La fuerza histórica de los pobres y oprimidos

Leonardo Boff*

A mi siempre me ha impresionado una pequeña historia relatada en el libro del Eclesiastés del Primer Testamento (o Antiguo). Se asume que el Eclesiastés es obra del sabio rey Salomón. Sería lo que hoy llamaríamos un académico o un profesor universitario (en hebreo Qohelet). Es conocido por la expresión “vanidad de vanidades; todo es vanidad” (1,2). Algunas versiones modernas traducen: “ilusión, pura ilusión; todo es ilusión”.

Todo el libro es una búsqueda incansable de la felicidad, pero se enfrenta con la muerte inevitable que vuelve todas las búsquedas, ilusiones, puras ilusiones. No por eso deja de ser temeroso de Dios y ético al indignarse frente a las opresiones: “cuántas son las lágrimas de los oprimidos sin nadie que los consuele cuando están bajo el poder de los opresores… feliz aquel que no llegó a nacer porque no ha visto la maldad que se comete bajo el sol” (4,1.3).

La pequeña historia reza así: ”Había una ciudad de pocos habitantes. Un rey poderoso marchó sobre ella, la sitió y levantó contra ella grandes rampas de ataque. En la ciudad había un hombre pobre, y sabio, que podría haberla salvado con su sabiduría. Pero nadie se acordó de aquel hombre pobre. La sabiduría del pobre es despreciada y sus palabras nunca se escuchan”(9,14-16).

Esta constatación me conduce a la teología latinoamericana de la liberación. Es una teología cuyo eje articulador es “la opción no excluyente por los pobres, contra la pobreza y por su liberación”. Ella da centralidad a los pobres como lo hace el evangelio del Jesús histórico: ”felices vosotros los pobres porque vuestro es el Reino de Dios” (Lucas 6,20). Pero hay algo inédito en la Teología de la Liberación que supera el asistencialismo y el paternalismo tradicionales que practicaban la caridad con los pobres pero los dejaban en su situación de pobres

La Teología de la Liberación aportó algo singular: reconocer la fuerza histórica de los pobres. Ellos comenzaron a tomar conciencia de que su pobreza no es querida por Dios, ni es natural, sino consecuencia de fuerzas sociales y políticas que los explotan para enriquecerse a costa de ellos, haciéndolos así pobres. Entonces, no son simplemente pobres, son oprimidos. 

Contra toda opresión aparece la liberación. Concientizados de este hecho y organizados, constituyen fuerzas sociales capaces, junto con otras fuerzas, de cambiar la sociedad para que sea mejor, no tan injusta, opresora y desigual.

Los cristianos se inspiraron en la tradición del Éxodo (“oí el clamor de mi pueblo oprimido, y bajé a liberarlo”, Ex 3,7), en la de los profetas que, contra los opresores de los pobres y de las viudas, denunciaban a las élites dominantes y a los reyes (Isaías, Amós, Oseas, Jeremías), haciendo decir a Dios: “misericordia quiero y no sacrificios; buscad el derecho, corregid al opresor, haced justicia al huérfano y a la viuda” (Isaías, 1,17), pero principalmente en la práctica del Jesús histórico que estaba siempre claramente del lado de la vida sufriente, especialmente de los pobres, de los enfermos, de los marginados, de las mujeres, ejerciendo una práctica verdaderamente liberadora de los padecimientos humanos. Les anunciaba el proyecto de Dios, una revolución absoluta: un Reino de amor, de paz, de perdón, de compasión y también de dominio sobre la naturaleza rebelada.

Esta es la base de la teología de la liberación. Marx no fue nunca padre ni padrino de este tipo de teología, como muchos la acusan todavía hoy. La teología de la liberación se fundamenta en la tradición profética y en la práctica del Jesús histórico. No olvidemos que él fue juzgado, condenado y levantado en una cruz por los religiosos de su tiempo, asociados con el poder político romano, a causa de la libertad que se tomaba ante las leyes opresoras y la imagen de un Dios vengador. Puso todo bajo la criba del amor y de la misericordia. Si no servían al amor y no llevaban a la misericordia él rompía con costumbres y tradiciones que pesaban sobre la vida de todo el pueblo.

La Teología de la Liberación dio un voto de confianza a los pobres, considerándolos protagonistas de su propia liberación y actores en una sociedad como la nuestra que crea más y más pobres y vergonzosamente los desprecia y los relega a la marginalidad. Ella se funda sobre la explotación de las personas, sobre la competición y no sobre la solidaridad, y sobre la depredación irresponsable de la naturaleza y no sobre su cuidado.

La experiencia que hicimos es exactamente la narrada en el libro del Eclesiastés: los pobres son sabios, nos enseñan, pues su saber está hecho de experiencias; hacemos un intercambio de saberes, entre el nuestro científico y el experiencial de ellos y así sumamos fuerzas. Descubrimos que cuando se organizan en comunidades, en movimientos, y participan como ciudadanos en partidos que buscan la justicia social, revelan su capacidad de presión y hasta de imponer trasformaciones sociales. 

