La mortinata edad de oro de Trump y el inicio de la edad de hierro

Leonardo Boff*

La primera frase de Donald Trump en su discurso de posesión a las 12.02 minutos del 20 de enero de 2025 fue: “en este exacto momento comienza la edad de oro de Estados Unidos”. Al proponer sus planes para poner siempre a “América en primer lugar” (en el sentido de solo América) y prácticamente hacerla dueña del mundo, todo indica que la pretendida edad de oro terminará siendo la edad de hierro.

            Nunca se vio en la historia de los presidentes norteamericanos tanta arrogancia, tanto espíritu de exclusión y una clara disposición a usar su enorme poder, especialmente militar, para subordinar a todos los países y apropiarse de cada región del planeta que entre en el ámbito de los intereses estadounidenses, específicamente Groenlandia, el Canal de Panamá y Canadá. En su discurso no se oyó ni un susurro de las grandes mayorías pobres del mundo que solo gritan para sobrevivir o para que no las maten. Allí en el Capitolio estaba presente toda “la élite del atraso” humanístico mundial: los CEOs de las Big Techs Mark Zuckerberg (Meta), Jeff Bezos (Amazon), Sundar Pichai (Google) y Elon Musk (Tesla, SpaceX y X), las grandes fortunas además de otros magnates del sistema financiero mundial.

            No se oyó, ni siquiera se mencionó una sola palabra o promesa en el sentido de disminuir la flagrante desigualdad social planetaria, las siniestra cifras del hambre y de las enfermedades que asolan a toda la humanidad. Fue la proclamación triunfal del poder por el poder, entendido en su forma maligna de dominación e imposición. No habrá barreras que puedan impedir que, en todo momento, “América esté en primer lugar”. Dijo explícitamente que impondrá la paz por la fuerza. La ceguera narcisista imbeciliza a Trump al olvidar que ese tipo de paz, no es paz, sino todo lo más una pacificación. Generará en los pacificados humillación, rencor y deseo de venganza. Es el nicho en el cual maduran el terrorismo y los atentados, la única fuerza que les resta a los dominados para expresar su rechazo.

La deportación forzada de miles de inmigrantes manu militari, los altos impuestos a los productos importados, especialmente de China, llegando al 100% para los países del BRICS, la negación de las políticas según la costumbre que protegían a las personas con otra opción sexual y el matrimonio entre homoafectivos, fueron centrales en su pronunciamiento.

Nada sin embargo es más grave que la retirada del Tratado de París de 2015 por el cual todas las naciones se comprometieron a reducir hasta 2030 las emisiones de gases de efecto invernadero para que el clima de la Tierra no supere 1,5 grados Celsius con respecto a la era preindustrial (1850-1900). No sólo elogió sino que hizo una verdadera exaltación de la extracción del petróleo y del gas, convirtiendo a Estados Unidos en el insuperable productor de esa energía fósil, sabiendo que, después de China, Estados Unidos es el país que más contamina la atmósfera. Es un hecho científico comprobado que ya ahora en gran parte del planeta hemos sobrepasado ese límite, llegando a 1,5 y 1,6 C e incluso a 2 C. No vamos camino del calentamiento global. Estamos ya dentro de él. Lo demuestran los eventos extremos como las grandes riadas en el sur de nuestro país, en Valencia y en muchas partes del mundo, las sequías severas y los incendios incontrolables en California, en la Amazonia, en el Pantanal. Muchos científicos reconocen que la ciencia ha llegado tarde. No consigue detener este cambio climático de la Tierra, solo prevenir la llegada de los eventos extremos y mitigar sus efectos.

             Lo que Donald Trump hizo pomposamente es una DECLARACIÓN DE GUERRA contra la Tierra y contra la humanidad. Si lleva a cabo su intento de explotar todas las fuentes de petróleo e incentiva la vuelta al uso de la gasolina en los coches en lugar de la electricidad, podrá agravar poderosamente los eventos extremos, como ciclones y tornados tan frecuentes en USA y en otras partes del planeta.

