longo prazo seriam introduzidas gradualmente. É por isso que recomendei por muitos anos um apoio financeiro em grande escala à Rússia. E é por isso que continuei citando a lição de Keynes.

 Mas, em retrospectiva, a abordagem da reforma deveria ter sido menos focada na “terapia de choque”?

Mais uma vez, meu papel era lidar com a crise financeira. Eu sabia bem – da Polônia, Tchecoslováquia e outros lugares – que muitas reformas levariam muito tempo. Meu objetivo era prevenir a hiperinflação e um colapso financeiro. Eu nunca falei a favor de uma privatização rápida, por exemplo. Eu sabia que aquelas políticas requerem anos, até décadas para serem concluídas.

É verdade que a Polônia e outros países da Europa Central e Oriental tiveram muito mais sucesso ao aplicar as mesmas receitas que a Rússia. Mas a Polônia recebeu ajuda dos Estados Unidos para estabilização da moeda, depois um fortalecimento institucional e a contribuição da legislação da UE, você não acha?

Claro, esse é o ponto. A capacidade de fazer reformas depende do contexto internacional. Tudo teria sido muito mais difícil na Rússia do que na Europa Centro-Oriental por inúmeras razões de história, política, geografia econômica, custos de transporte, existência da sociedade civil, geopolítica. A dissolução da União Soviética, como a da Iugoslávia, também complicou dramaticamente a situação, acrescentando instabilidade e recessão. No entanto, por todas essas razões, o Ocidente deveria ter estado muito mais pronto para ajudar a Rússia financeiramente, em vez de declarar ‘vitória’ e ignorar a dureza das condições na Rússia.

O problema foi a “terapia de choque” em si ou a recusa da Alemanha em perdoar a dívida externa da Rússia e dos Estados Unidos em fornecer ajuda como para a Polônia? A “terapia de choque” com pouco apoio financeiro externo foi o mix errado?

A chamada ‘terapia de choque’ significava acabar com os controles sobre os preços no início de 1992, como a Polônia havia feito em 1990. A razão era que, com o colapso da economia controlada centralmente, com uma maciça instabilidade financeira e controles sobre os preços, todas as transações aconteciam basicamente no mercado negro. Nem mesmo os gêneros alimentares chegavam às cidades. A desregulamentação dos preços deveria ter sido combinada com apoio financeiro em larga escala dos Estados Unidos e Europa e medidas de política social, como na Polônia. E isso é precisamente o que eu aconselhei, todos os dias. Mas os Estados Unidos e a Europa não ouviram. Foi um fracasso vergonhoso e terrível dos governos ocidentais. Se a estabilização tivesse sido ativamente apoiada pelo Ocidente, teria lançado as bases para os estágios subsequentes de reforma, que por sua vez levariam a outras reformas ao longo de anos e décadas.

Andrei Shleifer, então no Instituto de Desenvolvimento Internacional de Harvard com você, estava encarregado de aconselhar a Rússia sobre o big bang das privatizações. Que relação você tinha com ele?

Meu papel para Gorbachev e Yeltsin era o de consultor macrofinanceiro. Eu dava conselhos sobre como estabilizar uma economia instável. Não era consultor sobre as privatizações. Shleifer, sim. No que me diz respeito, não defendi a privatização com o modelo de vouchers do início da década de 1990 (que criou os primeiros oligarcas, ndr) e não dei conselhos sobre os abusos como ‘empréstimos por ações’ (um esquema concebido em 1995 que permitiu que os oligarcas financiassem a reeleição de Yeltsin em troca de grandes ações em empresas de propriedade estatal a preços reduzidos).

Aconselhei Gorbachev em 1991 e depois Yeltsin em 1992 e 1993 em questões financeiras. Após o primeiro ano de tentativas de ajudar a Rússia, eu renunciei, dizendo que não podia ajudar porque os EUA não concordavam com o que eu estava recomendando. Minha permanência teria sido de apenas um ano, o 1992. Em seguida, foi nomeado um novo ministro das Finanças, Boris Fyodorov. Uma pessoa maravilhosa que morreu jovem. Ele me pediu para continuar como conselheiro para ajudá-lo. Aceitei, relutantemente, e fiquei mais um ano, apenas para renunciar no final de 1993. Foi um período curto e frustrante, porque fiquei profundamente frustrado com a negligência e incompetência tanto da Casa Branca de Bush pai em 1991-1992, como da Casa Branca de Clinton em 1993.Quando soube que Shleifer estava fazendo investimentos pessoais na Rússia, despedi-o do Instituto de Desenvolvimento Internacional de Harvard. Naturalmente, eu não tinha nada a ver com suas atividades de investimento ou seus conselhos sobre as privatizações russas. Tampouco recebi um único copeque pelo meu trabalho, nem um único dólar. Minhas consultorias para os governos, desde o início há 37 anos na Bolívia, nunca previram uma compensação além do meu salário acadêmico. Não aconselho os governos para obter ganhos pessoais

Leonardo Boff: «El problema es el capitalismo» pero los líderes evitan decirlo

Entrevista al teólogo de la Liberación. ¿Bolsonaro? «Seguirá adelante con la deforestación mintiendo a Brasil y al mundo, de esto no hay duda». Cómo el sistema actual condena a muerte al «gran pobre» que es el planeta devastado.