¿Pero cuáles son los políticos en los parlamentos y los pocos gobiernos que los escuchan y atienden sus reivindicaciones? Generalmente sólo se cuenta con ellos cuando hay elecciones, para seducirlos para sus proyectos, por lo general ficticios.

Voy a contar, no sin cierto apuro, lo que pasó conmigo. El gran filósofo y jurista Norberto Bobbio de la Universidad “degli Studi” de Turín quiso honrar a la Teología de la Liberación, concediéndome el título de “doctor honoris causa” en política. Sectores del Vaticano y el cardenal de Turín ejercieron una fuerte presión para que ese evento no se realizase, lo que irritó sobremanera al filósofo-jurista Bobbio. El evento se realizó con su presencia, ya mayor y enfermo. En el diploma universitario se leía: “La personalidad del franciscano Leonardo Boff se destaca tanto en la investigación en ciencias políticas y teológicas, como en el compromiso ético y social. Sus escritos y su reflexión, altamente originales y movidos por una pasión cívica, están en el centro de un debate político y eclesiástico fervoroso en el mundo contemporáneo”. El 27 de noviembre de 1990 me fue concedido el título mencionado.

Noberto Bobbio quedó tan impresionado con el discurso que pronuncié como agradecimiento al título, que comentó: “Nosotros, los de la izquierda, teníamos que esperar a un teólogo para recordarnos que los pobres son sujetos de la historia” (cf. M. Losano, Norberto Bobbio: uma biografia cultural, E. Unesp 2022, pp 460-463).

Para mi era la confirmación de la verdad de la historia del Eclesiastés: tenemos que oír a los pobres (por su causa me honraron con el título) que antes de leer las letras, leen el mundo con acierto. Sin la sabiduría de ellos y la de los pueblos originarios no salvaremos nuestras sociedades ni tampoco evitaremos las catástrofes de nuestra civilización.

*Leonardo Boff ha escrito Brasil: concluir la refundación o prolongar la dependencia, Vozes 2018; La búsqueda de la justa medida: cómo equilibrar el planeta Tierra, Vozes 2023.

Traducción de MªJosé Gavito Milano

Propuestas engañosas y verdaderas para la crisis planetaria

   Leonardo Boff*

Es ya una obviedad reconocer que estamos en una peligrosa crisis planetaria. Hasta los negacionistas más obstinados están sintiendo en su propia piel (huracanes, crecidas, nevadas inimaginables, severas sequías, desertificación, guerras y genocidios a cielo abierto y otros fenómenos) los efectos de la crisis actual. El cambio climático no exceptúa a nadie, llegando en los países nórdicos a más de 40°C bajo cero y entre nosotros, como en Río de Janeiro, a 50°C con una sensación térmica de 70°C sobre cero. Tales eventos no admiten tergiversaciones. Muchos están percibiendo que están embarcados en un navío que se está yendo a pique y buscan soluciones de todo tipo,algunas inaceptables.

La primera se originó entre los supermultimillonarios (0,1% de la humanidad) que se reúnen anualmente en Davos. Proyectaron el Great Reset del capitalismo, es decir, el gran reinicio del capitalismo llevado al extremo. Por medio de la Inteligencia Artificial, proponen una especie de despotismo cibernético, mediante el cual controlan a cada persona, a todo el pueblo, incluso con los móviles y computadores desconectados, hasta la pasta de dientes que estoy usando. Impondrían su tipo de producción, distribución y consumo a toda la humanidad. Ese proyecto es tan perverso que no tiene ninguna posibilidad de ser llevado a cabo. A todo poder se opondría el antipoder de toda la humanidad que inviabilizaría su intento.

La segunda propuesta es el capitalismo verde. Se propone reforestar todas las áreas devastadas y conservar todas las áreas verdes, lo que parece muy atractivo. Pero el capitalismo siempre es capitalismo. Este proyecto no cambia el sistema productor de mercancías, que busca el lucro. Lo verde no cuestiona la perversa desigualdad social. Antes mercantiliza toda la naturaleza. Ejemplo: no solo se lucra con la venta de la miel de abejas, también cobra por su capacidad de polinización. Como dice con acierto Michael Löwy, director de investigación en sociología del CNRS de París en un artículo sobre el decrecimiento (veálo en mi sitio web): «No hay solución para la crisis ecológica en el marco del capitalismo, un sistema enteramente dedicado al productivismo, al consumismo y a la lucha feroz por “franjas de mercado”. Su lógica intrínsecamente perversa conduce inevitablemente a la ruptura del equilibrio ecológico y a la destrucción de los ecosistemas».

Pero hay propuestas prometedoras, suponiendo que tengamos tiempo para eso. Indicamos solo algunas. La que proyecta más futuro es la economía que trabaja el territorio (bioregionalismo). Define el territorio no con la división convencional en municipios, sino mediante la configuración que la misma naturaleza ofrece: tipo de fauna y flora, cuencas hídricas, lagos, montañas y valles, y tipo de población. En el ámbito del terreno se puede construir una economía realmente sostenible con la utilización racional de los bienes y servicios naturales, con redes de cooperativas de producción solidaria, integración de toda la población, permitiendo una democracia representativa de hecho, valorizando los bienes culturales tales como las tradiciones y fiestas locales y celebrando a los personajes notables que vivieron en la región. Como todo es producido a nivel local, se evitan los transportes largos. Podríamos imaginar al planeta Tierra como un tapete de millones de territorios locales con una economía integrada y sostenible, con más equidad o disminución real de la pobreza.