Es más, con el aislamiento económico que quiere imponer a su país, está destruyendo los puentes que, con gran esfuerzo, penosamente, estaban relacionando a todos los países dentro de la única Casa Común, en un proceso de planetización irreversible, como la nueva fase de la propia Tierra y de toda la humanidad. Tras miles de años de migración por los continentes, los pueblos están volviendo a encontrarse en un único lugar común: el planeta Tierra, convertido en Hogar Común de todos y de sus culturas. Todo eso según Trump debe ser demolido en nombre de la absoluta e incuestionable supremacía de Estados Unidos sobre todo y sobre todos.

            No es improbable que lleguemos a un punto de no retorno y caminemos al encuentro no de la pretendida edad de oro, exclusiva de Estados Unidos y no de la humanidad entera, sino hacia la EDAD DE HIERRO con el regreso a formas menos civilizadas de convivencia entre todos y de menor cuidado y respeto de la naturaleza. Será un fracaso clamoroso impuesto por la arrogancia de un supremacista blanco y una frustración de los sueños de mucha gente en todo el mundo que nunca renunció a la gran utopía de Teilhard de Chardin de construir la Noosfera (mentes y corazones unidos) o del Papa Francisco, de colaborar todos juntos para realizar la fraternidad universal, en la que todos los seres humanos y la naturaleza seríamos hermanos y hermanas.

            Los sueños de esta naturaleza nunca mueren. Ridiculizados o negados vuelven a resurgir con más vigor pues representan el sentido secreto del proceso de la evolución que llegó hasta nosotros y que corresponde a los designios del Creador. No caigamos en la ilusión de una edad de oro, imposible con los métodos de Donald Trump. Tratemos de evitar la edad de hierro o preparémonos para ella, porque fatalmente seguirá a la ilusión del arrogante presidente de Estados Unidos.

*Leonardo Boff es ecoteólogo, filósofo y ha escrito Cuidar de la Casa Común: pistas para retrasar el fin del mundo, Vozes, 2024; El doloroso parto de la Madre Tierra: una sociedad de fraternidad sin fronteras, Vozes 2021.   

Verso un’eco-teologia della Madre Terra

di Leonardo Boff

Non solo i poveri gridano. Anche la Terra grida, essendo diventata la Grande Povera, spogliata dei suoi limitati beni e servizi naturali. Papa Francesco ha parlato qualche giorno fa del grido della Terra e dei poveri. La più grande aggressione nei suoi confronti è non considerarla come la Grande Madre, Casa Comune e Gaia, un super-organismo vivente che si autoregola e combina tutti gli elementi necessari per auto-riprodursi sempre e generare vite, in particolare la vita umana, la maggiore fioritura del processo di evoluzione. Essa riesce a malapena a dissolvere gli squilibri e a mantenere ancora la capacità di nutrire noi e l’intera comunità di vita.

Oggigiorno, però, essa si sta mostrando debilitata. È il Superamento delle capacità della Terra (Earthr Overshoot). È stata sfruttata eccessivamente a causa della voracità di alcuni il cui progetto è quello di accumulare beni materiali illimitati per sé stessi, senza alcun senso di equa condivisione con il resto dell’umanità. Il peggio sta accadendo di recente. Si registra un arresto nella riduzione delle emissioni di gas serra, il che aggrava il riscaldamento globale con le note conseguenze.

Non si riconoscono i diritti della natura e della Terra, ridotta a uno scrigno di risorse per sostenere l’illusorio progetto di una crescita illimitata, pur sapendo dei limiti invalicabili del pianeta.

Cresce la coscienza, a partire dall’Overview Efect degli astronauti che hanno visto la Terra dalle loro navi spaziali e hanno testimoniato che la Terra e l’umanità formano un’unica unica e complessa entità. Gli esseri umani esprimerebbero quel punto di complessità in cui la Terra ha iniziato a camminare, a pensare, a cantare, a commuoversi e, principalmente, ad amare.

Di fronte all’emergenza ecologica, l’alternativa che s’impone è questa: o ci prendiamo cura della nostra Madre Terra o non ci sarà l’Arca di Noè a salvarci. Lo ha detto bene Papa Francesco nel 2025 nell’enciclica Fratelli tutti: “siamo sulla stessa barca, o ci salviamo tutti o nessuno si salva”.