Claudia Fanti

EDICIÓN DEL 04.11.2021-Il Manifesto

El grito de la indígena brasilera Txai Suruí, hija de uno de los líderes más respetados de su país, Almir Suruí, ha resonado en la apertura de la COP 26: «Mi padre me ha enseñado que debemos escuchar a las estrellas, la luna, los animales, los árboles. Hoy el clima está cambiando, los animales están desapareciendo, los ríos mueren, nuestras plantas no florecen como antes. La Tierra nos está diciendo que no tenemos más tiempo».

¿Pero es demasiado tarde para cambiar?  Se lo hemos preguntado a Leonardo Boff, uno de los padres de la Teología de la Liberación, la de los pobres y del «gran pobre» que es nuestro planeta devastado y herido,  cuyo doble – y conjunto – grito ha ocupado el centro de toda su reflexión. 

Bolsonaro está entre los firmantes del acuerdo sobre la deforestación alcanzado en la Cop 26. ¿El triunfo de la hipocresía?

Nada mínimamente creíble puede venir del gobierno Bolsonaro: con él las mentiras han pasado a ser política de estado. Solo ha dicho la verdad en un punto: «Mi gobierno ha venido para destruir todo y volver a empezar de cero». Es una pena que este reinicio sea en nombre del oscurantismo y del negacionismo científico, ya sea sobre la Covid o sobre la Amazonia. Su opción económica va exactamente en dirección opuesta a la de la preservación ecológica: Bolsonaro ha favorecido la extracción de madera, la minería dentro de las zonas indígenas y la destrucción de la selva para dar paso al monocultivo de soja y a la ganadería. Sólo de enero a septiembre, la Amazonia perdió 8.939 km² de bosque, un 39% más que en el mismo periodo de 2020 y el peor índice de los últimos 10 años. Su adhesión al plan de reducción de las emisiones de metano en un 30% para 2030 es pura retórica. De hecho, no hay duda de que continuará el camino de la deforestación, y seguirá mintiendo a Brasil y al mundo.

¿La Amazonia podrá sobrevivir a otros 10 años de deforestación?

 Antônio Nobre, gran especialista en la Amazonia, afirma que al ritmo actual de destrucción, y con una tasa de deforestación cercana ya al 20%, en 10 años podría alcanzarse el punto de no retorno, con el inicio de un proceso de transformación de la selva en una sabana apenas interrumpida por algunos bosques. El bosque es exuberante pero con un suelo pobre en humus: no es el suelo el que alimenta a los árboles, sino al contrario. El suelo es sólo el soporte físico de una complicada red de raíces. Las plantas se entrelazan a través de las raíces y se apoyan mutuamente en la base, formando un inmenso equilibrio rítmico. Todo el bosque se mueve y danza. Por esta razón, cuando una planta es derribada, arrastra a muchas otras con ella.


¿Todavía estamos a tiempo de intervenir?

Los líderes mundiales han evitado cuidadosamente tocar el verdadero problema: el capitalismo. Si no cambiamos nuestro modelo de producción y consumo, no detendremos el calentamiento global, y llegaremos  a 2030 con un aumento de la temperatura de más de un grado y medio. Las consecuencias son bien conocidas: muchas especies no podrán adaptarse y se extinguirán, habrá grandes catástrofes medioambientales y millones de refugiados climáticos, huyendo de las tierras que ya no se pueden cultivar, cruzarán desesperadamente las fronteras de los Estados, desencadenando conflictos políticos. Y con el calentamiento vendrán otros virus más peligrosos, con la posible desaparición de millones de seres humanos. Incluso ahora, los científicos del clima dicen que ya no hay tiempo. Con el dióxido de carbono ya acumulado en la atmósfera, que permanecerá allí durante 100-120 años, más el metano, que es 80 veces más dañino que el CO2, los eventos extremos serán inevitables. Y la ciencia y la tecnología podrán mitigar los efectos catastróficos, pero no evitarlos.

¿Usted siempre ha afirmado que sin un cambio real en nuestra relación con la naturaleza no tendremos ninguna posibilidad. ¿Está la humanidad preparada para este paso?

El sistema capitalista no ofrece las condiciones para hacer cambios estructurales, es decir para desarrollar otro paradigma de producción más amigable con la naturaleza y capaz de superar la desigualdad social. Su lógica interna es siempre asegurar primero el beneficio, sacrificando la naturaleza y las vidas humanas. De este sistema no podemos esperar nada. Las experiencias que vienen de abajo son las que nos ofrecen la esperanza de una alternativa: desde el buen vivir de los pueblos indígenas hasta el ecosocialismo de base y el biorregionalismo, que pretende satisfacer las necesidades materiales respetando las posibilidades y los límites de cada ecosistema local, creando al mismo tiempo las condiciones para la generación de bienes espirituales, como el sentido de la justicia, la solidaridad, la compasión, el amor y el cuidado de todo lo que vive.

Fuente: Il Manifesto del 4.11.202