Otro modelo es conocido con el nombre de economía solidaria y agroecológica. Como su nombre indica, se trata de cooperativas que trabajan solidariamente basándose en la agroecología, en sintonía con los ritmos de la naturaleza, diversificando la producción para permitir la regeneración de los suelos. Ellas se desarrollaron como ONGs Ciudades sin Hambre, huertas urbanas y escolares. Se aprovechan espacios no utilizados en las ciudades o las azoteas de las casas para una producción de consumo local, con la participación de todos. No se presenta como un proyecto total sino como una forma de garantizar alimentos sanos para las poblaciones. El MST (Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra) ha mostrado los efectos benéficos e integradores de este tipo de economía solidaria.

Otro modelo se presenta como economía circular. Se basa en la reducción, reutilización, recuperación y reciclaje. Se reciclan especialmente empaques, vidrios, PET, PP y papel. Se ahorran recursos naturales, se aprovecha lo ya utilizado. De esta forma se rompe el actual modelo lineal de extracción-producción-eliminación. Ese modelo ecológicamente es interesante, pero no se plantea las cuestiones de la ecología social que tiene como objetivo superar las desigualdades sociales. Así la economía circular es de alcance limitado.

Un modelo vivido desde hace siglos por los andinos es el bien vivir/convivir. Es una economía profundamente ecológica, pues se parte de que la Pachamama (Madre Tierra) produce todo. El ser humano la ayuda con su trabajo cuando ho hay abundancia. Para ellos el concepto-matriz es la armonía que comienza en la familia, se extiende a la naturaleza, de la cual cada ser es portador de derechos, que en las constituciones de Bolivia y de Ecuador han sido ya consignados. La centralidad no está puesta en la economía sino en la convivencia pacífica y en una relación amigable con la naturaleza, las aguas, los bosques, las selvas y las montañas. Quien sabe, si un día despierta en la humanidad su profunda pertenencia a la Tierra y a la naturaleza, el bien-vivir y convivir será un ideal a ser vivido por todos.

Está también el movimiento de la economía de Francisco y Clara, propuesta por el Papa Francisco. Después de hacer una crítica contundente al sistema del capital y a su cultura consumista, propone una fraternidad universal. Esta se extiende a todos los seres y entre los humanos, todos hermanos y hermanas (su encíclica Fratelli tutti). La centralidad la ocupa la vida en todas sus formas, especialmente la vida humana, con particular cuidado de la vida de los más vulnerables. La economía y la política estarían en primerísimo lugar al servicio de la vida, y solo después al mercado. Es un ideal generoso, aún en gestación.

Seguramente el proyecto del ecosocialismo es el que tiene una mayor posibilidad de realización histórica. No tiene nada que ver con el socialismo vivido al estilo soviético, pero quiere realizar el ideal de dar a cada uno según su necesidades y que cada uno ofrezca sus posibilidades. Ese proyecto es el más avanzado y sólido. Supone un contrato social mundial con un centro plural de gobernanza para los problemas globales de la humanidad, como fue el caso del coronavirus y ahora el del cambio climático. Los bienes y servicios naturales son de todos y se propone un consumo decente y sobrio que incluiría también a la comunidad de vida que también necesita los nutrientes necesarios para su sostenibilidad. Ganaría más impulso si este proyecto superara su sociocentrismo ecológico e incorporara los datos más fiables de la nueva cosmología y biología, que consideran la Tierra y la vida humana como un momento del gran proceso cosmogénico, biogénico y antropogénico. El ecosocialismo ecológico sería una emergencia de este proceso global.

Finalmente, cualquier modelo que pretenda resolver la crisis planetaria deberá rescatar lo que un día tuvimos y perdimos, guardado por los pueblos originarios: nuestra profunda pertenencia y comunión con la Madre Tierra y con todas sus criaturas. Esta visión ancestral de los pueblos originarios, será, según el pensador Ailton Krenak (cf. Futuro Ancestral 2022), nuestro futuro, el que nos garantizará continuar en este planeta. Esperamos que los tiempos de la Tierra nos sean generosos para vivir ese sueño. *Leonardo Boff ha escrito Habitar la Tierra,Vozes 2023.