Quindi, nell’opzione per i poveri contro la povertà, la Terra deve essere inclusa, come il Grande povero. È nostra missione farla scendere dalla croce e resuscitarla affinché mantenga la sua vitalità.

Una teologia della liberazione integrale deve essere un’ecoteologia della liberazione, come ho sostenuto fin dagli anni ’80 del secolo passato e finalmente resa ufficiale da Papa Francesco nella sua enciclica Laudato Sì: sulla cura della nostra casa comune (2020).

L’etica ecologica fondamentale, supporto di ogni altro imperativo, esige: cosa faccio per salvaguardare la vita della Terra e nella Terra e permettere a tutti gli esseri viventi di continuare a esistere e vivere? Il secondo imperativo etico è questo: cosa faccio per conservare le condizioni affinché l’essere umano possa sussistere e continuare a evolversi come hanno evoluto per millenni?

La Terra fonda un principio strutturante per ogni cosa, la nuova centralità del pensiero e dell’azione. La domanda non è: quale futuro hanno il cristianesimo o la nostra civiltà, ma quale futuro possiede la Terra vivente e in che misura il cristianesimo e altri percorsi spirituali, insieme con la scienza, corroborano affinché il futuro della vita sulla Terra sia possibile.

L’allarme ecologico ci impone una cura extra. Solo nel 2023 abbiamo rilasciato nell’atmosfera 40 miliardi di tonnellate di anidride carbonica (CO2). La metà è assorbita dalle piante e dagli oceani nel processo di fotosintesi. Ma l’altra metà, invece, finisce nell’atmosfera e vi rimane per circa cento anni. Crea un effetto serra che finisce per aggravare il riscaldamento globale con effetti disastrosi come gli immensi incendi in Amazzonia, nel Pantanal, attualmente in California e perfino nella fredda e umida Siberia. Si parla di una nuova fase della Terra, dopo l’antropocene, la più pericolosa di tutte, il pirocene, cioè l’irruzione del fuoco (pyros in greco) che può incendiare e incenerire ogni cosa. Rappresenterebbe una minaccia estrema per la sopravvivenza umana e del sistema-vita.

La scienza ci aiuta a prevenire l’arrivo degli eventi estremi e a mitigarne i danni. Ma da sola non basta. Abbiamo bisogno di una nuova etica e di una nuova spiritualità della Terra che ci ispirino a trovare un modo più benevolo e premuroso di stare qui. Cosi, la Terra potrebbe ancora volerci sul suo suolo. Altrimenti potremmo scomparire, o gran parte dell’umanità.

Questo certamente non rappresenta la volontà del Creatore né lo scopo dell’umanità. Al limite del pericolo estremo siamo spinti a cambiare. Inaugureremmo un nuovo corso e così salveremmo la vita nella Madre Terra e ci salveremmo tutti insieme con Lei.

Non abbiamo molto tempo. È urgente iniziare ora, ciascuno facendo la propria rivoluzione molecolare nel luogo in cui vive o lavora. Unendo tutte le forze, faremo quel salto necessario per meritare di rimanere su questo meraviglioso e ricco pianeta, la nostra unica Casa Comune.

Leonardo Boff ha scritto Ecologia: grito da Terra-grito do pobre, Vozes (ultima edizione) 2024; Cuidar da Casa Comum: pistas para protelar o fim do mundo, Vozes 2024

(traduzione dal portoghese di Gianni Alioti)

A natimorta idade de ouro e o início da idade de ferro

Leonardo Boff

A primeira frase de  Donald Trump em seu discurso de posse foi à 12.02 minutos de 20 da janeiro de 2025:”nesse exato momento, começou a idade de ouro dos Estados Unidos”. A propor seus planos de colocar a “América em primeiro lugar” (no sentido de só a América) e praticamente faze-la dona do mudo, tudo indica que a pretensa idade de ouro vai terminar na idade de ferro.

