Corrupción: crimen contra la sociedad

Lo que escribo sobre Brasil, vale para muchas otras sociedades, especialmente aquellas que tienen una tradición colonial. Brasil es un ejemplo entre tantos.

Según Transparencia Internacional, Brasil aparece como uno de los países más corruptos del mundo. Entre 91 países analizados ocupa el puesto 69. Aquí la corrupción es histórica, ha sido naturalizada, es decir, se considera algo natural, se ataca solo después que ha ocurrido y suma muchos millones de reales, y goza de amplia impunidad. Los datos son estremecedores: según la Fiesp (Federación de las Industrias de São Paulo) llega anualmente a 84.5 miles de millones de reales. Si esta cantidad se destinase a la salud aumentaría en un 89% el número de camas en los hospitales; si a la educación, podrían abrirse 16 millones de nuevas plazas en las escuelas; si a la construcción civil, podrían construirse 1,5 millones de casas.

Solo estos datos denuncian la gravedad del crimen contra la sociedad que es la corrupción. Si viviesen en China, muchos corruptos acabarían en la horca por crímenes contra la economía popular. Todos los días se denuncian más y más hechos, como ahora con el contraventor Carlinhos Cachoeira quien, para garantizar sus negocios, se infiltró corrompiendo a gente en el mundo político, la policía e incluso el gobierno. Pero de nada sirve lamentarse. Lo que importa es comprender este perverso proceso criminal

Comencemos con la palabra corrupción. Tiene su origen en la teología. Antes de hablar del pecado original, expresión que no consta en la Biblia sino que fue creada por san Agustín en el año 416 en un intercambio de cartas con san Jerónimo, la tradición cristiana decía que el ser humano vive una situación de corrupción. San Agustín explica la etimología: corrupción es tener un corazón (cor) roto (ruptus) y pervertido. Cita el Génesis: “las tendencias del corazón se desvían desde la más tierna edad” (8,21). El filósofo Kant hacía la misma constatación cuando decía: “somos un leño torcido del cual no se pueden sacar tablones rectos”. En otras palabras, hay una fuerza en nosotros que nos incita al desvío, que es la corrupción. Ella no es inevitable; puede ser controlada y superada, si no se sigue su tendencia.

¿Cómo se explica la corrupción en Brasil? Identifico, entre otras, tres razones básicas: la histórica, la política y la cultural.

La histórica: somos herederos de una herencia colonial perversa y esclavócrata que ha marcado nuestros hábitos. La colonización y la esclavitud son instituciones objetivamente violentas e injustas. Por ello, para poder sobrevivir y tener una libertad mínima las personas eran llevadas corromper, es decir, sobornar, conseguir favores por servicios, practicar peculados (beneficiarse ilícitamente con dinero público) o nepotismo. Esta práctica dio origen al “jeitinho o modo de hacer brasilero”, el truquillo para mantenerse a flote dentro de una sociedad desigual e injusta, y a la “ley de Gerson”, que es sacar ventaja personal de todo.

La política: la base de la corrupción política reside en el patrimonialismo, en la democracia indigente y en el capitalismo sin reglas. En el patrimonialismo no se distingue la esfera pública de la privada. Las élites trataron la cosa pública como si fuese suya y organizaron el Estado con estructuras y leyes que sirvieran a sus intereses sin pensar en el bien común. Hay un neopatrimonialismo en la política actual que beneficia con ventajas (concesiones, medios de comunicación) a los paniaguados políticos.

Debemos decir que aquí y en el mundo el capitalismo es corrupto en su lógica, aunque esté aceptado socialmente. Simplemente impone la dominación del capital sobre el trabajo, creando riqueza con la explotación del trabajador y con la devastación de la naturaleza. Genera desigualdades sociales que, éticamente, son injusticias, lo que origina permanentes conflictos de clase. Por eso, el capitalismo es por naturaleza antidemocrático, pues la democracia supone una igualdad básica de los ciudadanos y de los derechos garantizados, aquí violados por la cultura capitalista. Si tomamos tales valores como criterios, debemos decir que nuestra democracia es anémica, rozando la farsa. Queriendo ser representativa, en realidad representa los intereses de las élites dominantes y no los generales de la nación. Esto significa que no tenemos un Estado de derecho consolidado y mucho menos un Estado de bienestar social. Esta situación configura una corrupción ya estructurada y hace que las acciones corruptas campen libre e impunemente.

La cultural: la cultura dicta reglas socialmente reconocidas. Roberto Pompeu de Toledo escribió en 1994 en la Revista Veja: «Hoy sabemos que la corrupción forma parte de nuestro sistema de poder tanto como el arroz y el fríjol de nuestras comidas». Los corruptos son considerados personas listas y no los criminales que realmente son. Por regla general podemos decir: cuanto más desigual e injusto es un Estado, y todavía más si es centralizado y burocratizado como el nuestro, más se crea un caldo cultural que permite y tolera la corrupción.

La tendencia a la corrupción se manifiesta especialmente en los portadores de poder. Bien lo decía el católico Lord Acton (1843-1902): «el poder tiende a corromperse y el poder absoluto corrompe absolutamente». Y añadía: «mi dogma es la general maldad de los hombres de autoridad; son los que más se corrompen».

¿Por qué esto? Hobbes en su Leviatán (1651) nos indica una respuesta plausible: «afirmo, como tendencia general de todos los hombres, un perpetuo e inquieto deseo de poder y de más poder que sólo termina con la muerte. La razón de esto reside en el hecho de que no se puede garantizar el poder si no con más poder todavía». Lamentablemente fue lo que ocurrió con el PT. Levantó la bandera de la ética y de las transformaciones sociales, pero en vez de apoyarse en el poder de la sociedad civil y de los movimientos y crear una nueva hegemonía, prefirió el camino corto de las alianzas y de los acuerdos con el corrupto poder dominante. Garantizó la gobernabilidad al precio de mercantilizar las relaciones políticas y abandonar la bandera de la ética. El sueño de generaciones fue frustrado. Ojalá pueda ser rescatado todavía.

¿Cómo combatir la corrupción? Con la transparencia total, con la vigencia de una democracia activa y vigilante, con una justicia incorruptible, con el aumento de los auditores fiables que atacan la corrupción por adelantado. Como nos informa el World Economic Forum, Dinamarca y Holanda tienen 100 auditores por cada 100.000 habitantes; Brasil no tiene más que 12.800 cuando necesitaríamos por lo menos 160.000. Y luchando por una democracia menos desigual e injusta, ya que, si persiste así, será siempre corrupta,corruptible  y corruptora.

*teólogo, filósofo y escritor

2 comentários sobre “Corrupción: crimen contra la sociedad

  1. bom dia leonardo boff sou de niterói mas olha aqui , faz o seguinte , por corrupção contra os cristãos pode ser preso por crime cometido contra a sociedade na entrevista com kennedy alencar , no programa ” é notícia ” da redetv desde 1999 aos domingos logo após doutor hollywood e reprise , segunda em 2012 , após superpop durante o outuno

    beijo e tchau

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