Levanto mi voz en defensa del Papa Francisco

Religión Digital 14.1.2024

10 años de furiosos ataques a la pastoral de la ternura, Leonardo Boff: “Levanto mi voz en defensa del Papa Francisco

En razón de esta expresión de odio y de violencia al Papa Francisco ergui mio voz em defensa de su persona, de su manera de ser Papa y de su visión de la Iglesia  y del mundo

Desde el principio de su pontificado hace ya más de 10 años, el Papa Francisco viene recibiendo furiosos ataques de cristianos tradicionalistas y supremacistas blancos casi todos del Norte del mundo, de Estados Unidos y de Europa

“Hubo un tiempo en que, en una articulación politica con ricos laicos norte-americanos, hasta hicieron un complot, involucrando millones de dólares, para deponerlo, como si la Iglesia fuese una empresa y el Papa su CEO”

“Todo en vano. Él sigue su camino en el espíritu de las bienaventuranzas evangélicas de los perseguidos”

“Las razones de esta persecución son varias: razones geopolíticas, disputa de poder, su modo de ser como Papa pastor, otra visión de Iglesia y el cuidado de la Casa Común”

14.01.2024 Leonardo Boff

Desde el principio de su pontificado hace ya más de 10 años, el Papa Francisco viene recibiendo furiosos ataques de cristianos tradicionalistas y supremacistas blancos casi todos del Norte del mundo, de Estados Unidos y de Europa. Hubo un tiempo en que, en una articulación politica con ricos laicos norte-americanos, hasta hicieron un complot, involucrando millones de dólares, para deponerlo, como si la Iglesia fuese una empresa y el Papa su CEO. Todo en vano. Él sigue su camino en el espíritu de las bienaventuranzas evangélicas de los perseguidos.

Las razones de esta persecución son varias: razones geopolíticas, disputa de poder, su modo de ser como Papa pastor, otra visión de Iglesia y el cuidado de la Casa Común.

Levanto mi voz en defensa del Papa Francisco desde la periferia del mundo, del Gran Sur. Comparemos los números: en Europa vive solo el 21,5% de los católicos, el 82% viven fuera de ella, el  48% en América. Somos, por lo tanto, amplia mayoría. Hasta mediados del siglo pasado la Iglesia Católica era del primer mundo. Ahora la Iglesia del tercero y cuarto mundo, que un día, tuvo origen en el primer mundo es numéricamente la que garantiza la existencia de la Iglesia Católica en el mundo. 

“Levanto mi voz en defensa del Papa Francisco desde la periferia del mundo, del Gran Sur. Somos amplia mayoría … A lo largo de más de 500 años ha habido una eclesiogénesis, otro modo de ser iglesia, una iglesia-fuente: se encarnó en la cultura local indígena-negra-mestiza y de inmigrantes de pueblos venidos de 60 países diferentes”

Aquí surge una cuestión geopolítica. Los conservadores estadounidenses, los europeos, con excepción de notables organizaciones católicas de cooperación solidaria (Miserior, Adveniat, Brot für die Welt,entre otras), alimentan un soberano desdén por el Sur, especialmente por América Latina.

La Iglesia-gran-institución fue aliada de la colonización, cómplice del genocidio indígena (en menos de 60 años 61 millones de indígenas fueron muertos o morieron por las enfermedades de lo blancos) y participante en la esclavitud (solamnte en Brasil 5 millones de personas esclavizadas). Aquí fue implantada una Iglesia colonial, espejo de la Iglesia europea. 

Pero a lo largo de más de 500 años, no obstante la persistencia de la Iglesia espejo, ha habido una eclesiogénesis, la génesis de otro modo de ser iglesia, una iglesia-fuente: se encarnó en la cultura local indígena-negra-mestiza y de inmigrantes de pueblos venidos de 60 países diferentes. 

De esta amalgama, se gestó su estilo de adorar a Dios y de celebrar, de organizar su pastoral social al lado de los oprimidos que luchan por su liberación. Proyectó una teología adecuada a su práctica liberadora y popular. Tiene sus profetas, confesores, teólogos y teólogas, santos y santas, y muchos mártires, entre ellos el arzobispo de San Salvador, Oscar Arnulfo Romero. 

Este tipo de Iglesia tiene su expresión más clara en las comunidades eclesiales de base, donde se vive la dimensión de comunión de iguales, todos hermanos y hermanas, con sus coordinadores laicos, hombres y mujeres, con sacerdotes insertados en medio del pueblo y obispos, nunca de espaldas al pueblo como autoridades eclesiásticas, sino como pastores a su lado, con “olor a ovejas”, con la misión de ser los “defensores et advocati pauperum” como se decía en la Iglesia primitiva. 

“Papas y autoridades doctrinarias del Vaticano, particularmente bajo los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI intentaron cercenar y hasta condenar tal modo de ser-Iglesia … hasta que, por fin, irrumpió la figura del Papa Francisco”

Papas y autoridades doctrinarias del Vaticano, particularmente bajo los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI intentaron cercenar y hasta condenar tal modo de ser-Iglesia, no pocas veces con el argumento de que no son Iglesia por el hecho de no ver en ellas el carácter jerárquico y el estilo romano o solamente tener elementos eclesiais, como afirmaba el entonces Card.Joseph Ratzinger, en el documento Dominus Jesus (2000) que tanto afecto negativamente al ecumenismo. 

Esa amenaza perduró durante muchos años hasta que, por fin, irrumpió la figura del Papa Francisco. Él vino del caldo de esta nueva cultura eclesial, bien expresada por la opción preferencial, no excluyente, por los pobres y por las distintas vertientes de la teología de la liberación que la acompaña especialmente la de Argentina: “opción por el pueblo y por la cultura silenciada”. Él dio legitimidad a este modo de vivir la fe cristiana, especialmente en situaciones de gran opresión.