         Nunca se viu na história dos presidentes norte-americanos a tanta arrogância, espírito de exclusão e a clara disposição de usar seu enorme poder, especialmente,militar, para subordinar a todos os países e fazer objeto de apropriação cada região do planeta que estiver no âmbito dos interesses estadounidenses, nomeadamente a Groelândia, o Canal do Panamá não excluído o Canadá. Em seu discurso não se ouviu nenhum sussurro das grandes maiorias pobres do mundo que apenas gritam para sobreviver ou não serem mortas. Lá no Capitólio estava presente toda “a elite do atraso”humanístico mundial: os CEOs das Big Techs Mark Zuckerberg (Meta), Jeff Bezzos (Amazon), Sundar Pichai (Google) e Elon Musk(Tesla,SpaceX e X), as grandes fortunas além de outros magnatas do sistema financeiro mundial.

         Nenhuma palavra ou promessa  foi ouvida ou sequer referida, no sentido de diminuir a gritante desigualdade  social planetária, os números sinistros da fome e das doenças que grassam por toda a humanidade. Foi a proclamação triunfal do poder pelo poder,entendido na sua forma maligna de dominação e imposição.  Não haverá barreiras que signifiquem algum obstáculo para impedir que, em cada momento,  “a América não esteja em primeiro lugar”. Diz explicitamente que imporá a paz pela força. A cegueira narcisista imbeciliza a Trump ao esquecer que esse tipo de paz,não é paz, mas, no máximo, uma pacificação. Gerará nos pacificados humilhação, rancor e vontade de vingança. É o nicho no qual maduram o terrorismo e a onda de atentados, a única força que resta aos dominados para expressar sua rejeição.

A deportação forçada de  milhares de imigrantes manu militare, a alta taxação de produtos importados, especialmente da China e chegando a 100% dos países do BRICs, a negação das políticas de costumes que protegiam aqueles de outra opção sexual e o casamento entre homoafetivos, foram centrais em seu pronunciamento.

Nada entretanto, é mais grave do que a saída do Tratado de Paris de 2015 pelo qual todas as nações se comprometeram em reduzir até 2300 as emissões de gazes de efeito estufa para que o clima da Terra não ultrapassasse 1,5 graus Celcius em referência à era pré industrial (1850-1900). Não só elogiou mas fez uma verdadeira exaltação da extração do petróleo e da gás tornando dos USA o insuperável produtor dessa energia fóssil, sabendo que, após a China, os USA é o país que mais polui a atmosfera. É dado científico assegurado que já agora, em grande parte do planeta, se ultrapassou esse limite,chegando a 1,5 e 1,6 C até 2 C. Não estamos indo ao encontro do acontecimento do aquecimento global. Estamos já dentro dele, o que é constatado pelos eventos extremos como as grandes enchentes no Sul de nosso país, em Valência e em muitas partes do mundo, as severas secas e incontroláveis queimadas na Flórida, na Amazônia, no Pantanal. Reconhecem muitos cientistas que a ciência chegou atrasada. Ela não consegue mais fazer retroceder esta mudança da Terra, apenas prevenir a chegada dos eventos extremos e mitigar seus danos.

         O que Donald Trump fez, pomposamente, é uma DECLARAÇÃO DE GUERRA contra a Terra e contra a humanidade. Se realizar seu intento de explorar cada fonte de petróleo e incentivar a volta ao uso da gasolina nos carros em detrimento daqueles elétricos, poderá agravar poderosamente os eventos extremos como tufões e tornados tão frequentes nos USA e em outras partes do planeta.

Além do mais, com o isolacionismo econômico que quer impor aos USA, está destruindo as pontes que penosamente estavam relacionando todos os países dentro da única Casa Comum, num processo irreversível de  planetização, como a fase nova da própria Terra e da inteira humanidade. Depois de milhares de anos de migração pelos continentes, os povos estão voltando a encontrar-se num único lugar comum: o planeta Terra, feito Lar Comum de todos e de suas eculturas. Tudo isso segundo Trump deve ser demolido em nome da absoluta e inquestionável supremacia dos USA sobre tudo e sobre todos.

         Não é improvável que cheguemos a um ponto de não retorno e caminharemos ao encontro não da presumida idade de ouro, exclusiva dos Estados Unidos e não da inteira humanidade, mas na direção da IDADE DE FERRO com o regresso a formas menos civilizadas de convivência entre todos e de cuidado e respeito à natureza. Será um fracasso fragoroso imposto à arrogância de um supremacista branco e uma frustração aos sonhos de muitos da humanidade que nunca desistiram da grande utopia de Teilhard de Chardin, de construimos a Noosfera (mentes e corações unidos) ou do Papa Francisco, de todos juntos colaborando para realizar a fraternidade universal, todos sendo irmãos e irmãs da natureza e entre todos os seres humanos.

         Sonhos desta natureza nunca morrem. Ridicularizados ou negados, sempre ressurgem com mais vigor. Pois, eles representam o sentido secreto do processo da evolução que chegou até nós e que corresponde aos desígnios do Criador. Não caiamos na ilusão de uma idade de ouro, impossível com os métodos de Donald Trump. Tentemos evitar a idade de ferro ou prepararmo-nos para ela que fatalmente seguirá à ilusão do arrogante presidente dos Estados Unidos.

Leonardo Boff é ecoteólogo,filósofo e escreveu Cuidar da Casa Comum: pistas para protelar o fim do mundo, Vozez,2024; O doloroso parto da Mãe Terra:uma sociedaade de fraternidade sem fronteiras, Vozes 2021.   

Hin zu einer Ökotheologie von Mutter Erde

                                     Leonardo Boff

Es sind nicht nur die Armen, die aufschreien. Es ist auch der Schrei der Erde, die zur großen Armen gemacht wurde, die ihrer begrenzten natürlichen Güter und Dienstleistungen beraubt wurde. Papst Franziskus hat vor einigen Tagen über den Schrei der Erde und der Armen gesprochen. Die größte Aggression gegen sie besteht darin, sie nicht als die Große Mutter, das Gemeinsame Haus und Gaia zu betrachten, einen lebenden Superorganismus, der sich selbst reguliert und alle notwendigen Elemente vereint, um sich immer selbst zu produzieren und Leben hervorzubringen, insbesondere menschliches Leben, die größte Blüte des evolutionären Prozesses. Sie schafft es gerade noch, die Ungleichgewichte aufzulösen und trotzdem die Fähigkeit zu bewahren, uns und die gesamte Lebensgemeinschaft zu ernähren.

Heute zeigt sich jedoch, dass sie schwach ist. Es ist Earth Overshoot. Sie wurde übermäßig ausgebeutet durch die Gier einiger weniger, deren Projekt es ist, unbegrenzte materielle Güter für sich selbst anzuhäufen, ohne jeden Sinn für faires Teilen mit dem Rest der Menschheit. Das Schlimmste ist in letzter Zeit passiert. Die Verringerung der Treibhausgasemissionen hat sich verlangsamt, was die globale Erwärmung mit ihren bekannten Folgen noch verschärft.

Es gibt keine Anerkennung der Rechte der Natur und der Erde, die zu einer Schatztruhe von Ressourcen reduziert werden, um das illusorische Projekt eines unbegrenzten Wachstums zu unterstützen, im Wissen um die unüberwindbaren Grenzen des Planeten.

Das Bewusstsein wächst, beginnend mit dem Überblickseffekt der Astronauten, die die Erde von ihren Raumschiffen aus sahen und feststellten, dass die Erde und die Menschheit eine einzige, komplexe Einheit bilden. Die Menschen würden jenen Punkt der Komplexität zum Ausdruck bringen, an dem die Erde zu laufen, zu denken, zu singen, sich zu bewegen und vor allem zu lieben begann.

Angesichts der ökologischen Notlage besteht die Alternative darin: Entweder wir kümmern uns um unsere Mutter Erde oder es wird keine Arche Noah geben, die uns rettet. Papst Franziskus hat es 2025 in seiner Enzyklika Fratelli tutti (Alle Brüder und Schwestern) gut ausgedrückt: „Wir sitzen alle im selben Boot, entweder wir retten uns alle oder niemand rettet uns“.