Pero lo que más está escandalizando a los cristianos tradicionalistas es su estilo de ejercer el ministerio de unidad de la Iglesia. Ya no se presenta como el pontífice clásico, vestido con los símbolos paganos, tomados de los emperadores romanos, especialmente la famosa “mozzeta”, aquella capita banca llena de símbolos del poder absoluto del emperador y del papa. Francisco se libró rápidamente de ella y vistió una “mozzeta” blanca sencilla, como la del gran profeta de Brasil, dom Helder Câmara, y su cruz de hierro sin ninguna joya. 

Se negó a vivir en un palacio pontificio, lo cual habría hecho a san Francisco levantarse de la tumba para llevarlo adonde él escogió: en una simple casa de huéspedes, Santa Marta. Allí entra en la fila para servirse y come junto con todos. Con humor podemos decir que así es más difícil  envenenarlo. No calza Prada, sino sus zapatones viejos y gastados. 

“Lo que más está escandalizando a los cristianos tradicionalistas es su estilo de ejercer el ministerio … Se negó a vivir en un palacio, no calza Prada, dijo claramente que no iba a presidir la Iglesia con el derecho canónico sino con el amor y la ternura”

En el anuario pontificio en el que se usa una página entera con los títulos honoríficos de los Papas, él simplemente renunció a todos y escribió solamente Franciscus, pontifex. En uno de sus primeros pronunciamientos dijo claramente que no iba a presidir la Iglesia con el derecho canónico sino con el amor y la ternura. Un sin número de veces ha repetido que quería una Iglesia pobre y de pobres.

Todo el gran problema de la Iglesia-gran-institución reside, desde los emperadores Constantino y Teodosio, y desde la entrada de ricos e intelectuales en la Iglesia, en la asunción del poder político, transformado en poder sagrado (sacra potestas). Ese proceso llegó a su culminación con el Papa Gregorio VII (1075) con su bula Dictatus Papae, que bien traducida es la “Dictadura del Papa”. 

Como dijo el gran eclesiólogo Jean-Yves Congar, con este Papa se consolidó el cambio más decisivo de la Iglesia que tantos problemas creó y del cual ya nunca se ha liberado: el ejercicio centralizado, autoritario y hasta despótico del poder. En las 27 proposiciones de la bula, el Papa es considerado el señor absoluto de la Iglesia, el señor único y supremo del mundo, volviéndose la autoridad suprema en el campo espiritual y temporal. Esto nunca ha sido desdicho. 

Basta leer el Canon 331 en el cual se dice que “el Pastor de la Iglesia universal tiene el poder ordinario, supremo, pleno, inmediato y universal”. Cosa inaudita: si tachamos el término Pastor de la Iglesia universal y ponemos Dios, funciona perfectamente.

¿Quién de los humanos sino Dios, puede atribuirse tal concentración de poder? No deja de ser significativo que en la historia de los Papas haya habido un crescendo  en el faraonismo del poder: de sucesor de Pedro, los Papas pasaron a considerarse representantes de Pedro a representantes de Cristo. Y como si no bastase, representantes de Dios, siendo incluso llamados deus minor in terra. 

“La indignación de los conservadores y reaccionarios, está claramente expresada en el libro de 45 autores de octubre de 2021: De la paz de Benedicto a la guerra de Francisco (From Benedict’s Peace to Francis’s War) organizado por Peter A. Kwasniewski. Nosotros le daríamos la vuelta así: De la paz de los pedófilos de Benedicto (encubiertos por él) a la guerra a los pedófilos de Francisco (condenados por él)”

Aquí se realiza la hybris griega y aquello que Thomas Hobbes constata en su Leviatán: «Señalo, como tendencia general de todos los hombres, un perpetuo e inquieto deseo de poder y más poder, que sólo cesa con la muerte. La razón de esto radica en el hecho de que no se puede garantizar el poder si no es buscando todavía más poder». La Iglesi-gran-institución realizó plenamente lo que Hobbes ha descrito. Esta ha sido, pues, la trayectoria de la Iglesia Católica en relación con el poder, que persiste hasta el día de hoy, fuente de polémicas con las demás Iglesias cristianas y de extrema dificultad para asumir los valores humanísticos de la modernidad. Dista años luz de la visión de Jesús que quería un poder-servicio (hierodulia) y no un poder-jerárquico (hierarquia).

De todo eso se aleja el Papa Francisco, lo que causa indignación a los conservadores y reaccionarios, claramente expresado en el libro de 45 autores de octubre de 2021: De la paz de Benedicto a la guerra de Francisco (From Benedict’s Peace to Francis’s War) organizado por Peter A. Kwasniewski. Nosotros le daríamos la vuelta así: De la paz de los pedófilos de Benedicto (encubiertos por él) a la guerra a los pedófilos de Francisco (condenados por él). Es sabido que un tribunal de Múnich, eclesial y estatal, encontró indicios para incriminar al Papa Benedicto XVI, mientras era Cardenal, por su lenidad con curas pedófilos. Murió antes que los jueces civiles de Munich lo iban a interrogar en Castelgandolfo.