Deshalb müssen wir bei der Option für die Armen gegen die Armut die Erde als große Arme mit einbeziehen: Es ist unsere Aufgabe, sie vom Kreuz herabzunehmen und wieder aufzuerwecken, damit sie ihre Lebenskraft bewahrt.

Eine integrale Theologie der Befreiung muss eine Ökotheologie der Befreiung sein, wie ich sie seit den 1980er Jahren vertrete und schließlich von Papst Franziskus in seiner Enzyklika Laudato Sì: Über die Sorge für unser gemeinsames Haus (2020) formuliert wurde.

Die ökologische Grundethik, die jedem anderen Gebot zugrunde liegt, verlangt: Was tue ich, um das Leben auf der Erde zu sichern und allen Lebewesen das Weiterleben zu ermöglichen? Der zweite ethische Imperativ lautet: Was tue ich, um die Bedingungen zu erhalten, unter denen der Mensch leben und sich weiterentwickeln kann, wie er es seit Jahrtausenden getan hat?

Die Erde ist das Fundament eines strukturierenden Prinzips für alles, die neue Zentralität des Denkens und Handelns. Die Frage ist nicht: Welche Zukunft hat das Christentum oder unsere Zivilisation, sondern welche Zukunft hat die lebendige Erde und inwieweit tragen das Christentum und andere spirituelle Wege zusammen mit den Wissenschaften dazu bei, die Zukunft des Lebens auf der Erde zu ermöglichen?

Der ökologische Alarm mahnt uns zu besonderer Vorsicht. Allein im Jahr 2023 werden wir 40 Milliarden Tonnen Kohlendioxid (CO2) in die Atmosphäre entlassen. Die Hälfte davon wird von den Pflanzen im Rahmen der Photosynthese und von den Ozeanen absorbiert. Die andere Hälfte gelangt in die Atmosphäre und verbleibt dort für etwa hundert Jahre. Es entsteht ein Treibhaus, das die globale Erwärmung mit katastrophalen Auswirkungen wie den riesigen Bränden im Amazonasgebiet, im Pantanal, derzeit in Kalifornien und sogar im kalten, nassen Sibirien noch verstärkt. Man spricht von einer neuen Phase der Erde nach dem Anthropozän, der gefährlichsten von allen, dem Pyrozän, d. h. dem Ausbruch des Feuers (griechisch pyros), das alles in Brand setzen und einäschern kann. Es würde eine extreme Bedrohung für das menschliche Überleben und das Lebenssystem darstellen.

Die Wissenschaft hilft uns, das Eintreten von Extremereignissen zu verhindern und ihre Schäden zu mindern. Aber das allein reicht nicht aus. Wir brauchen eine neue Erdethik und eine Spiritualität, die uns zu einer wohlwollenden und fürsorglichen Art des Hierseins inspirieren wird. Dann will die Erde uns vielleicht noch auf ihrem Boden haben. Sonst könnten wir verschwinden, oder  zumindest ein großer Teil der Menschheit.

Dies entspricht sicherlich nicht dem Willen des Schöpfers oder dem Ziel der Menschheit. Am Rande der äußersten Gefahr werden wir aufgefordert, uns zu ändern. Wir würden uns in eine andere Richtung aufmachen und damit das Leben auf Mutter Erde und uns selbst mit ihr zusammen retten.

Wir haben nicht viel Zeit. Wir müssen jetzt anfangen, jede und jeder von uns muss ihre und seine eigene molekulare Revolution machen, wo auch immer sie oder er lebt oder arbeitet. Wenn wir unsere Kräfte bündeln, werden wir den notwendigen Sprung machen, um es zu verdienen, auf diesem schönen und reichen Planeten, unserem einzigen gemeinsamen Zuhause, zu bleiben.

Leonardo Boff Autor von: Ecologia:grito da Terra-grito do pobre, Vozes muitas ediçãoes 2024; Cuidar da Casa Coomum: pistas para protelar o fim do mundo, Vozes 2024.

 Übersetzt von Bettina Goldhartnack