Existe un problema de geopolítica eclesiástica: los tradicionalistas rechazan a un Papa que viene “del fin del mundo”, que trae al centro de poder del Vaticano otro estilo, más próximo a la gruta de Belén que a los palacios de los emperadores. Si Jesús se apareciese al Papa en su paseo por los jardines del Vaticano, seguramente le diría: “Pedro (al sucesor, el Papa) sobre estas piedras palaciegas jamás construiría mi Iglesia”. Esta contradicción es vivida por el Papa Francisco, pues renunció al estilo palaciego e imperial.

Hay, en efecto, un choque de geopolítica religiosa, entre el Centro, que perdió la hegemonía en número y en irradiación pero que conserva los hábitos de ejercicio autoritario del poder, y la Periferia, numéricamente mayoritaria de católicos, con iglesias nuevas, con nuevos estilos de vivencia de la fe y en permanente diálogo con el mundo, especialmente con los condenados de la Tierra, que tiene siempre una palabra que decir sobre las llagas que sangran en el cuerpo del Crucificado, presente en los empobrecidos y oprimidos y que debe ser bajado de la cruz.

“Tal vez lo que más molesta a los cristianos anclados en el pasado es la visión de Iglesia vivida por el Papa. No una Iglesia-castillo, cerrada en sí misma, en sus valores y doctrinas, sino una Iglesia ‘hospital de campaña’ siempre ‘en salida rumbo a las periferias existenciales'”

Tal vez lo que más molesta a los cristianos anclados en el pasado es la visión de Iglesia vivida por el Papa. No una Iglesia-castillo, cerrada en sí misma, en sus valores y doctrinas, sino una Iglesia “hospital de campaña” siempre “en salida rumbo a las periferias existenciales”. Ella acoge a todos sin preguntar su credo o su situación moral. Basta que sean seres humanos en busca de  vida y sufridores de las adversidades de este mundo globalizado, injusto, cruel y sin piedad. 

Condena de forma directa el sistema que da centralidad al dinero a costa de vidas humanas y a costa de la naturaleza. Ha realizado varios encuentros mundiales con movimientos populares. En el último, el cuarto, dijo explícitamente: «Este sistema (capitalista), con su lógica implacable, escapa al dominio humano; es preciso trabajar por más justicia y cancelar este sistema de muerte». En la Fratelli tutti (2025) lo condena de forma contundente.

Se orienta por aquello que es una de las grandes aportaciones de la teología latinoamericana: la centralidad del Jesús histórico, pobre, lleno de ternura con los que sufren, siempre al lado de los despreciados y marginalizados. El Papa respeta los dogmas y las doctrinas, pero no es por ellas por donde llega al corazón de la gente, sino por la cercanía, por la ternura y por el amor.

Para él, Jesús vino a enseñar a vivir: la confianza total en Dios-Abbá, a vivir el amor incondicional, la solidaridad, la compasión con los caídos en los caminos, el cuidado con lo Creado, bienes que constituyen el contenido del mensaje central de Jesús: el Reino de Dios. 

Predica incansablemente la misericordia ilimitada por la cual Dios salva a sus hijos e hijas, pues Él no puede perder a ninguno de ellos, frutos de su amor, “pues es el apasionado amante de la vida” (Sab 11,26). Por eso afirma que “por más que alguien esté herido por el mal, nunca está condenado sobre esta tierra a quedar para siempre separado de Dios”. En la Misericordiae Vultus, explicitamente dijo el Papa: “La misericordia será siempre más grande que cualquier pecado y nadie puede poner limites al amor de Dios que perdona”(n.2). En otras palabras: la condenación es solo para este tiempo.

“La misericordia será siempre más grande que cualquier pecado y nadie puede poner limites al amor de Dios que perdona”

Convoca a todos los pastores a ejercer la pastoral de la ternura y del amor incondicional, formulada resumidamente por un líder popular de una comunidad de base: ”el alma no tiene frontera, ninguna vida es extranjera”. Como pocos en el mundo, se ha comprometido con los emigrantes venidos de África y de Oriente Medio y ahora de Ucrania. En estos tiempos tenebrosos de un verdadero genocidio en la Faja de Gaza, clama por la paz, para lo moderación y por el cese de la guerra. Lamenta que los modernos hayamos perdido la capacidad de llorar, de sentir el dolor del otro y, como buen samaritano, de socorrerlo en su abandono.

Su obra más importante muestra la preocupación por el futuro de la vida de la Madre Tierra. La Laudato Sì expresa su verdadero sentido en el subtítulo: “sobre el cuidado de la Casa Común” dirigida a toda la humanidad. Elabora no una ecología verde, sino una ecología integral que abarca el ambiente, la sociedad, la política, la cultura, lo cotidiano y el mundo del espíritu. 

Asume las contribuciones más seguras de las ciencias de la Tierra y de la vida, especialmente de la física cuántica y de la nueva cosmología el hecho de que “todo está relacionado con todo y nos une con afecto al hermano Sol, a la hermana Luna, al hermano río y a la Madre Tierra” como dice poéticamente en la Laudato Sì (n.92;86). La categoría cuidado y corresponsabilidad colectiva adquieren completa centralidad hasta el punto de decir en la Fratelli tutti que «estamos en el mismo barco: o todos nos salvamos o nadie se salva» (n.34).

Nosotros latinoamericanos le estamos profundamente agradecidos por haber convocado el Sínodo Querida Amazonia para defender ese inmenso bioma de interés para toda la Tierra y cómo la Iglesia se encarna en aquella vasta región que cubre nueve países y que tiene el derecho a un rostro indígena.

Grandes nombres de la ecología mundial afirmaron: con esta contribución el Papa Francisco se pone a la cabeza de la discusión ecológica contemporánea.

“Casi desesperado, pero aun así lleno de esperanza, propone un camino de salvación: la fraternidad universal y el amor social como los ejes estructuradores de una biosociedad en función de la cual están la política, la economía y todos los esfuerzos humanos”

Casi desesperado, pero aun así lleno de esperanza, propone un camino de salvación: la fraternidad universal y el amor social como los ejes estructuradores de una biosociedad en función de la cual están la política, la economía y todos los esfuerzos humanos. 

Se trata de pasar del paradigmadel dominus (el ser humano fuera y por en cima de la naturaleza como su señor y dueño) al paradigma del frater,  todos hermanos y hermanas, con los seres todos de la naturaleza e entre nosotros, los humanos.

No tenemos mucho tiempo ni sabiduría suficientemente acumulada para esta travesía del dominus al frater  y para este sueño del Papa: la alternativa real para evitar un camino sin retorno.

El Papa caminando solo por la plaza de San Pedro bajo una lluvia fina, en tiempos de la pandemia, quedará como una imagen indeleble y un símbolo de su misión de Pastor que se preocupa y reza por el destino de la humanidad.

“Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten la alegría de la esperanza” (n.244)

Tal vez una de las frases finales de la Laudato Sì revela todo su optimismo y esperanza contra toda esperanza: «Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten la alegría de la esperanza» (n.244).

Tienen que ser enemigos de su propia humanidad quienes condenan inmisericordemente las actitudes tan humanitarias del Papa Francisco, en nombre de un cristianismo estéril, convertido en un fósil del pasado, en un recipiente de aguas muertas. Los ataques feroces que le hacen pueden ser todo menos cristianos y evangélicos. 

El Papa Francisco lo soporta imbuido de la humildad de San Francisco de Asís y de los valores del Jesús histórico. Por eso él bien merece el título de la mejor tradición judaica, de “justo entre las naciones”, el verdadero pastor del universal pueblo de Dios que camina, animados por él, a través de estos tiempos dramáticos y amenazadores.

“Tienen que ser enemigos de su propia humanidad quienes condenan inmisericordemente las actitudes tan humanitarias del Papa Francisco, en nombre de un cristianismo estéril, convertido en un fósil del pasado, en un recipiente de aguas muertas”

*Leonardo Boff es un teólogo brasilero y ha escrito Francisco de Asís y Francisco de Roma, Rio de Janeiro 2015. Trotta 2016;

¿Por qué hemos llegado adonde estamos?: los peligros planetarios

Leonardo Boff*

A nadie se le pasa por la cabeza que la situación mundial sea buena. Lo que presenciamos por los medios  digitales/sociales son escenas de guerra, niños inocentes asesinados por la furia de los ataques contra Hamas, sacrificando ilegítimamente a todo el pueblo palestino de la Franja  de Gaza, la guerra entre Rusia y Ucrania que dura ya dos años y otros 18 lugares de violencia y crímenes de guerra en África y otras partes.

Según la famosa ONG Oxfam, en 2024, la fortuna personal de los 36 individuos más ricos del mundo,  equivale  a los ingresos de más de la mitad de la humanidad, concretamente, a 4.700 millones de personas. En Brasil los 3.390 más ricos (el 0.0016%) poseen el 16% de toda la riqueza del país, más que 182 millones de brasileros (el 85% de la población).

 La misma fuente nos afirma que cada cinco segundos un niño de menos de diez años muere de hambre o de sus consecuencias más inmediatas. ¿Quién no se conmueve, en su humanidad mínima, con tales escenas dramáticas, verdaderas tragedias humanas? Parecería que hemos tocado  los límites del fin de los tiempos. Son escenas que podrían estar en el libro del Apocalipsis.

Para entender la crisis actual, debemos retroceder al siglo XVII/XVIII con la aparición del  paradigma de la modernidad. Los padres fundadores, Francis Bacon y especialmente René Descartes y otros rompieron con una larga tradición de la humanidad. Esta entendía la naturaleza, la Tierra y el propio cosmos como algo vivo  y cargado de propósito.

Pero he aquí que surge Descartes e introduce un dualismo fundamental de graves consecuencias históricas. Él distinguió la res cogitans, el ser pensante y portador de espíritu, de la res extensa, cosa extensa y material, los demás seres. El único portador del espíritu, res cogitans, es el ser humano. Los demás seres, la res extensa, obran mecánicamente y sin un sentido manifiesto. Con esto introdujo por un lado un severo antropocentrismo y por otro, un craso materialismo. La Tierra y la naturaleza solo tienen algún sentido en la medida en que se ordenan al ser humano que las trata como le apetece. Esta concepción materialista del mundo no humano abrió espacio para todo tipo de uso y abusos, inclusive en la propia  investigación científica, sin  preocupación ética de las consecuencias que de ella se podrían derivar.

De ahí nacieron todas las ciencias modernas y su aplicación práctica en una operación técnica. La tecnociencia fue el gran instrumento al servicio de los únicos portadores del espíritu, los seres humanos, separados de la  naturaleza y “dueños y señores” de ella (Descartes), transformados después en colonizadores, esclavócratas y devastadores sistemáticos de la naturaleza. La ciencia no fue puesta al servicio de la vida sino de la dominación de los otros y de la naturaleza.

De ese dualismo inicial surgieron otros dualismos: espíritu y materia, cultura y naturaleza, civilizado y salvaje, idealismo y materialismo, que desgarran la experiencia humana. Se perdió la visión de la totalidad.

Con estos presupuestos se proyectó la arquitectónica del saber atomizado, sin relacionar un saber con los otros saberes, hasta el punto de saber cada vez más sobre cada vez menos.

Indudablemente, este paradigma de la modernidad trajo grandes beneficios en todos los ámbitos de la vida humana, haciéndola menos penosa, refinando los medios de curación, creando los instrumentos de locomoción, las grandes avenidas de comunicación digital y nos llevó hasta el espacio exterior, a la Luna y a Marte y al universo más distante, fuera ya del sistema solar.

Ese paradigma se concentra en el reino de los medios, sin definir salvo raramente (o nunca colectivamente) los fines para los cuales los medios deben servir. El capitalismo entendió bien la cuestión y le definió un fin: un crecimiento ilimitado a través de la acumulación  individual de riqueza, en la lógica de la mayor competición posible, explotando lo más que pueda los recursos de la naturaleza, suponiendo falsamente que la Tierra también posee recursos ilimitados.

A partir de 1972 con el documento Los límites del  crecimiento, la conciencia colectiva despertó al hecho de los límites de la Tierra y de su incapacidad de sostener un proyecto ilimitado. El gran sistema de producción nunca dio mucha importancia a tal hecho. Lo decisivo es garantizar las ganancias y la riqueza.

Los empresarios y los grandes consorcios económicos y financieros están  poniendo  su confianza en la omnipotencia de la tecnociencia que sería capaz de dar una solución a todos los problemas. Esa fue y sigue siendo su gran ilusión. Su sistema económico-financiero, mundialmente integrado, está de tal forma engrasado que le faltan las condiciones y las ganas de parar. Parar sería abandonar su fin, la acumulación ilimitada, cambiar de la relación de  explotación a una relación amigable con la naturaleza, es decir, implicaría negarse a sí mismo. Ahora está quedando claro que el sistema mundial está agónico, dados los cambios de la faz de la Tierra.

Frente a la  voracidad del sistema mundial de explotación/devastación de la naturaleza, la Tierra viva viene reaccionando de distintas formas: con eventos extremos, con la liberación de virus, algunos misteriosos, el virus X, diez veces más letal que el coronavirus, cubriendo todo el planeta. Ha vuelto   obsoletas las fronteras entre las naciones y afectado peligrosamente a toda la humanidad.

Últimamente el cambio climático  parece haber alcanzado un punto irreversible. La Tierra ha cambiado debido a las prácticas irresponsables (antropoceno) de los que toman las decisiones políticas, controlan el curso mundial de los capitales y de las finanzas y persisten en la devastación de la naturaleza. Sería injusto atribuir simplemente ese cambio climático a la actividad de las grandes mayorías empobrecidas que, comparadas con las citadas, poco contribuyen. Estamos presenciando a nivel mundial los efectos deletéreos de esos cambios: los eventos extremos. La ciencia y la técnica ya no podrán revertir esta mutación, solo advertir la llegada de los eventos amenazadores (inundaciones, vendavales, tsunamis, sequías  prolongadas y nevadas aterradoras) y aminorar sus efectos dañinos.

Ahora podemos responder: ¿por qué hemos llegado adonde estamos? Porque desde hace ya tres siglos, los países dominantes  situados en el Norte Global decidieron habitar de esta forma peligrosa y devastadora la única Casa Común que tenemos. Impusieron a todo el mundo su modo de vivir, de producir, de competir y de consumir. No se nos ve como ciudadanos sino como clientes y consumidores.

Actualmente, debido al acúmulo de crisis planetarias y a nuestra capacidad de autodestruirnos con armas atómicas, hemos llegado a un punto en el que el retorno se vuelve prácticamente imposible. De seguir por el camino inaugurado hace siglos, vamos camino de nuestra  propia sepultura.

Estoy de acuerdo con el viejo Martin Heidegger: “Sólo un Dios nos podrá salvar”.

*Leonardo Boff ha escrito La búsqueda de la justa medida: como equilibrar el planeta Tierra, Vozes 2013; Cuidar la Tierra-proteger la vida: cómo escapar del fin del mundo, Nueva Utopía 2010.